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El ejecutivo que anda de gira con un paquete de velas a mano

Antes del apagón porteño, Enersis –madre   de Edesur– dejó sin luz a  medio Río de Janeiro. Manzano Tagle era su gerente.

Dos apagones y un mismo protagonista, Jaime Manzano Tagle.

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Por Darío Pignotti desde San Pablo

t.gif (862 bytes) Los porteños descubrieron masivamente que en Chile existe una empresa llamada Enersis hace poco más de un mes, cuando Edesur –controlada por esa firma trasandina– dejó sin luz durante diez días a buena parte de la ciudad. En la capital chilena ya conocían de apagones, también vinculados con Enersis. Y en Río de Janeiro, los cariocas tuvieron la misma experiencia un año atrás. Allí, la distribuidora eléctrica local es Cerj, controlada también por Enersis. El presidente que abandonó el cargo –y Río de Janeiro– en medio de los apagones fue Jaime Manzano Tagle. El mismo que, inmediatamente después, asumió la conducción de Edesur. Y que el pasado 2 de marzo debió renunciar tras el masivo corte porteño. Ahora, un dirigente de la central obrera brasileña alertó ante este diario: “En concepto de indemnizaciones, la empresa pagó en promedio menos de un ticket de subterráneo”. A partir del martes, Edesur discutirá en Buenos Aires con los afectados, en audiencia pública convocada por el ente regulador, el monto del resarcimiento que debe pagar.
La repetición de los apagones en Río llevó a que miles de usuarios se sumaran a una campaña por Internet bajo el nombre “Yo también odio a Cerj”. Allí, cada cliente detalla los padecimientos sufridos por la falta de luz y los daños que sufrió.
Pero durante el apagón, la gente fue menos civilizada. No optó por las barricadas urbanas, como fue el caso de los porteños, sino que pasó a acciones más directas: un grupo de vecinos secuestró a un equipo de técnicos de la empresa para obtener a cambio el regreso de la luz, el 3 de febrero de 1998, cuando la selección de Brasil jugaba con la de Jamaica. En ese barrio de las afueras de Río la luz volvió a las pocas horas. Por esos días también hubo sedes de la empresa ametralladas.
El estado de Río de Janeiro recibe el abastecimiento eléctrico a través de dos compañías: Cerj (en el interior y parte del conurbano) y Light (en la capital). El 60 por ciento de la empresa Cerj está controlado por las compañías chilenas Enersis y Chilectra. Un 30 por ciento pertenece a la portuguesa EDP y el restante 10 por ciento, a la española Endesa. La compañía es una de las mayores distribuidoras privadas de energía del país: su área de concesión abarca el 73 por ciento del estado de Río de Janeiro y 66 municipios.
La concesión de la distribución de electricidad en Río se concretó el 20 de noviembre de 1996, en medio de la ola privatizadora impulsada por el presidente Fernando Henrique Cardoso. En enero del ‘98, en medio del desaguisado carioca, el entonces superministro de Cardoso –y adalid de la venta de empresas públicas–, Sergio Motta, dijo que Cerj y Light eran “las vergüenzas de las privatizaciones brasileñas”.
Ronaldo Moreno, secretario de la filial Río de la Central Unica de Trabajadores (CUT), calificó de “irresponsables” a los directivos de Cerj: “Con el achicamiento de personal llevado adelante por la empresa, hubiera sido un milagro si no hubiese ocurrido lo que sucedió”.
“No me explico –señaló a Página/12– cómo después de las consecuencias que esa política tuvo aquí siguieron aplicándola en otros países”. En la Cerj de Río de Janeiro –según admitió su director de Relaciones Corporativas–, el personal pasó de 4376 trabajadores a fines de 1996 a 2306 un año más tarde. En Buenos Aires, según el último balance de Edesur, la planta sufrió una reducción desde el inicio de la privatización de 7541 a 2999 empleados.
“El desmantelamiento de los controles de rutina es consecuencia de la exoneración de los cuadros capacitados y los equipos de emergencia”. La frase no habla de los motivos del incendio de la subestación porteña deAzopardo, sino de la situación brasileña. Y fue pronunciada por el dirigente de los electricistas, Geraldo Rebello. En febrero de 1998.

 

Pagadiós a la brasileña

El secretario de la filial de Río de Janeiro de la CUT, Ronaldo Moreno, evaluó ante este diario de ese modo el resultado de los cortes masivos de electricidad de las empresas Cerj y Light.
–¿Cómo evitaron las empresas las indemnizaciones?
–Con una fuerte estrategia de marketing y dilación. Una vez terminado el verano, las dos empresas iniciaron una campaña en los medios en la que prometían inversiones. Pero a la vez contrataron los mejores abogados de San Pablo y del exterior para empantanar las audiencias públicas ante la Agencia Nacional de Energía Eléctrica.
–¿Cuánto pagaron al final?
–Los técnicos y juristas que contratamos estimaron que en promedio las empresas pagaron 20 veces menos de los daños causados.
–¿Quiénes cobraron?
–Los grandes consumidores, mercados, hospitales, empresas que pudieron costear su equipo legal y demostrar las pérdidas. También algunos consumidores pequeños que sufrieron daños en el televisor o la heladera. Pero en el interior del estado nadie cobró. En los pueblos pequeños la población está tan desinformada que ni sabía de su derecho a apelar.

 

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