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TATO BORES VUELVE A LA TV, CON MATERIAL RECICLADO POR SU FAMILIA
Nada se pierde, todo se transforma

Los herederos cuenta qué sentido le encuentran a producir un programa de retorno, a tres años de su muerte. El programa se llamará "La Argentina de Tato".

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Por Mario Blejman

t.gif (862 bytes)  "Enfilo para la plaza Lavalle y ahí me encuentro con mi gran amigo el jubilado José Angustia, que estaba haciendo un fueguito debajo de una cacerola. José, ¿qué estás haciendo, un curso de cocina? `No, Tato, una olla popular.' ¿Una olla popular? La verdad es que ustedes los jubilados no se privan de nada ¡Se dan todos los gustos! ¡La gente al final habla por hablar! `No cargue, Tato: además el problema es que tenemos la olla vacía. ¿Usted no podría donar una papa, una batata, un choclo? Cualquier cosa, Tato. El estómago de un jubilado no le arisquea a nada ...'"

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Los Borensztein en pleno, en un díade homnaje oficial a Papá

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Tato Bores, actor cómico de la Nación, emitió estas palabras el 12 de mayo de 1991. Pero sus monólogos no han perdido actualidad. Mauricio Borensztein sigue vigente, como lo estuvo durante más de 30 años en la TV argentina. Por eso, y por un capricho familiar agradecido por diferentes generaciones de televidentes, sus hijos Sebastián, Alejandro y Marina volverán a ponerlo en pantalla. En un ciclo que comenzará a emitirse en la primera quincena de abril por Canal 13 podrá verse a un Tato remozado, una especie de "Aventura del hombre" donde se recrea en el futuro una Argentina que no existe. "La Argentina de Tato" servirá para reencontrarse con un personaje de frac, moño y peluca que supo analizar como nadie la historia argentina. El ciclo será de una hora mensual y durará "lo que la gente quiera", según dice Alejandro.

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Sebastián trabajó los últimos ciclos junto a su padre, y luego realizó producciones independientes como "El Garante" o "Cha-cha-cha". Actualmente está asociado con Nicolás Repetto para "Sábado Bus" (Telefé). Alejandro vive en Punta del Este y trabaja de arquitecto. Marina es actriz. Hace unos años montó la obra La hija de ..., donde descargó sus tensiones con respecto a "la carga" de su herencia. En la entrevista con Página/12, los Bores relatan su reencuentro con el material y cómo les pesa la figura de su padre. Aunque para Sebastián el impacto está en que "todo se repite en forma circular. Si se lo escucha a mi viejo en los '60 hablando de los jubilados o las elecciones, se entiende que la calesita vuelve a pasar. A la gente le va a pasar lo mismo que a mí: no va a poder creerlo".

 

--¿Cuál creen que es la relación de Tato con la gente?

Marina: La gente lo quería muchísimo, y ahora lo extraña. Por lo menos tres veces por semana, alguien por la calle me dice "cómo extraño a tu viejo". Estuvo treinta y pico de años en TV haciendo de él mismo. Y la gente quiere volver a verlo.

 

--¿Cómo surgió la idea?

Alejandro: Poco después que falleció empecé a ver material. Me di cuenta de su vigencia, de la gracia, de lo importante que era. Y empecé a pensar en cómo preparar algo que no fuera sólo pasarlo por Volver. Lo hablé con mi hermano, pero él estaba concentrado en sus proyectos.

 

Sebastián: Yo necesitaba encarar otras cosas. Venía de trabajar con Tato, y necesitaba hacer una recorrida pasando por otros lugares. Pienso que todo llega en su momento. Hay cosas que es necesario decantar.

 

--¿Cómo se va a armar el programa?

Alejandro: Retomamos la idea del argentinólogo. Pensar en qué pasó con la Argentina, qué fue de estos tipos. Es una excusa para usar los mejores momentos. El viejo fue un genio. Si yo pongo un programa entero no se puede creer lo que hacían hace 30 años, en vivo: el manejo de cámara, los tiempos, la simpleza, la precisión de los textos. Tuvo la coherencia de innovar siempre. Su primer ciclo en el '60 y su último en el '93 fueron lo más moderno de la TV argentina.

 

--¿Cómo fueron los momentos de la visualización de los programas?

Marina: Me encontré con muchas cosas que no había visto. Desde que falleció mi viejo no me puse a verlo en video. Las pocas veces que lo vi fue haciendo zapping. Los programas de los '60 no los había visto.

