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EL TITULAR DE VELEZ SIGUE PEGANDOLE AL MENEMISMO
¿Quieren hacer un Gámez over?


Raúl Gámez no tiene pelos en la lengua. Desde las altas esferas del poder le tiran munición gruesa. Con pasado radical, niega tener ambiciones políticas: tampoco la conducción de AFA le interesa.

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Gámez pasó de la tribuna como jefe de la barra del Fortín a la conducción de Vélez.
El enfrentamiento con el poder tuvo su pico cuando trató al Presidente de “monigote”.

Por Gustavo Veiga

t.gif (862 bytes) Vélez se ha convertido en un terreno propicio para dirimir disputas políticas que exceden sus límites. Raúl Gámez, el titular del club, continúa con su prédica contra el gobierno de Carlos Menem. Lanza y recibe críticas a granel. Hace un par de semanas, quien le respondió fue un ex dirigente de Vélez y actual asesor presidencial: Oscar Marvaso. El entredicho se canalizó en una FM que poseen los hijos de este último y también tuvo como protagonistas a Alberto Kohan y César Arias, dos de las principales espadas menemistas. Esta conflictiva situación se apoya en raíces que vienen de una historia en la que, además, han intervenido hasta el propio Presidente de la Nación, la DGI y el comisario Guillermo Armentano.
Gámez no tiene pelos en la lengua: “Si me dicen gorila por mi pensamiento político, yo, que no soy peronista, digo que este gobierno es el más gorila que conocí. Está más cerca de los millonarios y del poder económico, que de la gente”, le dijo en su amplio despacho de Vélez a Página/12. El dirigente ya había sido cuestionado por Kohan y Arias cuando trató de “monigote” a Menem. “Hipócrita”, lo llamó el riojano cuando le criticó su intervención en la huelga de futbolistas. A Gámez no lo amedrenta el voltaje de esta discusión ni el peso político de sus adversarios. Se curtió en las tribunas, estuvo al frente de la barra velezana durante muchos años y sigue adelante desde su indignación.
“Gámez quiere pelear contra los molinos de viento, contra los edificios. El busca la pelea, pero yo no quiero eso, amo la tranquilidad”, sostiene Marvaso, el menos conocido de los personajes de esta trama. Es uno de los escasos asesores de Menem con despacho propio en la Casa de Gobierno y un especialista en comunicaciones. Intervino en la privatización de Entel y su relación con el titular del Poder Ejecutivo se remonta a 1982. “Nos conocimos en el aeropuerto de Camet, en Mar del Plata, cuando él había salido de la prisión”.
Para el presidente de Vélez, Marvaso “es un hombre irrespetuoso de la persona que trabaja por el club, y nombrando a Menem o al ministro de turno logra espacios”. Gámez está persuadido de que el asesor menemista fue quien denunció al club por evasión impositiva, pero éste lo niega y replica: “En la década del setenta él me pegó una piña terrible cuando se subió a un camión en el que íbamos en caravana política”. No precisó la fecha del episodio, pero podría haber sido durante la campaña presidencial de Vélez en 1979. En aquella ocasión, Ricardo Petracca derrotó en las elecciones a Felipe Marvaso, el padre de Oscar.
“Existe una diferencia notable entre los dos. Gámez es un tipo sano, honesto, llegó desde abajo. Marvaso, dentro del club, casi no ha tenido actuación. Eso sí, ninguno de ellos puede llevar al terreno de la política velezana una cuestión personal. Cualquier enfrentamiento perjudica al club.” La reflexión pertenece a Petracca, hoy alejado de la institución y dedicado a vender productos de policarbonato.
Gámez, un radical que ha militado en política y que habría sido tentado por algún representante de la Alianza para ocupar una candidatura en el comicio de octubre próximo, desmiente esa posibilidad. “Vélez es mi techo y me voy del club en noviembre. De ahora en más, quiero llevar una vida normal y poder disfrutar a mis dos nietos, un varoncito y una nena.” Empero, ciertos comentarios le atribuyen inclinación por acceder al cargo que hace casi veinte años ocupa Julio Grondona. A los 54 años y como propietario de una inmobiliaria, Gámez declara que no generó recursos por su casi exclusiva dedicación a la institución de Liniers. “Estoy muy mal en mi vida particular”, afirma, y al mismo tiempo declina la posibilidad de llegar a presidir la AFA: “Ojalá que Grondona siga por muchísimos años”.
Su enfrentamiento casi visceral con el Gobierno lo llevó a permitir el ingreso de banderas que portaban los maestros al estadio José Amalfitani,cuando otros dirigentes se hacían los distraídos ante el conflicto docente. Aunque también derivó en sorpresivas inspecciones de la DGI al club y a su propio negocio. A Marvaso lo hizo echar de la institución, pero en cambio dice que al presidente Menem lo recibiría en sus instalaciones “por respeto a Vélez”, pese a que él aborrece su política. Gámez sólo habla con afecto de un menemista: el comisario Guillermo Armentano, su ex compañero de tribuna y amigo.

 

 

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