Por Adrián H. Mouján
Lino César
Oviedo ya descansa en un campo en la provincia de Buenos Aires disfrutando de su flamante
carácter de asilado político del Gobierno. El aterrizaje de Oviedo en el
aeródromo de San Fernando, en la madrugada del lunes, significó para Carlos Menem
amanecer en Roma, donde está de viaje oficial, escuchando la voz del ministro del
Interior, Carlos Corach, quien le comunicaba que su amigo paraguayo había llegado a
la Argentina. Paraguay ya pidió la extradición de Oviedo, acusado de haber
ordenado a francotiradores que el viernes disparasen contra los manifestantes reunidos en
el centro de Asunción.
Vamos a tomar los tiempos que corresponden, no se puede obrar por impulso,
razonó el Presidente en Italia. En una primera reunión, Corach recibió en su domicilio,
acompañado por el vicecanciller Andrés Cisneros, la orden de Roma de buscar la
argumentación del asilo en los tratados constitucionales incluidos en la Constitución.
Con Menem en Roma, cerca del mediodía, Corach recibió en su despacho de Casa de Gobierno
al jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez; al ministro de Justicia, Raúl Granillo Ocampo; al
ministro de Economía, Roque Fernández; el secretario de Seguridad Interior, Miguel Angel
Toma; el titular de la SIDE, Hugo Anzorreguy; el director nacional de Migraciones, Hugo
Franco, y el jefe de la Policía Federal, Baltazar García. De Cancillería, llegaron
Cisneros, el secretario de Coordinación y Relaciones Institucionales, Osvaldo Daniel
Castruccio, y el subsecretario Julio Freyre, acompañados por un grupo de especialistas en
derecho penal internacional.
Los asesores letrados del Ministerio de Relaciones Exteriores brindaron todo tipo de
explicaciones jurídicas que apuntalarían el asilo basados en que la Constitución lo
reconoce, y explicaciones políticas sobre las maravillas de tener a Oviedo lejos para
garantizar la estabilidad paraguaya. Todos los presentes presentaron algunos inquietudes,
pero el único que, en privado, cuestionó políticamente la decisión fue el ministro de
Justicia, Raúl Granillo Ocampo.
Aunque consigamos que Estados Unidos diga que fue a pedido de ellos, el costo
político al que estamos exponiendo al Presidente y al Gobierno es enorme, fue una
de las quejas del titular de la cartera de Justicia.
Castruccio se molestó bastante narró a Página/12 uno de los presentes
porque consideró que Granillo lo estaba cuestionando. Entonces para laudar hubo que
llamar a Roma.
La respuesta de Menem fue clara: asilo para el jinete bonsai, como se lo
conoce en Paraguay a Oviedo. El okey de Menem está sustentado en la ronda de consultas
que realizó Guido Di Tella. El Departamento de Estado norteamericano contestó que
si la Argentina le da asilo a Oviedo hará un aporte importante a la paz en el
Paraguay y por consiguiente en la región, fue lo que dijeron los estadounidenses a
Di Tella según la Cancillería.
Con el canciller brasileño, Luiz Felipe Lampreia, se acordó que Brasil le concediera
asilo al renunciante presidente Raúl Cubas Grau. El delfín de Oviedo partió anoche
desde la embajada brasileña en Asunción rumbo a Brasil, donde ya está asilado el ex
dictador Alfredo Stroessner.
Al igual que con la encendida defensa que Menem y Di Tella realizaron del reclamo chileno
para que Gran Bretaña libere al ex dictador, Augusto Pinochet, el gobierno argentino
esgrimió razones de Estado y la necesidad de llevar tranquilidad al Mercosur.
Para Paraguay lo mejor era darle asilo político a Oviedo. Esta decisión tiene que
ver con cómo los países del Mercosur están cuidando la democracia en la región. Dejar
a Cubas y Oviedo presos en Paraguay significaría un retroceso, porque allí son muy
populares y la presión sería casi insoportable para (Luis) González Macchi. Cuando la
situación se ordene, podría ser que los extraditen, explicó a este diario un
funcionario nacional.
Un ejemplo del costo interno que podría pagar el Gobierno por la presencia de Oviedo la
dieron el jefe del Estado Mayor del Ejército,Martín Balza, y el gobernador Eduardo
Duhalde. Mencionado en Paraguay como amigo de Oviedo, Balza debió aclarar que mantuvo
una relación estrictamente profesional con su ex colega paraguayo. Duhalde
tomó distancia del Gobierno con un contundente no debería existir lugar en
América latina para los golpistas.
