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Patricia Walsh, hija del periodista y escritor Rodolfo Walsh, asesinado durante la última dictadura militar, es la candidata a presidenta por Izquierda Unida, un acuerdo entre el Partido Comunista (PC) y el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST). Luego de varias semanas de reuniones, ambos partidos creen haber logrado su objetivo: encontrar a una figura independiente y que venga de afuera de las estructuras partidarias tradicionales. Por ahora, a Walsh la designaron precandidata, es decir que se intentaría agrupar a otras fuerzas de izquierda, aunque será la oradora central del acto de IU del 1º de mayo. Walsh, que es psicóloga social y pertenece a la agrupación HIJOS, tendrá un desafío aún más difícil que alinear detrás de su figura a todas las fuerzas de izquierda: en las elecciones presidenciales de octubre deberá mejorar los últimos resultados electorales de la izquierda, que vienen cayendo estrepitosamente desde 1995. Por ejemplo, los partidos de izquierda tuvieron su peor performance en las últimas elecciones de Catamarca, en donde perdieron el 70 por ciento de los votos que habían obtenido en los comicios de renovación parlamentaria apenas dos años atrás, en 1997. La elección de Walsh como candidata fue pensada por la dirigencia del MST y del PC en función de la experiencia que tuvieron en 1995, cuando presentaron a Pino Solanas como candidato presidencial. Para ellos, y a pesar de que en esa oportunidad los resultados no alcanzaron para consolidarse electoralmente, fue una experiencia altamente positiva porque consideran que una figura extrapartidaria es la forma más viable para lograr la unión de una parte de la izquierda argentina. Solanas ahora está alejado y lo propio ocurrió con la otras figuras públicas conocidas, Luis Zamora y Marcelo Parrilli. Igualmente, los próximos pasos que dará la coalición estarán dirigidos hacia la búsqueda de un consenso lo más amplio posible. En este sentido ya empezaron las negociaciones con otros partidos como Patria Libre y el Frente de la Resistencia, quienes deberán aprobar la precandidatura de Walsh. Donde seguramente encontrarán dificultades para lograr un acuerdo electoral será con el Partido Obrero (PO), que históricamente se negó a compartir proyectos con otras fuerzas. En el PO se jactan de ser la principal fuerza de izquierda sin necesidad de alianzas. Y sustentan esta afirmación comparando su desempeño electoral con el de Izquierda Unida en las últimas elecciones en Córdoba y Catamarca en donde presentándose solos le ganaron a la alianza del MST y del PC. Pero este optimismo tampoco les alcanza para pensar que la pérdida de votos de la izquierda no los va a afectar: en las últimas elecciones de Córdoba, a fines del año pasado, el PO perdió dos tercios de los votos que había alcanzado en 1997. Según un alto dirigente de este partido la estrategia para octubre apunta a capturar los votos de lo que ellos consideran la gran masa de trabajadores peronistas desilusionados. Para conseguir esto, convocaron, para el 17 de abril, a todos los movimientos sociales para empezar a delinear su fórmula presidencial. El panorama de los partidos de izquierda frente a las próximas elecciones nacionales es, para propios y extraños, desalentador. Altos dirigentes del PC creen fundamental llegar a un acuerdo con todo los partidos, incluido el PO, para por lo menos meter algún diputado nacional o un legislador porteño, que les dé aire para posicionarse nuevamente ante la opinión pública. Hay que recordar que desde 1995 ningún representante de la izquierda argentina ocupa algún cargo parlamentario. Solamente Floreal Gorini, dirigente del PC, ocupó por un muy breve período la banca de diputado cuando la hoy aliancista Graciela Fernández Meijide pasó al Senado. Informe: Damián Szvalb.
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