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OPINION
Los cuatro Menem
Por Eduardo Aliverti

Hay cuatro hipótesis centrales acerca de lo que es o parece ser la obsesión presidencial por acceder a un tercer mandato. Y la mayoría de los analistas juzga que sólo una de ellas es la verdadera, o la más importante, aunque no hay coincidencia sobre de cuál de las cuatro se trata. La primera y más difundida dice que Menem sin duda quiere ser reelecto, pero que además cree poder lograrlo a pesar de todos los obstáculos. Se afirma también que su deseo y su creencia resultaron motoriza-dos por el inmenso vacío que dejó la Alianza. Y por último, se sostiene que, aun cuando la convicción del Presidente no fuese tal, hay el dato objetivo de que sus jugadas le permiten seguir ocupando el centro de la escena.
Una segunda hipótesis –la más psicologista– se limita a afirmar que Menem es un hombre con vocación enfermiza de poder. Que así lo revelan un cúmulo de frases, gestos y actitudes de carácter mesiánico. Que él mismo lo desnuda cuando declara sentir-se una suerte de enviado de Dios. Que quienes lo rodean lo saben, pero no se animan a decírselo. En este razonamien-to, públicamente, llegó a ano-tarse Raúl Alfonsín: sugirió que el jefe de Estado está mal de la cabeza.
Tercera: Menem hace rato que dejó de creer en la opción de ser reelegido pero necesita tensar la cuerda al máximo para que Duhalde y la Alianza se sienten a negociar con él las condiciones de su abandono, en términos de asegurarle que después de octubre no vivirá desfilando por los tribunales. Seguro de que ni el duhaldis-mo ni los aliancistas modifica-rán el mapa económico, piensa que cualquiera de ellos, por razones distractivas, dedicará esfuerzos a ponerlo preso.
Cuarta: todo lo que hace Menem tiene por objeto divi-dir al peronismo, conducirlo a la caída electoral, acusar a los vencidos de mariscales de la derrota y desde allí erigirse jefe natural de la oposición.
Un análisis ligero de este cuarteto hipotético lleva a pensar que son variantes opuestas. Sin embargo, un poco de profundización descubriría que el complemento no sienta nada mal: a) Menem apuesta a la recontraelección hasta último momento porque lo quiere y porque, crea o no en lograrla, gana tiempo sin perder poder; b) lo hace a su manera porque efectivamente está agarrado al sillón de modo enfermizo; c) para un hombre de esas características sería insostenible el ostracismo de manipulación judicial al que está seguro que se verá sometido, porque conoce esa medicina de tanto aplicarla, y d) lo mejor para evitarlo es la derrota del peronismo, porque volvería a ser su jefe indiscutido.
¿Dónde están las contradicciones?

 

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