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LA ARTILLERIA SERBIA ALCANZO a ALBANIA EN EL SEGUNDO DIA DE ATAQUES DE LA OTAN
El infierno empieza a desbordar a Europa

Albania recibió ayer disparos de artillería serbia, en el primer signo de que el conflicto iniciado en Yugoslavia podría extenderse a la totalidad de los Balcanes. La OTAN completó el segundo día consecutivo de bombardeos masivos y se prepara para nuevos ataques. Pero Serbia sigue sin ceder.

Destrucción: El comandante militar de la OTAN precisó que si Belgrado no cede las acciones continuarán hasta la “destrucción de todas las fuerzas serbias”.

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Un bombardero norteamericano B-52 en camino a su misión de atacar posiciones en Yugoslavia.
Los ataques aéreos seguirán y se intensificarán, anunciaron la OTAN y el Pentágono.


t.gif (862 bytes)  El segundo día de bombardeos masivos en Europa desde la Segunda Guerra Mundial empezó a evocar ominosamente ayer a la Primera. Yugoslavia, blanco de los ataques de la OTAN por la represión en Kosovo, disparó salvas de artillería contra Albania en el curso de una operación antiguerrilla, subrayando el peligro de una guerra regional en los Balcanes. La crisis también se derramó sobre la vecina Macedonia, donde 3.000 inmigrantes serbios asaltaron la Embajada norteamericana. Yugoslavia rompió relaciones con Estados Unidos, Francia, Alemania y Gran Bretaña, mientras el secretario general de la OTAN, Javier Solana, afirmaba que los ataques “continuarán por algunos días más” y el secretario de Defensa norteamericano William Cohen prometía que se iban a “intensificar”, y que serían “severos”. El saldo de los ataques de ayer y anteayer permanece confuso. La OTAN mantiene el silencio al respecto, pero en Yugoslavia las autoridades pusieron la cifra de víctimas en 10 muertos y 60 heridos, aunque aseveraron que los daños militares “fueron mínimos”.
A las 15.00 horas de ayer se informó que habían partido varios bombarderos furtivos F-117 de la base aérea italiana de Aviano, que dieron así comienzo al segundo día de ataques de la ofensiva “Fuerza Decidida” de la OTAN. Las acciones fueron una mezcla de bombardeos por aviones y misiles crucero contra instalaciones fijas del ejército serbio en Yugoslavia. El ataque fue precedido por una interferencia total de los radares y los sistemas de comunicación serbios, en tanto que buques de guerra en el mar Adriático y bombarderos pesados de gran altitud B-2 y B52 dispararon misiles de crucero para “ablandar” las defensas serbias. Luego de esta etapa de desgaste, los cazabombarderos F-16, F-15, Tornado, y los F-117 entran en acción directamente contra los objetivos, utilizando bombas guiadas por láser y misiles antirradar.”Cuando reciben la clave código ‘Rock and Roll’, el piloto presiona cinco veces el botón de disparo lanzando los misiles de crucero”, fue como lo describió un periodista a bordo de un B-52.
La agencia oficial Tanjug en Yugoslavia listó casi 10 ciudades que fueron sometidas a tal ataque. En Pristina se reportaron quince impactos muy potentes, y Ricardo Roggero, encargado de negocios argentino en Belgrado, afirmó que escuchó varias explosiones muy cerca de donde se encontraba, en el centro de la ciudad. La radio yugoslava detalló que se registraron impactos en un cuartel del ejército yugoslavo en Kosovo, una fábrica cerca de Belgrado, instalaciones militares cerca de las ciudades serbias de Nis y Kraljevo, y en un aeropuerto en Podgorica, la capital de Montenegro. En Montenegro también hubo varias explosiones cerca de un depósito de explosivos. La OTAN no reportó bajas durante estos ataques, aunque la agencia oficial Tanjug dijo que dos aviones fueron abatidos.
Sin embargo, la OTAN se vio expuesta también a su temor más profundo: la extensión del conflicto fuera de las fronteras de Yugoslavia. En el transcurso de operaciones de represión contra el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), las fuerzas serbias dispararon artillería contra el territorio albanés. “Se han seguido quemando pueblos y ha habido disparos de artillería en Albania –dijo Sandy Berger, asesor de seguridad nacional estadounidense–. Esto obviamente nos preocupa, pero no queremos especular sobre las intenciones.” De tratarse de una escalada serbia, es seguro que se pasará de inmediato a la “fase dos”, de ataques contra el ejército yugoslavo.
Pero por lo pronto ayer continuaba la fase uno: degradación de la defensa antiaérea. La OTAN ya había advertido que no habría una pausa luego del primer día. “La estrategia para salir es la de siempre en una operación militar –explicó ayer el presidente norteamericano Bill Clinton en una transmisión televisada–: uno se retira cuando cumplió su misión. (Milosevic) debe elegir la paz o limitaremos su capacidad para hacer la guerra”. La secretaria de Estado, Madeleine Albright, precisó que las condiciones mínimas que debe satisfacer el presidente Milosevic para que cesen los ataques es que “pare su ofensiva” y que “deje de movilizar” sus tropas en Kosovo. “Desafortunadamente –concluyó–, no hay ningún cambio en la posición de Milosevic.” Y el general norteamericano Wesley Clark, comandante militar de la OTAN en Europa, precisó que si Belgrado no cede las acciones continuarán hasta llegar a la “destrucción de todas las fuerzas serbias”.
Belgrado no sólo no cedió sino que rompió relaciones con la OTAN.
Sin embargo, un grupo de serbios logró efectuar una represalia más concreta contra la “agresión” occidental. Cerca de 3000 serbios que viven en la ex república yugoslava de Macedonia se congregaron ayer frente a la embajada norteamericana, y lanzaron bombas molotov contra el frente del edificio. Otros quemaron la bandera que flameaba en el pórtico de la embajada y quemaron varios autos del personal diplomático. Aparentemente un pequeño grupo logró incluso irrumpir en el perímetro, pero fueron expulsados luego de una trifulca con los guardias de seguridad y la policía macedonia. Los residentes de la embajada, incluyendo el mediador Christopher Hill, no fueron lastimados.
El saldo de las acciones de ayer y anteayer aún no es claro, pero es seguro que favorece a la OTAN. Los temores sobre la amenaza de los cazas serbios Mig–29 por ahora no se han cumplido, y Londres informó que los aviones de escolta de la OTAN derribaron alrededor de tres de estos aparatos que quisieron interceptar a la fuerza de ataque. Y aunque Milosevic “felicitó” a las defensas antiaéreas serbias por su accionar en los últimos días, la Alianza Atlántica ha afirmado que ningún avión sufrió daños por fuego de tierra. La única baja occidental hasta el momento fue un F-15 que tuvo que realizar un aterrizaje forzoso por “problemas técnicos”. El ministro de Defensa alemán, Rudolf Sharping, dijo que se habían alcanzado un 80 por ciento de los blancos apuntados.

