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Por Diego Fischerman El culto a los intérpretes no es nuevo. Ya en el 1600 cuentan que, en la entrada de la Basílicade San Pedro, se juntaban miles de personas cada vez que Girolamo Frescobaldi tocaba el órgano. Mozart, Liszt, Paganini y, por supuesto, los cantantes de ópera, ocuparon lugares de estrellas. Más allá de que ellos tocaban casi siempre sus propias obras y podría pensarse que parte del interés del público tenía que ver con ellas, la figura de quien toca la música, a lo largo de la historia, fue desplazando progresivamente a las obras de su natural protagonismo. Cada vez que se inicia una nueva temporada clásica en Buenos Aires, aparecen como no podría ser de otra manera las listas de nombres. Lo que no suele tenerse tan en cuenta es qué es lo que esos nombres van a hacer. Este año, aun teniendo en cuenta que, como siempre, el núcleo central de las programaciones es alemán (italiano en el caso de la ópera) y del siglo XIX, hay sin embargo varias propuestas de repertorio de gran interés. Empezando por el Otello de Verdi, una de sus óperas más geniales, difíciles y menos interpretadas. Esta muestra ejemplar de teatro musical, que será protagonizada por el tenor argentino José Cura y tendrá puesta en escena del célebre Beni Montresor, subirá a escena en el Colón el próximo 18 de abril. Tres días después, abriendo el abono del Mozarteum, La Sinfónica de Budapest, dirigida por Támás Vasáry, tocará las bellísimas Danzas de Galanta de Zoltan Kodaly (de quien Vasáry fue director asistente). En el mismo concierto, el cellista Mstislav Rostropovich será el solista del Concierto de Anton Dvorak. En mayo, también para el Mozarteum, llegará el famoso grupo Les percussions de Strasbourg, dedicado exclusivamente a repertorio de este siglo. Ellos harán, el 13, la fundamental Ionisation de Edgar Varèse, junto a obras de Cage, Donatoni, Singier y Manoury. El 15, tocarán composiciones de Hurel, Oehring y Pléiades de Iannis Xenaquis. En el otro extremo del repertorio, aunque novedoso por el enfoque, estará el concierto del 19 que, para Festivales Musicales, dará la Orchestra of the XVIII Century, una de las principales entre las que utilizan reproducciones de instrumentos de época y encaran sus interpretaciones con intención historicista. Dirigida por su concertino, el excelente violinista Thomas Zehetmair, interpretará la Sinfonía La passione, de Joseph Haydn, el Concierto en La Mayor de Mozart y la Sinfonía Nº 4 de Beethoven, nunca antes escuchada en esta ciudad por una orquesta de estas características. El 26 y y el 27 podrá escucharse, por primera vez, la Sonata del estadounidense John Corigliano, en los recitales que, dentro del programa de Harmonia, ofrecerá la notable violinista Midori, junto al pianista Robert McDowell. El Cuarteto Guarneri incluirá, por su parte, el Cuarteto Nº 2 de Kodály en su concierto del 2 de junio (Festivales Musicales). Para la misma asociación de conciertos, el 7, tocará el Ensemble Poulenc, conformado por Mathieu Dufour en flauta, François Meyer en oboe, Andé Cazalet en corno, Paul Meyer en clarinete, el fagotista Gilbert Audin y el pianista Eric Le Sage. Junto al quinteto en Mi Bemol de Mozart, tocarán el brillante Divertimento para vientos y piano de Albert Rousell y varias racionalistas, perfectas y antirrománticas obras de Francis Poulenc. El 17 de ese mes dará su primer concierto para el ciclo Música para el Fin del Milenio el Quinteto Ceamc, con obras de Wolfgang Rihm, Edgar Varése, György Kurtag, Franco Donatoni e Igor Stravinsky y el 22, en el Colón, será la primera función de una de las óperas fundamentales del siglo XX, Pelléas et Mélisande de Debussy, con Frederica von Stade, la dirección de Armin Jordan y puesta de Jorge Lavelli. El 30 de junio y el 1º de julio llegará la Orquesta della RAI, dirigida por Eliahu Inbal (para Harmonia) e incluirá la Sinfonía Nº 1 de Mahler 1 y la décima de Shostakovich. El barítono Víctor Torres, acompañado por el pianista Fernando Pérez, dará el 14 un recital con canciones de Chabrier y Ravel, incluyendo además el Dichterliebe de Schumann (Festivales). El 15 será la segunda presentación del Quinteto Ceamc (obras de Febel, Berio, Boulez y Bartók) y la tercera será el 19 del mes siguiente, con composiciones de Berg, Webern, Manolo Juárez y Górecki. El 24 de agosto tocará el Cuarteto Vermeer, junto al oboísta Alex Klein (Harmonia), y estrenarán aquí el Cuarteto Fantasía de Benjamin Britten. El 16 de setiembre, el Octeto de Cuerdas de la Filarmónica de Berlín tocará el Octeto Op. 11 de Shostakovich (Mozarteum) y el día siguiente será la primera función de la ópera La ciudad muerta, de Erich Korngold, un emigrado europeo que se hizo famoso como compositor de Hollywood, con la dirección del experto Stefan Lano. La Sinfonía Nº 9 de Mahler estará en el programa que hará la Royal Philharmonic Orchestra, dirigida por Danielle Gatti, el 25 de ese mes (Harmonia). Y otra de las grandes orquestas que llegará este año a Buenos Aires, la Filarmónica de Viena, con la conducción de Lorin Maazel, interpretará la Suite del pájaro de fuego de Stravinsky y la Rapsodia española de Ravel (el 9 de octubre), y Así habló Zarathustra de Richard Strauss (el 10) para el Mozarteum. El 28 y 29 de ese mes estará la Freiburger Barockorchester, dirigida por Gottfried von der Goltz (Festivales), y entre las obras de su repertorio está la maravillosamente visionaria Sinfonía en Si Menor de Carl Philipp Emanuel Bach. El 1º y 2 de noviembre, la Filarmónica de Oslo que dirige Mariss Jansons, con el violinista Gidon Kremer como solista (Mozarteum), hará la primera de Mahler y el plúmbeo Concierto para violín de Philip Glass.
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