 

Sebastián: Yo me sorprendí. Una vez que algo está listo, nunca vuelvo a verlo. La diferencia entre el espectador y yo es que él lo ve por primera vez y yo por centésima. Y al revisar el material me reía porque me había olvidado muchas cosas. Las vi desde una perspectiva más profunda.

 

Alejandro: Yo fui reconstruyendo mi vida. Tengo un programa donde dice "mi hijo Alejandro que acaba de cumplir cuatro años", o con un fondo de títulos en el que se llevaba a mi hijo en un cochecito. Son tres o cuatro generaciones que se acostumbraron a verlo. Cuando murió representaba la imagen de un tipo muy íntegro, en un país donde cada vez hay menos hombres públicos con esa integridad.

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--¿Cómo fue el rastreo de los programas?

Alejandro: Nosotros teníamos bastante, hemos conseguido algo más, pero no mucho. Los gobiernos que manejaron los canales fueron borrando todo. No sólo Tato: el Capitán Piluso, o un River-Boca del '60, todo. Cuando terminamos el ciclo '89 en Canal 13 (que todavía era del Estado), salió Menem comiendo con Tato. El lunes, el gerente de operaciones, Enrique Alvarez, borró el ciclo entero. Por supuesto, yo tenía copias. Y así es toda la historia de la TV. López Rega, los militares y los radicales: todos borraron todo, de todos los canales, para usar el casete. Sólo quedó lo que la gente se llevó a su casa. Canal 11, que fue manejado por peronistas, militares y radicales, tenía todo en la azotea, que se llovía. Se incendió y no quedó nada. Recién cuando volvió Romay al 9 dejó de borrarse. Es insólito.

 

--¿Qué encontraron de nuevo en su reencuentro?

Marina: Observé cómo se lucían los actores que estaban a su lado: hacían papeles espectaculares. Mi viejo era muy generoso. Me acuerdo de haberlo escuchado diciendo "éste es tu momento, hacé lo tuyo". Fue un moderno. Yo no sé lo que era la tele en los '60, pero seguro que no era como lo que hacía mi viejo. La idea fue brillante, un tipo con frac y peluca decía todas las cosas que pasaban en el país. Fue Tato el que empezó con los making off: "Good Show" fue un ciclo en donde Sebastián marcó un antes y un después. Utilizó recursos que no había usado nadie.

 

Sebastián: Yo encontré la invención del código. Una relación entre un tipo de un lado de la cámara y la gente que jamás había visto televisión. Los domingos hacían 60 o 70 puntos de rating, todo el mundo se sentaba a ver tele. En el material de los años '60 se nota el germen de treinta y pico de años evolucionando. Fue el big bang de la tele.

 

--¿Que les dejó Tato?

Marina: Recién en los últimos años tuve conciencia de lo que mi viejo era. Aprendí a revalorarlo, me di cuenta de que tuvo unas bolas de acero. Que dijo cosas que nadie se animó a decir, durante mucho tiempo.

 

Sebastián: Lo que más aprendí fue a trabajar un oficio. Las cuestiones teóricas y las morales. Después, yo seguí mi camino. El humor político no es lo mismo que el terror ... pero la metodología del trabajo es similar.

 

Alejandro: Fue construyendo una leyenda en vivo. Cuando Mirtha Legrand empezó sus almuerzos, mi papá ya tenía diez años de "Tato siempre en domingo". Hoy es difícil encontrar hombres públicos que no tengan que esconder la historia. Jamás nos vamos a avergonzar de nada que haya dicho mi viejo. Siempre fue muy democrático y defensor de determinados valores. Y con esto no tenemos objetivos comerciales o de audiencia. Lo que perseguimos es reinventar la situación de prender la TV y encontrarlo.