 

La nueva Primera Guerra Mundial
Por Alfredo Grieco y Bavio

1. ¿Qué es Kosovo?
–Kosovo es una provincia de la República de Serbia que, junto con la República de Montenegro, forma la República Federativa de Yugoslavia. De los dos millones de habitantes de la provincia, el 90 por ciento son albano-kosovares: étnicamente albaneses, religiosamente musulmanes, lingüísticamente albaneses (una lengua no eslava). El ocho por ciento son serbios, cristianos ortodoxos que hablan serbocroata (una lengua eslava).

2. ¿Cuál es el origen del conflicto?
–En 1989, el actual presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, quitó a Kosovo la autonomía de la que la provincia gozaba en el interior de Serbia. Suprimió las autoridades locales y la enseñanza en albanés. Después de las guerras que siguieron a la división de la Yugoslavia socialista de Tito, Milosevic ubicó en Kosovo a emigrados serbios de Eslovenia, Croacia, Bosnia y Macedonia, a los que negó domicilio en el resto de Serbia.

3. ¿Qué quieren los albano-kosovares?
–Desde 1989, organizaron una resistencia civil no violenta para recuperar la autonomía. El líder del Frente Democrático de Kosovo, Ibrahim Rugova, estuvo al frente de la política moderada. En 1995 se creó el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), guerrilla con un ideario separatista.

4. ¿Qué temen los serbios?
–Que Kosovo se independice y forme una Gran Albania islámica en el corazón de los Balcanes, uniéndose a Albania y a los albaneses étnicos de Macedonia.

