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SHELL PAGARIA U$S 3800 MILLONES POR EL HOLDING PETROLERO LOCAL
Pérez Companc con cartel de venta

En la city dan por segura la operación. Las dos empresas se llamaron a un sugestivo  silencio. Otro grupo que abandona el barco.

Gregorio “Goyo” Pérez Companc. Se desprende del holding petrolero para hacer negocios con la familia.
La venta se enmarca dentro de la creciente concentración que se verifica en el mercado petrolero.

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Por Claudio Zlotnik

t.gif (862 bytes) Pérez Companc, uno de los grupos económicos líderes de la Argentina, habría pasado a manos de la anglo-holandesa Shell. El holding, que en diversas oportunidades salió a desmentir cuando una versión empezaba a circular por el mercado, esta vez hizo silencio. La misma actitud tuvo la petrolera extranjera. Ante consultas de este diario, varios responsables de analizar la situación de las empresas desde los bancos de inversión le pusieron precio a la operación: entre 3500 y 3800 millones de dólares por el 60 por ciento de las acciones del conglomerado que está en manos de la familia Pérez Companc. El resto se encuentra distribuido entre inversores bursátiles.
La eventual adquisición de Pérez Companc por parte de Shell forma parte del mismo fenómeno que involucra a varias compañías petroleras en todo el mundo, por el cual los gigantes absorben a las más pequeñas en un contexto con valores mínimos del crudo. Anteayer, por ejemplo, se supo que la inglesa BP Amoco –la tercera más grande del sector a nivel mundial– negocia la compra de la estadounidense Arco. Y hace tres meses se fusionaron las mayores petroleras de los Estados Unidos: Exxon y Mobil. En el campo local, Repsol acaba de apoderarse del 14,99 por ciento de YPF y la española quiere hacer una oferta por el total del paquete accionario de la ex compañía estatal. Por otra parte, la ofensiva de Shell dejaría en evidencia otro fenómeno de la realidad argentina de la Convertibilidad: la extranjerización de la economía.
La operación le permitiría a Shell consolidarse en el negocio de la exploración y explotación de pozos gasíferos y petroleros en la Argentina, al que complementaría con su participación en el mercado minorista de combustibles, a través de 1100 estaciones de servicio, y de refinamiento. Como antecedente de su interés por el negocio del upstream (exploración y explotación) figura la reciente compra de dos áreas gasíferas a Comercial del Plata, del grupo Soldati. Pérez Companc opera yacimientos de gas y petróleo en la Argentina, Venezuela, Bolivia y Perú y explora además en Brasil y Ecuador.
En los últimos meses, Pérez Companc se acostumbró a mover el tablero empresario. Hace apenas quince días se desprendió del 80 por ciento de su participación en YPF por 163 millones de dólares. Antes ya había dejado la constructora SADE, su porción en Metrogas y se retiró del proyecto petroquímico Profertil. También le vendió a George Soros Alto Palermo (incluyendo el shopping y el Hotel Intercontinental). Aún retienen paquetes en Telecom, Edesur y en la Transportadora de Gas del Sur, entre otros activos (ver aparte).
No fueron aquéllos los únicos movimientos de los Pérez Companc. La familia, administradora de un fondo de inversión que opera en forma separada del holding, construyó en poco tiempo la principal alimentaria del país. La compra más resonante fue la de Molinos a la que siguió, a mediados de enero, la de la láctea cordobesa La Paulina. Antes ya tenían la santafesina Molfino.

 

Adiós a los grupos locales
Por Julio Nudler

Primero la Argentina se quedó sin empresas (ni bancos) del Estado. Después la Argentina empezó a quedarse sin empresas privadas argentinas (ni bancos). A partir de lo cual, a los próximos ministros de Economía les pasarán tres cosas. Una es que no encontrarán botones que apretar cuando quieran operar en algún sector. Otra es que no tendrán nada para vender cuando necesiten desesperadamente plata. Y la última es que no hallarán interlocutores: del otro lado del teléfono habrá sólo un manager, dependiente a su vez de otro manager más poderoso en el exterior. Por tanto, la política económica se reducirá –en realidad, ya se ha reducido– a un juego de señales.
El diálogo personal, la reunión decisiva con los capitanes de industria, las apuradas cumbres Estado-establishment en una crisis forman parte del pasado. Su lugar lo han tomado las señales, a las cuales responden los mercados y los administradores de fondos según la interpretación que hagan de ellas. No hay multinacional que tenga ninguna predisposición especial –ni aversión– a invertir en la Argentina en lugar de hacerlo en Nigeria o Macedonia. La defunción del empresariado autóctono globaliza definitivamente las decisiones.
Tras la disolución o metamorfosis de grupos como Bunge & Born, Macri y Astra, y la amenaza que se cierne sobre Soldati o Fortabat, la eventual venta de Pérez Companc puede convertir a la Bolsa porteña en un fantasma, sin que nadie –fuera de agentes y corredores– derrame por ella una lágrima. Desaparecería el papel más operado, de un conglomerado que nunca quiso cotizar en Wall Street. La multinacional que lo absorba seguramente retirará la acción de un mercado que nadie ve apto para captar capitales.
¿Por qué razón las cosas nunca resultan como se dijo que resultarían?
Diez años atrás se explicó que el Estado no servía para empresario, y comenzaron las privatizaciones. Ahora se ve que, con apertura, globalización y política económica señalera, los empresarios privados argentinos sólo pueden subsistir en sectores “naturales”, como la agroalimentación, o en nichos desdeñados por las transnacionales. ¿Qué tradicional familia empresaria argentina puede sentirse capaz de enfrentarse –estratégica, tecnológica y financieramente– con la Shell, por ejemplo?
La inserción argentina en el mundo va cumpliéndose inexorablemente, aunque nadie explicó al principio que consistía exactamente en esto.

Otro grupo que liquida

El grupo Soldati sigue profundizando su proceso de desinversión, para hacer frente a sus abultados pasivos, que rondan los 700 millones de pesos. Ayer anunció la venta de la totalidad de su participación accionaria en Gas Natural Ban, en la que participaba a través de la Compañía General de Combustibles (CGC). Esta firma participaba con el 28 por ciento en Invergas, compañía que a su vez detenta el 70 por ciento de la distribuidora del norte bonaerense. La operación se concretó en 73,5 millones de pesos. El comprador fue Lousiville Gas and Electric Company (LG&E), empresa estadounidense que ya participa en el negocio de la distribución de gas en Argentina con tenencias accionarias en Gas del Centro y Gas Cuyana. Con esta compra, la compañía se convirtió en el tercer mayor inversor directo extranjero en ese mercado. Gas Natural Ban, en tanto, es la segunda mayor distribuidora gasífera del país, con más de un millón de clientes en la zona norte de la provincia de Buenos Aires.

 

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