 

La vida del cómico de la nación

"El humor político es siempre en contra", le dijo alguna vez a su hijo Sebastián, cuando daba sus primeros pasos como productor. Tato Bores sabía de eso más que nadie en la TV argentina, con cuyo público tuvo un largo contrato tácito. Mauricio Borensztein había nacido en Buenos Aires el 16 de agosto de 1925, aunque muchas veces ocultaba su edad. Dio sus primeros pasos profesionales en Radio Splendid, donde ya en 1957 comenzó a contar chistes políticos. Tuvo diversos pasos por el teatro, el cine y la revista, pero siempre hablando, más que actuando. Su primer libretista fue Landrú y luego vinieron César Bruto, Jordán de la Cazuela, Geno Díaz, Aldo Camarota y Santiago Varela, entre otros. En la TV se largó con todo en 1960, con su primer ciclo "Tato siempre en domingo", por el 9. Por entonces, se divertía utilizando eufemismos para hablar de "Juan Domingo Volveremos", "Juan Domingo Prófugo" o "Juan Domingo Ya Saben Quién" cuando nombrar a Perón estaba prohibido. El 26 de junio de 1974, el gobierno de Isabel Martínez de Perón prohibió su programa. Tato hizo café-concert. En el '75 cantaba una "Oración Fúnebre a la Clase Media" o relataba partidos entre Newell's Old Precios y Salario Central, donde "Paralelo" y "Porlasnubes" llenaban de goles a la canasta familiar. "Déle crédito a Tato", por Canal 13, fue su vuelta, en setiembre de 1978. Pero fue corta. Su emisión se interrumpió abruptamente. A fines de los '80 sus hijos Alejandro y Sebastián tomaron las riendas del programa. Luego, Alejandro se fue a vivir a Punta del Este y la responsabilidad recaló en Sebastián. En mayo de 1992, la jueza María Romilda Servini de Cubría prohibió la emisión de "Tato de América", que igual salió al aire con una leyenda que decía "censura judicial". Medio centenar de personalidades públicas entonó ese día la canción "La jueza Barú budú budía es lo más grande que hay". Sin peluca, nunca se le escuchó un comentario político, ni nadie supo a quién votaba. Antes de irse, no veía TV salvo que diesen películas de Charles Chaplin, con quien siempre se sintió identificado. Murió el 11 de enero de 1996 en Buenos Aires. Página/12 le dedicó la tapa de su edición del 12.

 


EN PRINCIPIO, HAY CUATRO ESPECIALES, PERO...
"Durará lo que la gente quiera"

 

t.gif (862 bytes) Emilio Cartoy Díaz, productor ejecutivo de Tato entre 1991 y 1993 y Pedro Saborido, uno de los guionistas del final, son parte central del equipo que produce "La Argentina de Tato".

 

--¿Cómo trabajaron el material de arhivo, para darle "actualidad"?

Cartoy Díaz: --Aunque trabajamos para cuatro especiales, el ciclo durará lo que la gente quiera. Lo que va a ser trascendente será la palabra de Tato, ver su figura en la tele más allá de cómo se narre. Hubo que transcribir 200 horas de tele. También tenemos tapes que no salieron al aire, además de las publicidades y los backstages. La idea es: repasemos los últimos 40 años de la historia argentina de la mano de un grande.

Saborido: --La idea era darle un sentido a este material. De por sí tiene un sentido, tiene actualidad y vigencia. Lo que más sigue valiendo siempre es Tato, es una manera de contar, pero lo que armamos no es un Frankenstein, no es un reciclado. Uno va a seguir viendo al Tato puro. No es un programa nostalgioso, es un programa feliz.

--¿Que les impacta más de Tato, mirando sus programas con perspectiva?

C.D.: --Siempre, pero sobre todo durante los últimos ciclos, cómo se incorporó a la televisión de vanguardia.

 

S.: --Tato fue una especie de agente que espiaba al poder y le contaba a la gente. Se sorprendía o ponía cara de resignación. Cuando se iba, después de toda esa mierda, tenía un momento bello. Estaba en un cuarto con Piazzolla, con Spinetta, con Mastroianni. Cuando eso se veía semana a semana, pasaba. Pero cuando se lo ve todo junto, te sorprende. Eso era sínteis.

 

--¿Cómo hizo para conjugar las innovaciones con su imagen clásica?

C.D.: --El utilizaba las escenografías con desplazamientos de fondos cuando nadie lo hacía. Estaba innovando permanentemente, sus aperturas trabajadas fueron un cambio en la televisión argentina. Siempre fue innovador.

 

S.: --Era muy surrealista en los 60. En uno de los primeros programas, el tipo entra por una puerta, hace una serie de cosas en un escritorio y sale por otra puerta. Hoy cosas así serían catalogadas de absurdas, de incomprensibles. Hizo un género de él mismo. No había un espacio central en el programa: donde él se desplazaba, ese era el espacio central.

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