5. ¿Por qué bombardeó la OTAN?
–Desde febrero de 1998, numerosas misiones de paz occidentales procuraron detener una serie ininterrumpida de masacres en Kosovo, que muchas veces alcanzaron a la población civil, y ya acumularon miles de víctimas. El último fracaso fueron las reuniones de Rambouillet y de París en febrero y marzo de 1999: la delegación serbia no aceptó ningún acuerdo que reclamara tropas internacionales en territorio yugoslavo para garantizar su cumplimiento. Ante la continuación de la represión serbia en Kosovo, la OTAN inicio el primer ataque conjunto de sus 50 años de historia por “razones humanitarias”, según alegó.

6. ¿Son legales los bombardeos?
–La OTAN declaró la guerra a un país soberano, Yugoslavia, sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU. Los juristas de la OTAN se fundan en el corpus preexistente de resoluciones del Consejo que amenazan al gobierno de Belgrado (capital de Yugoslavia y de Serbia) con el uso de la fuerza para impedir una “catástrofe humanitaria”.

7. ¿Quiénes se oponen a la operación “Fuerza Aliada”?
–Los textos de referencia de la ONU no autorizaban el pasaje al acto. Una lectura legalista indica que hubiera sido necesaria una nueva resolución del Consejo de la ONU. Los europeos prefirieron ignorar el legalismo, sabiendo que Rusia y China hubieran usado su derecho de veto en el interior del Consejo de Seguridad de la ONU.

8. ¿Qué viene después de los ataques aéreos?
–Los gobiernos europeos y Estados Unidos consideran que los bombardeos de objetivos militares en toda Yugoslavia tendrán el suficiente poder disuasivo para que el presidente Milosevic acepte una paz que asegure al menos la autonomía de Kosovo y la presencia de tropas atlantistas para garantizarla. Algunos analistas ven en la prolongación del conflicto un posible quiebre en el interior de la OTAN. La OTAN no tiene previsto aún el envío de tropas de tierra.

9. ¿Va a intervenir Rusia?
–Rusia, la segunda superpotencia nuclear del planeta, ha sido una tradicional aliada y proveedora de armamentos a Serbia. Con su gas barato, subsidia la economía serbia en bancarrota. El presidente ruso, Boris Yeltsin, y el premier Yevgueni Primakov adoptaron una línea dura contra la operación de la OTAN. Amenazaron con el estado de alerta y la colocación de ojivas nucleares en su aliada Bielorrusia, en la frontera con Polonia, flamante miembro de la OTAN. Todas las medidas son de carácter preventivo.

10. ¿Cuál es el peor escenario?
–Una guerra primero balcánica, y después europea. La situación demuestra la constancia de problemas en los Balcanes que no han sabido resolverse desde 1914. Si algo hay en común entre la situación política de la Primera Guerra Mundial y la presente, es el paneslavismo ruso y su alianza militar con Serbia, que se asienta, como en la época de los zares, sobre las bases de la raza, la religión y el grupo lingüístico. La Rusia zarista perseguía enclaves geopolíticos y económicos que no supo conseguir entonces y a los que no ha renunciado la Rusia de Yeltsin: básicamente, puertos en el Mediterráneo. En el caso de represalias contra los albano-kosovares, Albania y los albaneses de Macedonia serían sus aliados naturales. Y también podrían contar con el apoyo turco, que arrastraría en el otro bando a Grecia, aliada histórica de Serbia, y verosímilmente a Bulgaria –otro país ansioso por repartirse a Macedonia–.

 


 

YELTSIN CONDENO LA OFENSIVA PERO NO HACE NADA
“Rusia es moralmente superior”

