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El poder negro llegó al
tenis con las Williams

Serena liquidó anoche a palazos a Hingis en Key Biscayne y su hermana  Venus derrotó en sets corridos a Steffi Graf: 6-2 y 6-4.

El festejo de la portentosa Serena tras su victoria de ayer.
“Ella está pasando un buen momento”, admitió Martina Hingis.

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Por Juan Ignacio Ceballos desde Key Biscayne

t.gif (862 bytes) Fueron cinco drives seguidos, a un lado y otro de la cancha. Cinco mazazos brutales, lanzados por la jugadora más poderosa del WTA Tour. Cinco pelotazos furibundos, que sirvieron para cerrar un partido y, tal vez, abrir una nueva era. La impresionante victoria de la estadounidense Serena Williams (16ª preclasificada) 6-4, 7-6 (7-3) sobre la número 1 del mundo Martina Hingis, en la primera semifinal femenina del Lipton Championships ‘99 –al cierre, Venus Williams batió a Steffi Graf 6-2 y 6-4 y será final entre hermanas– encontró en su definición el mejor reflejo del valor agregado que trae este resultado: el del desembarco definitivo de la potencia física como arma letal en el tenis femenino.
Nadie mejor que la intimidante Serena para levantar la bandera (negra) de La Fuerza. Ella había anticipado el martes pasado, tras aplastar a Monica Seles: “Venus y yo somos fuertes y consistentes. Las dos podemos correr rápido y hacer toques. Estamos marcando el camino a seguir: el tenis dará un paso adelante, ahora que hemos llegado”. La profecía comenzó a hacerse realidad ayer. “Serena estaba siempre un paso adelante de mí, me superaba en velocidad. Adentro de la cancha, de pronto, no sabía qué hacer”, confesó Hingis, quien dominó por lapsos el partido (estuvo 4–0 arriba en el primer set y 5–2 adelante en el segundo) en base a los errores de su rival, pero nada pudo hacer cuando Williams retomó su camino. “Jugó un gran partido –agregó la suiza–. Ganó los últimos dos torneos (París e Indian Wells). Es un buen momento para ella...”
En realidad, es un buen momento para el tenis femenino, que finalmente empieza a quitarse el estigma de que “80 de las mejores 100 del mundo son cerdos”, como dijo hace un par de temporadas el holandés Richard Krajicek –quien hoy enfrentará en la final al francés Sebastien Grosjean, vencedor anteanoche del español Francisco Clavet por 3–6, 6–3 y 6–1– y como buena parte del mundo del tenis pensaba.
Esa apreciación comienza a cambiar. Las mejores ya no pueden dar ventajas. Lindsay Davenport bajó 18 kilos y asume que no le gustaba “hacer dieta, comer sano y entrenar con pesas”. Hingis se internó en la academia de Nick Bollettieri durante dos semanas –en noviembre pasado– y trabajó “como nunca antes lo había hecho” con un preparador físico para adelgazar y tonificar sus músculos. Y el resto de las top siguen los mismos pasos. Pero en potencia, velocidad y poder, no hay nadie como Serena, la niña de 17 años con físico de pantera que ayer liquidó a palazo limpio a la mejor del mundo y, como festejo, simuló desvanecerse en medio de la cancha.

 

Moya: “Vi cosas muy extrañas”

No sólo deprimido, sino enojado. Así se fue el español Carlos Moyá de este Lipton ‘99, que lo vio estrenar y perder el número 1 del mundo. Pero antes de volver a España –donde la semana que viene jugará Copa Davis– habló con Página/12 y lanzó durísimas acusaciones.
–Aquí en Estados Unidos no me han tratado como un número 1, ni como un jugador top. Me han hecho jugar en los peores horarios y no en la cancha principal. ¿Qué ranking debo tener para estar en ella? Pero esto es Norteamérica, y cualquier cosa puede pasar.
–¿Qué significa eso?
–A ellos no les gusta demasiado que haya un número 1 no americano, y menos español, alguien que juegue mucho en polvo de ladrillo. Existen prejuicios contra los tenistas de canchas lentas. No de los jugadores, sino de la prensa. La manera como criticaron a Thomas Muster cuando llegó al número 1 fue muy injusta. De mí no han dicho mucho, pero en mis conferencias no he visto periodistas americanos presentes.
–Muchos pensarán que estás exagerando...
–No. Creo que me pusieron a prueba. He visto cosas muy extrañas. Me perjudicaron los árbitros, me cobraron coaching cuando no saben una palabra en español, y los jueces de línea... aquí en Estados Unidos ponen a domingueros para cantar estos partidos.
–¿Qué rescatás entonces de esta semana en el Lipton?
–La experiencia de que es muy duro estar allá arriba. No he tenido mucho tiempo para comprobarlo. Pero ahora, en la temporada europea, puedo recuperar el liderazgo.

 

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