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Por Cecilia Sosa El camino que lleva hacia la reforma del plan de estudios de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido --que se dicta en la Facultad de Arquitectura (UBA)-- está minado con denuncias y controversias. Mientras la transformación curricular apuesta a encontrar en las nuevas tecnologías digitales un aliado para cambiar el perfil "excesivamente cinematográfico" de la carrera, numerosos profesores y alumnos opositores aseguran que los docentes son cesanteados sin justificación académica, que quienes no avalan los cambios sufren amenazas y que la opinión estudiantil está excluida de la reforma. En diálogo con Página/12, uno de los docentes despedidos afirmó: "A mí me echaron por criticar a la actual gestión y a su reforma. Acá todo funciona por amiguismo. Como una camarilla, seleccionan a dedo a los docentes y atemorizan a los que no están de acuerdo". Por su lado, Silvio Fischbein, director de la carrera, negó las acusaciones y dijo que "no hubo cesantías. Simplemente, no se renovó el contrato de algunos profesores por irregularidades en las cátedras". Por ahora, Diseño de Imagen y Sonido dura tres años, más otro año del Ciclo Básico Común. Fue creada en 1989 y hoy tiene 2700 estudiantes (incluidos los del CBC). La conflictiva reforma, que recién comienza a dar sus primeros pasos, es defendida a rajatabla por las autoridades. "Hasta ahora, el perfil académico era excesivamente cinematográfico. Queremos ampliar el espectro y formar profesionales que puedan trabajar tanto en el cine como en la TV, el video, la generación de imágenes por computación y las nuevas tecnologías", aseguró Fischbein, quien además dirige el área de medios de comunicación de la Escuela Técnica ORT. Pero hay disidencias. "Las autoridades quieren reformular la carrera de acuerdo con lo que pide el mercado: conocimientos muy vagos que apunten a la multimedia, como publicidad", cuestionó Hernán Martín, secretario general del centro de estudiantes. El conflicto se desató el año pasado y provocó que cuatro docentes titulares de cátedra fueran despedidos. "No queríamos que siguieran dando clase en la carrera. Había irregularidades en sus designaciones", admitió Fischbein. Los afectados fueron Claudio Alvarez, Alberto Andreani, Mercedes Frutos y Marcelo Rondinone. Dos de ellos presentaron una denuncia ante la Asociación de Docentes de la UBA (Aduba) que, a su vez, elevó notas de protesta al director de la carrera y al decano Berardo Dujovne. Hasta hoy, no obtuvieron respuesta. Uno de los reclamos del gremio es que ninguno de los 40 docentes de la carrera tiene garantizada la estabilidad laboral, porque nunca se llamó a concursos para seleccionar profesores. Y los docentes deben contentarse con contratos anuales que se renuevan (o no) cada diciembre. "Esto es lo que ampara los despidos. Sin ningún tipo de justificación académica, sacan a docentes prestigiosos para poner a gente allegada", aseguró Javier Hermo, secretario general de Aduba. A fines del año pasado, 500 de los 1540 alumnos que cursan en la facultad desfilaron con velas encendidas hasta el consejo directivo de la facultad. Entre otras cosas, reclamaban que se abriera la participación estudiantil en los cambios curriculares. Fischbein llamó a los docentes a una reunión de urgencia. "Nos responsabilizó de querer movilizar a los estudiantes. 'Fíjense bien de qué lado están', nos dijo. Es tan fuerte el temor a quedarse afuera, que la mayoría optó por mantenerse al margen", relató un profesor que estuvo en el encuentro. A partir de allí, una comisión quedó a cargo de estudiar el nuevo plan de estudios. "La formaron a dedo y los estudiantes fuimos absolutamente excluidos. Nuestra carrera no cuenta con órganos de participación ni para los docentes ni para los alumnos", aseguró Martín. "Hasta ahora, todos los directores de la carrera fueron elegidos en forma política por Franja Morada. Pedimos que el cargo sea elegido por los docentes y estudiantes, pero no nos escucharon", agregó. Al no haber concursos docentes (recién los habría cuando se apruebe la reforma curricular), la selección queda bajo el criterio de las autoridades. "No necesitamos que los profesores tengan título universitario, los convocamos por su experiencia profesional. Además, como el medio audiovisual no es grande, se sabe qué perfil tiene cada uno", dijo Fischbein. Sin embargo, para otros el asunto no es tan claro: "La actual gestión está utilizando la universidad pública en función de intereses espurios, dándoles trabajo a personas que vienen de la ORT", aseguró un docente. "Las cátedras de Claudio Alvarez y Alberto Andreani tenían un nivel demasiado avanzado para el tono light que le quieren imprimir a la carrera. Al cesantearlos se sacaron el problema de encima", aseguró Martín. Las autoridades quieren tener lista la reforma para el año 2000: los protestas prometen continuar durante el año, a medida que se vaya definiendo el nuevo plan de estudios.
TRAS LA DENUNCIA DE DISCRIMINACION
La denuncia de discriminación presentada por las consejeras mujeres de Ciencias Sociales (UBA) ante el Ministerio del Interior exacerbó las diferencias internas de la unidad académica. "No decimos que en la facultad se discrimina, sino que aparecen cuestiones de género cuando ejercemos la política dentro del consejo directivo", aclaró a Página/12 Felicitas Elías, una de las cinco denunciantes. "No es sólo un problema de género, pero explotó por ahí. En el maltrato inciden muchas variables. Si sólo lo tomamos como machismo, cerramos una cuestión más amplia", insistió. En los últimos días creció en la facultad la agitación que había comenzado con la discusión acerca de cuáles (y en qué condiciones) de los docentes mayores de 65 años serán recontratados. Tras la denuncia femenina, las fuerzas se polarizaron en tres. En un sector se alinean las denunciantes y un grupo de profesores que, en una asamblea "gremial" interna, las apoyó. Otro grupo está integrado por las autoridades académicas, la mayoría del consejo directivo y otra larga lista de profesores (incluidos los directores de las cinco carreras): todos ellos rechazaron la existencia de "machismo" a través de una solicitada. Pero ahí no se agotan las posturas, sino que hay un tercer sector, crítico de los otros dos (ver opinión de Rubén Dri et al., en la sección opinión).
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