t.gif (862 bytes) El bombardeo de la OTAN a Yugoslavia provocó diversas condenas, pero ninguna de ellas fue demasiado lejos. Rusia atacó la acción de la OTAN pero no hasta el punto de hacer peligrar sus posibilidades de recibir un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI), cuyo director Michel Camdessus llega mañana a Moscú. China, India, y Pakistán –países con sensibles casos de minorías étnicas o religiosas– condenaron la acción por ser “extraterritorial”. Libia e Irán coincidieron en criticar el ataque por “complicar” la situación.
Moscú adoptó la actitud a la vez más arrojada y más equívoca acerca del ataque. “Tenemos medidas extremas en reserva –afirmó el presidente Boris Yelstin– pero no las usaremos porque somos superiores a nivel moral a Estados Unidos”. El canciller Igor Ivanov acusó a Estados Unidos de querer imponer “su dictado en todo el mundo”. En la ONU, el embajador Serguei Lavrov exigió que el Consejo de Seguridad tratase el tema en su siguiente reunión, aunque aparentemente esto no se producirá en el futuro cercano. Sólo los partidarios del ultranacionalista Vladimir Zhirinovsky tradujeron las palabras antinorteamericanas a los hechos al tirar botellas de cerveza contra varias ventanas de la embajada norteamericana en Moscú.
El otro país cuya posición fue insistentemente en contra del ataque es China. Tanto el canciller Tang Jiaxuan como el presidente Jiang Zemin calificaron la ofensiva de “inaceptable” y exigieron el cese inmediato de las operaciones. El embajador chino en la ONU Qin Huasun expresó este mismo reclamo en el Consejo de Seguridad, aludiendo a que Estados Unidos no tiene el derecho a ser “el policía del mundo”. Las relaciones de China con Washington ya eran tensas por acusaciones de espionaje nuclear en Estados Unidos.


 

Las represalias serbias ya empezaron en Kosovo

“Querían OTAN, ahora tienen OTAN”, decía ayer la policía serbia que tiraba granadas en casas y negocios albano-kosovares, detenía a militantes de derechos humanos, incendiaba aldeas y robaba a la prensa occidental.

Los serbios manifiestan con banderas nacionales en Macedonia.
Atacaron con piedras la embajada norteamericana en Skopje.

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Por Jonathan Steele desde Skopje

t.gif (862 bytes) Una salvaje y furiosa serie de represalias serbias barrió ayer Kosovo, con granadas arrojadas en negocios y casas de albaneses en la capital Pristina, la detención de activistas de derechos humanos, el robo de autos, cámaras y teléfonos celulares de periodistas extranjeros y el incendio de la embajada norteamericana en la vecina Macedonia. Todos los periodistas de los países de la OTAN fueron expulsados de Serbia, y mientras esperaban en el Grand Hotel de Pristina la escolta policial prometida fueron atacados por asaltantes, y por la policía misma.
El centro de Pristina, capital de la provincia yugoslava de Kosovo, tiene un 85 por ciento de población albanesa. Ayer estaba desierto, a no ser por bandas de serbios de aspecto amenazador que buscaban la manera más efectiva de dar rienda suelta a su agresividad. Albaneses aterrorizados que habían pasado la noche encerrados en sus casas festejando en secreto los ataques de la OTAN se encontraron prisioneros de pandillas de manifestantes. Casi ninguno se atrevía a salir a la calle.
“Tenemos miedo a las masacres”, dijo un joven albanés en el suburbio de Dragodan, mientras nos señalaba cómo encontrar dos casas severamente destruidas por las granadas de los paramilitares serbios.
El acontecimiento más siniestro del que tuve noticia ocurrió en la casa de Bajram Kilmendi, el abogado de derechos humanos más conocido de Pristina. Kilmendi es un hombre de más de 60 años. Fue detenido con sus dos hijos por un grupo de cinco policías uniformados que entraron por la fuerza en su casa a la 1 de la mañana del jueves. Antes del bombardeo, varios políticos y activistas albaneses anunciaron que temían ejecuciones en el día después del bombardeo si la OTAN no enviaba tropas de tierra para protegerlos. Sus miedos empezaban a hacerse realidad.
“Entraron como en una estampida y nos obligaron a hacer cuerpo a tierra”, declaró Vjollca Kilmendi, nuera del abogado. “Nos dijeron que si no obedecíamos iban a tirar una bomba. Un policía le dijo a mi marido que me besara a mí y a mis hijos, porque no nos vería más”, sollozó. “Querían OTAN, ahora tienen OTAN”, sentenció a los gritos el policía. Ella fue con su hermano a la estación central de policía en Pristina a preguntar por su marido, su suegro y su cuñado. “Pregúntenle a la OTAN”, le recomendaron.
Manejamos los 67 kilómetros desde la capital kosovar de Pristina hasta la frontera con Macedonia a través de rutas desiertas. Patrullas de policía y un convoy de tropas eran la única gente a la vista. Pero, en un recuerdo de que la quema de aldeas continuaba, el humo se levantaba de casas albanesas cerca del cruce de la frontera. Parecía un acto deliberado de desafío, como si los serbios sintieran que ya no tenían nada que ocultar. Si los bombardeos de la OTAN hubieran causado víctimas civiles, los serbios habrían querido muchos periodistas occidentales como testigos. En cambio, nos expulsaron y organizaron un despliegue final de su versión de la guerra cuando cruzamos a Macedonia.
Para nuestro shock descubrimos otra multitud de serbios enfurecidos y de macedonios que los apoyaban en la capital, Skopje. Los serbios marchaban con banderas serbias, los macedonios con macedonias; se dirigieron a los hoteles donde estaban los periodistas extranjeros y atacaron con piedras. Entraron en la embajada norteamericana, y quemaron la planta baja del edificio usado por las embajadas británica y alemana.
Macedonia y las tropas de la OTAN estacionadas en este país son los primeros expuestos a las amenazas de represalias proferidas por el gobierno yugoslavo. El país casi no dispone de ejército. Su integridad ha estado defendida desde 1992 por una misión de la OTAN que ya llegó a su fin. Pero desde hace varios meses acoge a 12.000 militares occidentales.

