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Por Felipe Yapur Sin alternativas para lograr la tan ansiada re-reelección y sin voluntad para reconocerlo expresamente, el menemismo hará a través de la Justicia un paso hacia la definitiva renuncia presidencial. Hoy, cuando Carlos Menem regrese de Italia, recibirá de manos del ministro del Interior, Carlos Corach, un escrito que espera su aprobación. Es un fundado texto de 47 fojas que está listo para ser enviado al juez cordobés, Ricardo Bustos Fierro, en respuesta a un pedido del propio magistrado. Si Menem lo aprueba (y aunque en Interior lo nieguen es evidente que fue el Presidente quien ordenó su confección), el Gobierno informará al juez que la cláusula constitucional que impide la segunda reelección de Menem es perfectamente válida. El pedido no obliga al juez, pero es una señal muy clara. No es una renuncia, pero sí un gesto público: el Presidente cada vez está más lejos de su fantasía favorita. La presentación se hace ante un pedido de Bustos Fierro para que el Gobierno dictamine si la Constituyente del 94 se excedió en sus facultades al limitar a Menem a dos mandatos consecutivos. Esa supuesta autolimitación era el forzado fundamento del reclamo que impulsado por José Manuel de la Sota formuló el PJ cordobés. Al contestar que los constituyentes no se excedieron, el Gobierno abre una generosa puerta para que Bustos Fierro rechace el recurso, archive el expediente y de una forma elegante y oblicua ponga fin a la aventura reeleccionista. Al fin y al cabo, alegarán los menemistas, el Presidente nunca dijo que la ambicionara. La movida de Interior brota en un momento de extrema debilidad interna del menemismo. La derrota del saadismo en Catamarca y los fallos en contra de la re-reelección en la Corte fueron duros golpes. Pero el knock out vino de la mano de Carlos Reutemann. El no del Lole fue suficiente como para cortar cualquier hilo de esperanza que existiera entre los funcionarios de la Casa Rosada. No puede saberse si éste es el definitivo adiós de Menem, quien siempre tiene un naipe más dentro de la manga. Por lo pronto, esta vez no habrá una declaración formal como fue en julio de 1998. No hay despedida, entre otros motivos porque, si la hubiera, nadie la creería. Duhalde ya dijo varias veces que el desistimiento del jefe de Estado fuera ante los miembros de la Corte. Una condición casi hiriente, que jamás aceptaría Menem cumplir, es por ello que la alternativa Bustos Fierro fue vista con buenos ojos. No era necesario llegar a esta situación, pero el menemismo se lo buscó. Lo ideal hubiera sido que la Corte se expida en todas las causas que tiene por la re-reelección, pero analizando el fondo de la cuestión, la inhabilitación constitucional. Si así hubiera sido, el Presidente no se habría expuesto a este desgaste, confió a este diario un operador duhaldista poco después de enterarse de la novedad. El recurso ante Bustos Fierro es, hasta ahora, la última jugada que le quedaba al menemismo para conseguir por vía judicial una habilitación que le niega claramente la Constitución. Pero ese camino sufrió varios reveses recientes. Al día siguiente de la derrota de Saadi en Catamarca, la Corte rechazó media docena de recursos de amparo que pedían la habilitación para un nuevo mandato del riojano. Fue tan claro que las resoluciones se hicieron públicas al día siguiente de la derrota catamarqueña. Eso sí, los jueces del alto tribunal sólo objetaron la legitimidad de las presentaciones y los únicos que votaron en contra de la cuestión de fondo fueron dos, Enrique Petrachi y Gustavo Bossert: Menem no está habilitado. De todas formas ya presagiaron el final. La decisión fue difícil de tomar; el menemismo se encontró solo como nunca en sus diez años de reinado. El Tren de la Esperanza que realizaron Duhalde y Ramón Ortega y las adhesiones que recogieron de los gobernadoresjusticialistas que visitaron el convoy demostraron que el Presidente ya no tiene la fuerza de antes. Pero en el duhaldismo nadie canta victoria, tal vez recuerden la vieja frase del general Perón: En política nadie se jubila. Es por ello que esperan que todo se concrete para emitir una declaración oficial que puede llegar a incluir la suspensión del plebiscito del 25 de abril. Hace once meses un hombre clave del menemismo confiaba a este diario cuál era la estrategia para lograr la re-reelección. Este operador consideró en su momento que Duhalde no contaba para nada y que estaba terminado. En ese momento el candidato muleto de Menem era Ortega. Pues bien, el menemista relató que existían dos escenarios posibles. El primero de ellos era el mejor. Marzo o abril del 99 eran los meses elegidos para que la Corte interprete la cláusula novena. Los magistrados decían que éste era el primer mandato del Presidente y el escándalo se diluía en la campaña electoral. Si Menem triunfaba, los pataleos de la Alianza eran historia. El segundo escenario era el negativo: la Corte no revisa la cláusula, pero Menem se escinde del candidato del PJ que, en caso de ser derrotado, no afecta al riojano y se transforma en el jefe de la oposición con chances para volver en el 2003. Si el menemista releyera sus declaraciones a Página/12 de hace un año, podrá decir que casi no se equivocó, pero las cosas no están saliendo como ellos las planearon. Duhalde continúa en carrera y lo hace junto a Ortega; Reutemann se bajó de la campaña y las encuestas no muestran tan atrás al PJ de la Alianza. Mientras tanto, en el duhaldismo ya se especula con la realización de un nuevo congreso partidario donde se nombren las autoridades de acuerdo con la nueva correlación de fuerzas y, si es posible, consagrar la fórmula presidencial sin realizar internas.
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