Por D. L.
Es el único futbolista
argentino en un club yugoslavo. Está varado en medio de la zona bombardeada y después de
muchos días de incomunicación, recién ayer, gracias a una radio porteña, pudo
conversar telefónicamente con sus padres. La suya es una historia extraña, casi un
guión de cine.
Mauro Ezequiel Carbajal nació en Rosario el 5 de mayo de 1978. Se incorporó a Rosario
Central el 20 de febrero de 1995, proveniente del Club Atlético Defensores Unidos. En la
institución canalla jugó en sexta, quinta y cuarta división, siempre como delantero. En
diciembre recibió una oferta inaudita: ir a jugar a Yugoslavia. Como nunca logró ganarse
la titularidad en las inferiores de Central, tomó la decisión de dejar el país a los
veinte años. Carbajal fue al F.K. Vojvodina hasta el 30 de junio del 2000. El pase hizo
sin cargo y sin opción por lo que cuando venza el plazo debería regresar.
Carbajal logró continuidad en el Vojvodina, que marcha tercero en el torneo yugoslavo.
Como el certamen se detuvo por las eliminatorias de este fin de semana, el equipo dejó la
ciudad de Novi Sad, donde nació Mónica Seles, para ir a un stage de dos
semanas, una especie de pretemporada. Allí los sorprendió el bombardeo, a 30 kilómetros
del ataque.
Desde que las tropas de la OTAN comenzaron a desplegarse en el Adriático, Carbajal
perdió contacto con la Argentina. Dos productores de radio La Red, Gustavo Mas y Gustavo
Dalasio, tenían el dato de que había un argentino en Yugoslavia y trataron de hallarlo.
El miércoles a la noche sólo lograron contactar a Miggi Dussan, el empresario que lo
embarcó en la aventura yugoslava, a quien pusieron al habla con Máximo, el padre del
pibe. Ayer al mediodía, en el programa De una con Niembro, por fin Mauro pudo
hablar con Máximo y su mamá. La misma nota, en manos de un Mauro Viale, por ejemplo,
hubiera sido una maravillosa página amarilla. En cambio, bien manejada, fue una pieza
periodística de antología.
No, papi... yo quiero quedarme... acá tengo posibilidades de ir a España o a
Italia... vos ya sabés..., se escuchó la voz casi adolescente de Mauro desde
algún lugar de Yugoslavia cuando el padre, casi llorando le preguntaba ¿qué
vas a hacer, hijito?. Mauro contó que sus compañeros estaban muy nerviosos con la
situación del país, que tenían previsto una reunión porque la mayoría quería
regresar a Novi Sad junto a sus familiares y que mantenían una posición intransigente:
Acá todos quieren la guerra... ellos dicen que son serbios, que tienen muchos años
defendiendo eso y que quieren pelear. Carbajal les contó a sus padres que
estamos bien, acá no pasa nada. En Novi Sad tiraron cuatro bombas, pero estamos
bien, no pasa nada pero estamos todos el día mirando la televisión. A los 20
años, un futbolista argentino está en medio de la guerra. Y no quiere salir.
DIASPORA DE LOS FUTBOLISTAS YUGOSLAVOS
Mijatovic hizo la de Benigni
Pedja
Mijatovic asumió el papel de Roberto Benigni en La vida es bella para huir de la
Yugoslavia bombardeada por la OTAN. El drama del goleador del Real Madrid se multiplicó
en cada una de las historias de sus compañeros de selección que retornan a los países
europeos mientras los familiares quedan en la tierra natal. Dardo Kovacevic quiso volar
desde Belgrado junto a su familia, pero también debió hacerlo por carretera. Diez
jugadores de equipos españoles y tres de clubes portugueses estaban en Belgrado a la
espera del partido del sábado ante Croacia por las eliminatorias de la Eurocopa pero,
ante la suspensión del partido por el ataque aliancista, iniciaron una diáspora
desesperada.
Papá, ¿por qué volvemos a España en auto si siempre vamos en avión?,
preguntó Luka, de 6 años. Su padre Pedja le dijo que se trataba de un juego, que en auto
podía disfrutar del paisaje. Pero era de madrugada y había silencio en la carretera con
la que unían Podgorica con Palic, en la frontera húngara. Mijatovic había ido a su
pueblo natal a rescatar a sus padres y hermanas, pero ellos no quisieron abandonar su
lugar y el goleador del Madrid emprendió la vuelta junto a Luka y su novia Annete. En
Palic se reunieron con Velko Paunovic, del Mallorca, y Alberto Nadj, del Betis, llegaron a
Budapest y de ahí volaron de regreso a España.
De los 20 equipos de la Primera División de la Liga española de fútbol, 15 tienen por
lo menos un jugador yugoslavo y hay 36 sumando los equipos de Segunda División. Hubo 10
de ellos convocados para el partido ante los croatas: Pedja Mijatovic (Real Madrid), Goran
Djorovic (Celta), Goran Stankovic y Velko Paunovic (Mallorca), Savo Milosevic (Zaragoza),
Vladimir Jugovic (Atlético), Albert Nadj (Betis), Slavisa Jokanovic (Tenerife), Miroslav
Djukic (Valencia) y Dardo Kovacevic (Real Sociedad). Y también fueron llamados tres de
equipos portugueses, Ljumbiko Drulovic (Porto), Pedja Jokanovic (Marítimo) y Simic Sasa
(Beira Mar), de los cuales hasta anoche no se tenían noticias. La salida de Belgrado fue
organizada por Miljan Miljanic, presidente de la federación de fútbol yugoslava y figura
mítica del fútbol de ese país, como que fue técnico del Real Madrid en la década del
70. Cuando le preguntaron por qué ayudaba a huir a los jugadores pero él se quedaba,
dijo que porque ellos tienen la familia dividida y porque los yugoslavos tenemos
cojones.
Stankovic, compañero de los argentinos del Mallorca, tiene a su familia en Pirot, ciudad
blanco de los bombardeos. Jugovic debió hacer dos veces los 200 kilómetros entre
Belgrado y Palic, porque había olvidado su pasaporte en la capital y desde la carretera
pudo ver los destellos del bombardeo a Novi Sad. Los yugoslavos que quedaron en España
vivieron pendientes del teléfono para comunicarse con sus familiares. Goran Djorovic, del
Celta, cuya familia vive en Pristina, capital de Kosovo, tuvo éxito en sus gestiones para
que sus padres y su hermano Zoran viajaran a Belgrado, pero el resto de la familia quedó
en Pristina.
Los yugoslavos prefirieron no opinar sobre la situación en su país, pero todos
reivindicaron los derechos serbios que esgrime el presidente Slobodan Milosevic. El más
duro fue el defensor del Valencia Miroslav Djukic, quien aseguró que la OTAN nos
está matando poco a poco y quitándonos los territorios. Quizás prefieras morir de
repente, pero nosotros, con nuestro orgullo, defendemos nuestras vidas y nuestros
territorios.
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