 


 

DESDE LA CAPITAL YUGOSLAVA
Un Belgrado aturdido

Por Chris Bird desde Belgrado

t.gif (862 bytes) La capital serbia amaneció ayer aturdida, incrédula y algo aliviada de haber sobrevivido la primera noche de bombardeos aéreos de la OTAN para destruir la maquinaria militar del país. Silenciosos grupitos de belgradenses que habían pasado la noche en vela se reunían fuera de los refugios antibomba en las calles, impresionados por haber sido objeto de ataques aéreos por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. “Miren lo que nos están haciendo, pero ¿qué podemos hacer nosotros? Tenemos que soportarlo”, dijo una anciana que compraba pan.
La televisión estatal difundió imágenes difuminadas de tanques, helicópteros, jets y soldados de fuertes mandíbulas marchando en cámara lenta al son de una canción patriótica. Un canal también mostró un bombardeo nazi durante la última guerra. Los belgradenses siguieron lo mejor que pudieron la exhortación de Slobodan Milosevic a seguir con sus vidas normales, pero se precipitaban a volver a sus casas ante los sonidos repetidos de las sirenas de alerta aérea. Un taxista que había aceptado llevarnos por la ciudad durante todo el día abandonó su puesto después de cinco minutos, al primer ulular lúgubre de las sirenas. “Lo siento, debo irme. Tengo hijos en casa”, alegó.
El humo seguía ascendiendo desde la base aérea militar de Batajnica, un pueblo a 33 kilómetros al noroeste de la capital. La mayor parte de las ventanas de las casas civiles de Batajnica habían sido destrozadas o estaban cruzadas con cintas adhesivas. “Siete misiles alcanzaron la base -dijo Dragana, una serbia que pasó la noche en el sótano de un vecino con otras 15 personas–. Salimos al campo para verlos, se venían haciendo un ruido de ‘fussshhh’”, evocó, olvidando su miedo en la excitación de recordar el ataque. Su esposo, Zoran, agregó: “Estábamos en el sótano con algunos albaneses, nosotros los invitamos a venir. Nadie (en el refugio) pensó en cuestiones políticas, o en quién tenía la culpa. Nos concentrábamos en sobrevivir”. Las explosiones, a poco más de un kilómetro de distancia, hicieron temblar la modesta vivienda de la pareja y rompieron los cristales de algunas ventanas.
Dragana y muchos otros serbios se sienten profundamente traicionados por los bombardeos de la OTAN, habiendo crecido acostumbrados a pensar en Estados Unidos y Gran Bretaña como importantes aliados en la Segunda Guerra. A la entrada de la base aérea de Batajnica, donde un viejo jet parece a punto de despegar desde una base de cemento, un oficial yugoslavo declinó cortésmente mostrarnos los daños. “Realmente no queremos hablar, creo que usted puede entender por qué; son las mentiras de ustedes las que nos metieron en esto.”
Pero tenía muchas ganas de hablar. “Serbia no quería una guerra con nadie –dijo–, y esta victoria no va a ser buena (para la OTAN). Vamos a hacerles frente.”

 

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