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ENTREVISTA AL CINEASTA ARGENTINO GASPAR NOE
“Hoy la censura es muy hábil”

El realizador, radicado en París, mostrará en  el Festival de Cine Independiente, que empieza
el jueves, su notable film “Solo contra todos”.

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Por Luciano Monteagudo

t.gif (862 bytes)  “Lo importante no es que Francia, hacia el final del siglo XX, pueda ser tan sórdida, horrible y perversa como lo muestra Solo contra todos”, afirmó Le Monde. “Puede serlo. Pero como el cine generalmente tiende a olvidarlo, es bueno que un film venga a señalarlo.” Ese film fue dirigido por Gaspar Noé (35 años, argentino radicado en Francia, hijo del pintor Luis Felipe Noé) y marcará uno de los momentos más altos del Festival del Cine Independiente que se inicia el jueves. Concebido a la manera de una continuación de Carne (1991), un corto anterior de Noé, Seul contre tous ganó el premio de la crítica del último Festival de Cannes y a partir de allí sacudió, entre otros, a los festivales de Toronto y Nueva York, con la historia de un carnicero desempleado capaz de poner en acto todo el resentimiento que lleva dentro, como una penitencia. Página/12 conversó telefónicamente con Noé en París, antes de su llegada a Buenos Aires.
–¿Cómo fue que decidió hacer una continuación de Carne?
–Empecé a escribir Solo ... dos años después de haber terminado Carne. En un principio iba a filmar una versión larga del mismo corto, pero cuando iba a los organismos de financiamiento me decían que ya la había hecho, que por qué no presentaba una película más “seria”, o por qué no hacía un policial. Sólo conseguí ayuda de la gente de Canal Plus, que me propuso hacer una película que se pudiera dar con Carne. Al mismo tiempo, empecé a producir un largo de Lucile Hadzililovic, La bouche de JeanPierre, que se pasó en el Festival de Mar del Plata del ‘97. Los pocos mangos que conseguía para mi película lo puse en esta otra, así que postergué mi proyecto. Mientras tanto, Agnes B., una diseñadora muy conocida en Francia, me propuso ayudarme y así arranqué de nuevo con Solo .... La película, que debía tener unos cuarenta minutos, terminó durando una hora y media. Durante el proceso tenía como referencia Eraserhead, el primer largo de David Lynch, que también se hizo por partes.
–¿Le parece que esta resistencia de los organismos de financiamiento franceses o de la TV tenía que ver con la naturaleza del proyecto?
–Sí. Pero creo que en todos lados es igual. También en la Argentina debés tener problemas si querés hacer un film un poco turbio. Si hubiera tenido el apoyo de un canal de TV no le tendría que haber pedido favores a todo el mundo. La verdad es que hoy la censura, en todos lados, es mucho más hábil. Bloquea ciertos films antes de nacer, en su fase de financiamiento.
–En los títulos de la película figura no solamente como director y guionista, sino también como productor, cameraman, montajista ... ¿Esto fue una decisión o una exigencia de las circunstancias?
–El montaje lo hice porque me divierte mucho la edición, y jamás le hubiera dejado controlar eso a otra persona. Con la cámara me pasa un poco lo mismo. En cuanto a la producción ... Bueno, es la parte que me gusta menos, pero tiene sus ventajas. Si la película está autoproducida, uno mismo deja de autocensurarse. Uno siempre tiene miedo de que te censure la persona que tiene el control, y para una película medio radical como Solo contra todos convenía la autoproducción. Además, cualquier productor se hubiera vuelto loco, porque a lo largo de todo el proceso fui incorporando un montón de cosas que no estaban en el guión.
–La utilización de la voz en off, que funciona como el constante fluir de la conciencia del protagonista, con un grado de violencia verbal que no es común, impresiona. ¿Cómo fue escribir ese texto?
–Me entusiasmé. Escribí mucho más de lo que necesitaba, porque sabía que no iba a ser el texto definitivo, así que prefería escribir de más. Pero lo importante es entusiasmarse y, en este caso, buscar cierta carga de odio que todos tenemos dentro. Basta con encontrarla.
–¿Hasta qué punto influyó también la realidad exterior?
–Hay una parte de Francia que no se ve en las películas pero que existe. Hay tantos lúmpenes y humillados y resentidos acá como en cualquier parte del mundo. La imagen de Francia que se vende en el exterior es la del perfume, el buen queso y el buen vino y la alta cultura. Pero en Francia también hay una realidad mucho más cruda, que está muy extendida.
–¿El protagonista de su película podría ser un votante de Le Pen?
–Podría, pero es un facho sui generis. Su racismo es hacia todo lo que no es él. Está tan agobiado por la vida que se la agarra contra todos. Pero no es un fascista de base. Todo el mundo cree que Le Pen inventó el fascismo en Francia, pero viene de mucho antes. Lo que sucede es que ahora tiene un líder que da bien en la tele, que hace chistes y que simplificó el discurso de la extrema derecha en la frase “Trabajo para los franceses, extranjeros afuera”. Se cree que hay más gente de derecha ahora que hace quince años, pero no pienso lo mismo.

 

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