Siempre me pregunté quién les escribe los discursos a los
políticos. Hace un tiempo conocí al señor Almayer, director de la agencia Cicerón
S.A., que se especializa en proveer discursos. Aproveché la oportunidad para investigar.
¿Cómo trabajan? ¿Tienen un cuerpo de redactores expertos en el tema? ¿Poseen un
archivo de discursos? ¿Se basan en modelos clásicos?
No precisamente me contestó Almayer, nuestro método es más creativo.
Aprovechamos todo tipo de elementos, muy a menudo material que en principio se podría
calificar como de descarte, y que otras agencias competidoras dedicadas a este mismo rubro
ni siquiera se dignarían considerar.
¿A qué llama material de descarte?
La lista es interminable. Le nombraré, eligiendo al azar, algunas de las fuentes
inspiradoras: el prospecto de un medicamento, la publicidad de una pomada para zapatos,
frases de películas, textos literarios, folletos de todo tipo, fábulas, canciones,
refranes, poesía gauchesca, que es especialmente buena para los oradores del interior.
¿Cómo rescatan ese material?
Hemos combinado la búsqueda tenaz del científico con el arte del orfebre. Nuestro
lema es: Discreción e imparcialidad. A nuestros usuarios les garantizamos elocuencia y
persuasión. Justamente estamos ultimando los detalles del discurso que un alto
funcionario pronunciará mañana en la inauguración de un geriátrico comunal.
¿Podría mostrarme algunos párrafos?
Es material confidencial, pero haré una excepción.
Muy amable de su parte.
La frase que leeré en primer término pertenece a la etiqueta de un envase de sal
gruesa y dice así: Esta sal, blanca, purificada, tiene su origen en salinas donde
la naturaleza realiza el proceso de cristalización en forma natural y armónica.
Cambiando algunos términos queda: Esta comunidad, creativa, generosa, se
ennobleció en el ejercicio de la solidaridad, como en las salinas la naturaleza realiza
el proceso de cristalización en forma natural y armónica.
Notable.
Parece fácil, pero hay que seleccionar adecuadamente, se necesita tener el ojo
avezado. Cierta recóndita familiaridad del texto permite que el público se identifique
con el discurso. Acá tenemos otro ejemplo. Prospecto de un antirreumático: Está
especialmente indicado para el tratamiento de las crisis dolorosas, agudas, que requieren
una inmediata regresión de los síntomas. Queda: La aplicación de estas
medidas está especialmente indicada para el tratamiento de una crisis dura y dolorosa
como la que azota al país y que requiere una inmediata regresión de los síntomas.
Absolutamente sorprendente.
Otro más. Está sacado de Fútbol, dinámica de lo impensado, de Dante Panzeri.
Original: Los jugadores viejos que se han retirado del fútbol en todo sentido que
vaya más allá de ir a ver un partido de vez en cuando, están de acuerdo en que el
fútbol nuevo es una falsedad y que además es muy malo. Elaborado, se integra al
discurso de esta manera: Los políticos de mentalidad obsoleta, que se han retirado
de la lucha en todo sentido que vaya más allá de analizarla de vez en cuando desde sus
sillones, están de acuerdo en que nuestra política es una falsedad y que además es muy
mala.
Estoy cada vez más estupefacto.
Vea lo que sigue, tomado de Mitología germánica, de Branston: La suprema
ironía está en que los dioses saben sobradamente que el mal anida entre ellos y
reconocen su incapacidad para hacerle frente. Acá cambiamos un solo término, en
lugar de dioses ponemos detractores.
Extraordinario.
La visión de un auditorio bramando de entusiasmo es nuestra mejor recompensa. La
que viene ahora es una cita textual, la tomamos sin introducir variantes, a veces nos
permitimos esa licencia: Dejo a cada uno que juzgue libremente y no pretendo
castigar a los presuntuosos e ignorantes más que con su propia ceguera y errores, que la
historia juzgará y que ellos conservarán como penitencia.
No me diga nada, reconozco el tono: Perón.
No. Sendivogius, alquimista: Carta Filosófica. Le leo el final del discurso:
Creo en la inmortalidad, no en la inmortalidad personal, pero sí en la de los
pueblos. Seguiremos siendo inmortales, más allá de nuestra muerte corporal queda nuestra
memoria, y más allá de nuestra memoria quedan nuestros actos, nuestros hechos, nuestras
actitudes en las lides políticas, que seguirán contribuyendo para la grandeza de la
patria.
Un bello pensamiento.
Jorge Luis Borges: Disertación sobre la inmortalidad. Por supuesto le cambiamos
algunas palabras. Esperamos que haya muchos aplausos en el geriátrico.
Bello, fantástico y sencillo. Es injusto que la de ustedes sea una tarea anónima.
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