ALFONSIN APOYA, DE LA RUA NO
Las voces de la Alianza
La decisión
del gobierno nacional de concederle asilo político al ex militar golpista
paraguayo, Lino César Oviedo, generó posiciones encontradas en el seno de la Alianza.
Mientras el ex presidente Raúl Alfonsín opinó que le hace un bien a la democracia
paraguaya, el candidato presidencial, Fernando de la Rúa, consideró
apresurada la medida y reclamó que se le busque rápidamente otro destino a
Oviedo.
Un rato antes de la presentación de Melchor Posse como candidato a vicegobernador
bonaerense en el Hotel Castelar, De la Rúa, Alfonsín, Chacho Alvarez y Graciela
Fernández Meijide acordaron fijar una posición oficial de la coalición por encima de
los considerandos personales. Pero en la conferencia de prensa se manifestó el contraste
entre el ex presidente, miembro fundador del Mercosur, y el jefe de Gobierno porteño.
La de Oviedo es una presencia indeseable en Argentina. No lo queremos entre
nosotros, que resida en otro país y no en el nuestro, afirmó De la Rúa. El
candidato de la Alianza exhortó al gobierno argentino a que le ponga término a la
situación buscando otro país donde se vaya porque no lo queremos entre nosotros.
Alfonsín brindó su opinión personal desvinculando a la Alianza, pero poniendo en
evidencia que su opinión era la de un ex mandatario, conocedor de los resortes del poder.
Pienso que estamos haciendo un servicio a la democracia paraguaya, señaló y
cerró su párrafo con un: Todavía estará presente la posibilidad de la
extradición.
Por el lado del Frepaso, no hubo disensos. Chacho Alvarez y Graciela Fernández Meijide
criticaron duramente al Gobierno y la candidata a gobernadora recordó que había
anticipado la decisión de Menem. Anoche cuando oía a los medios que decían que
Oviedo había escapado, decía: Que no vaya a aparecer por acá y que no lo protejan
por acá. Para Chacho, Argentina no puede refugiar golpistas. Debe haber un
reclamo conjunto de las fuerzas democráticas políticas de nuestro país para que el
general Oviedo sea extraditado al Paraguay.
Por qué sí al asilo
Por Eugenio Raúl Zaffaroni
En el mundo moderno,
el asilo se concede al perseguido o al delincuente político. Para considerar
político un delito se sostienen por lo menos dos posiciones: para unos es el
delito contra el gobierno (objetivamente político); para otros es el delito contra
cualquier bien jurídico, siempre que tenga motivación política (subjetivamente
político).
En el caso de Oviedo, el delito por el que se le condenó es objetiva y subjetivamente
político: es el delito de rebelión, político por esencia.
Nuestra tradición siempre fue la de amplio reconocimiento del derecho de asilo por
delitos objetivamente políticos. Es la posición clásica consagrada en el Tratado de
Montevideo, hace más de un siglo. La historia de nuestros pueblos está plagada de casos
y anécdotas de turismo forzado de políticos de toda nuestra región por sus países
limítrofes.
Negarle asilo territorial a Oviedo era imposible sin borrar
esa tradición saludable y liberal. Algo diferente y mucho más discutible es si mañana
se le reclamase por autoría o instigación del asesinato del Dr. Argaña. Se entraría en
la discusión acerca del concepto mismo de delito político, con todas sus dificultades y
habría que valorar las pruebas que sustenten el reclamo y las garantías que se ofrezcan.
Por supuesto que éste es el planteo jurídico, pero en lo político nadie puede pasar por
alto que Oviedo es una persona problemática en cuanto al respeto a las condiciones del
asilo que, entre otras cosas, impone no llevar adelante actividades políticas ni formular
declaraciones que puedan crear dificultades diplomáticas a la Argentina. Tampoco se puede
ignorar que requerirá un considerable esfuerzo de seguridad, que quizá cause algunas
molestias en Itamaratí y que no es bueno que la Argentina aparezca amparando a alguien
perseguido por golpismo.
Pero estas consideraciones, en último término, harían aconsejable sugerirle que abrevie
su estancia aquí. En lo jurídico, pese a estas dificultades, es bueno que al menos por
una vez y aunque el personaje no sea simpático, el
oficialismo no haya aniquilado otra tradición garantista.
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