Aunque los tres delanteros no se notaron más que los errores colombianos, el triunfo arrima a la clasificación y da más aire al técnico.
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Por Carlos Stroker Sin ser superior, River jugó mejor que el Once Caldas, le ganó 30 y ahora mira con más esperanza la tabla y el futuro. La victoria lo pone a un paso de la clasificación para la segunda fase de la Copa Libertadores, una tarea accesible desde el momento en que el Deportivo Cali vendrá a jugar con algunos suplentes, y agradable porque habrá un premio adicional de 20 mil dólares para cada jugador si lo logran. Eso sí, antes de empezar el partido pasó un sofocón económico, porque el presidente David Pintado debió reunir de urgencia medio millón de dólares para pagar primas y premios, ante la posibilidad de que el plantel se negara a concentrar para el partido con San Lorenzo, el domingo. Aunque los conflictos no acaban, porque se supo de una desinteligencia entre Hernán Díaz y Leonardo Astrada, los referentes máximos del plantel. El intento pergeñado por Ramón Díaz, de jugar con tres delanteros -Castillo, Pizzi, Saviola para asegurar la victoria, dio resultado en el resultado, porque fue un ingrediente anímico importante en la actitud con la que el equipo salió a encarar el partido, pero no tuvo tanta incidencia en el juego, porque el fútbol desplegado no fue tan cristalino, y siempre en definitiva dependió de Saviola. Sin embargo, fue notoria la actitud: River se disfrazó de tromba, pretendió ejercer el disfraz de aplanadora, y acaso por ese ímpetu fue que a los 15 minutos ya ganaba 20, porque a algo hay que atribuirle los errores defensivos de los colombianos. Y más determinante que la presencia de los tres delanteros, fue la de Juampi Sorín, en ambos tantos. Primero, lanzando un centro llovido al punto del penal, que Juan Pizzi cabeceó ganándole a un arquero dormido. Dos minutos más tarde, cuando tras una habilitación de Berti al propio Sorín, el arquero comete un error infantil al pretender salir jugando del área marcado por Pizzi, y fue el propio lateral quien le robó la pelota y definió de izquierda. Once Caldas reaccionó allá por la media hora, cuando se animó a tenerla con Congo, a salir de su campo, y llegó dos veces hasta Bonano, sin mucha claridad. River siempre fue superior, pero más a fuerza de voluntad que de exquisitez. En el segundo tiempo, River esperó, pretendiendo imponer el contragolpe, transfiriendo la urgencia a los colombianos. Pero el equipo visitante, vencido moralmente, no jugó bien, y se despidió tras la expulsión de Congo. Fue casi un formulismo que a diez minutos del final, Castillo aumentara la cuenta. Astrada robó en el medio y dio a Netto, quien habilitó a Castillo, que eludió al arquero y desde ángulo cerrado la tocó al gol. Con esta victoria, River la tiene más clara: Once Caldas ya agotó su participación y su suerte depende del Deportivo Cali. Dos triunfos de los equipos argentinos ante el conjunto colombiano clasificarán automáticamente a éstos para la segunda fase.
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