OPINION
Una broma de mal gusto
Por Liliana Chiernajowsky * |
El
Presidente de la Nación celebró ayer el Día del Niño por Nacer. Parece
inverosímil que un presidente establezca por decreto una conmemoración cuya propuesta se
asienta en dos situaciones contradictorias: la promoción de la maternidad en abstracto
como valor y al mismo tiempo la desprotección de las maternidades concretas; la presunta
protección de alguien que no existe frente a la desprotección y el abandono de la niñez
en situación de pobreza.
Es posible recurrir a fuentes inobjetables como UNICEF o UNIFEM o numerosas organizaciones
especializadas que en base de datos de la EPHINDEC nos muestran la dimensión del problema
de cientos de miles de niños, niñas y mujeres en distintas situaciones de riesgo
sanitario, educacional y social: niños y niñas con necesidades básicas insatisfechas;
niños y niñas en la calle; judicialización de la problemática de niños y niñas;
niños y niñas trabajadores; madres adolescentes; mortalidad infantil; niños y niñas
desaparecidos; niñas prostitutas; muertes maternas; abortos sépticos; niños, niñas y
mujeres con VIH-Sida.
Se desprende de los panoramas disponibles sobre las problemáticas mencionadas que el
Presidente instala en las páginas de los diarios una cuestión ajena a las vivencias,
preocupaciones y visiones cotidianas de la mayor parte de los habitantes de este país.
Resulta poco creíble esta presunta intención protectora cuando estamos cotidianamente
afectados por una desprotección generalizada de nuestros derechos, que nos conduce al no
acceso o al temor de no poder sostener la educación que aspiramos para nuestros
niños/as, a desvelos por preservar nuestras familias y a nosotras mismas de la creciente
inseguridad y violencia con la que hoy tenemos que convivir, al permanente esfuerzo para
inventar estrategias de administración del tiempo y de los recursos para mantener o
alcanzar niveles de vida dignos, a la indignación frente a la imposibilidad creciente de
poder acceder a una cobertura de salud que nos brinde calidad y tranquilidad a nosotras y
a nuestras familias.
Es inadmisible que al mismo tiempo que el Estado se desentiende de sus responsabilidades,
se pretenda convertir en cuestiones de Estado la vida privada de las personas. Sí es
responsabilidad del Estado que las personas accedan a la información y los recursos para
decidir libremente si quieren tener hijos/as, cuántos hijos quieren tener y cuándo los
quieren tener.
A pesar de ello nuestro país no cuenta aún con una ley nacional de salud sexual y
reproductiva, cuando las metas, desde un Estado responsable deberían ser bajar la tasa de
mortalidad infantil y materna, la de bajo peso al nacer, la de embarazo adolescente,
asegurando una maternidad y paternidad responsable. La iniciativa presidencial resulta una
broma de mal gusto.
* Legisladora de la Ciudad de Buenos Aires (Alianza). |
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