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OPINION

Bajar costos

Por Enrique M. Martínez *


t.gif (862 bytes) En la sociedad de masas, un problema existe cuando la mayoría considera que existe. En esos términos, parece que llegó la hora de admitir que hay un problema productivo muy serio en la Argentina. El país no es competitivo internacio-nalmente y sea por Asia, Rusia, Brasil o los precios de las ma-terias primas, ya todos admiten que vamos de mal en peor.
Para mejorar la posibilidad de competir hay que bajar los costos. En esto acordamos todos. Algunos sueñan con una devaluación, que reduciría los salarios reales. Otros piden terminar de eliminar los aportes patronales u otorgar subsidios a las exportaciones o más crédito para ir tirando hasta que se revierta la baja de precios internacionales de las materias primas.
Un expositor oficial muy lúcido, como el subsecretario de Industria, Lic. Miguel Cuervo, resume el diagnóstico diciendo que el problema es la falta de productividad global. A continuación dice que el Gobierno puede aportar tres grupos de acciones: las que bajen los costos del capital –reduciendo aranceles para bienes de capital–, del trabajo –reduciendo aportes– y del financiamiento –presionando las tasas a la baja–, respecti-vamente. Con esos instrumen-tos el sector privado debería poner lo suyo, mejorando los procesos y la calidad de sus productos. En ese largo camino, lleno de pequeñas iniciativas acumuladas, se aumentará la productividad –se dice– y así podremos competir.
Hay dos omisiones clave. Primera: Argentina debe aumentar su productividad pero no sólo de lo que hace, debe hacer cosas nuevas, con mucho mayor valor agregado. Cuando hay gran cosecha mundial, el precio del trigo cae. El pan de fonda puede también bajar algo su precio. Pero las facturas especiales o el panetone italiano no sólo no bajan, sino que pueden subir de precio. Es la diferencia de producir algo sobreofertado o sobredeman-dado. Es la diferencia de incorporar conocimiento, calidad e identidad a un producto o no hacerlo.
Segunda: para mejorar los procesos de calidad, con más razón si se agrega valor a una materia prima simple, se necesita contar con toda la gente que trabaja en una empresa. Para eso hay que capacitarla y pagarle bien. Y antes que eso hay que respetarla y darle un horizonte de crecimiento personal. El quiebre cultural al que se enfrenta el país es que para bajar costos y aumentar la productividad hay que tratar mejor y pagar más a los obreros y técnicos. La competi-tividad no se conseguirá embromando al otro (devaluan-do, bajando sueldos, agregando horas de esfuerzo no pagadas); sólo se conseguirá entre todos y para beneficio de todos.

* Integrante de los equipos técnicos de la Alianza.

 

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