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EL CONFLICTO ENTRE LA OTAN Y SERBIA LLEGA AL FUTBOL
Yugoslavos de las canchas, uníos

El fútbol es la continuación de la guerra por otros medios. Al menos eso piensan los jugadores yugoslavos en equipos europeos.

Pedrag Mijatovic (9), Branko Brnovic (6) y Dra Stojcovic (10) en el Mundial del año pasado.
Ahora, no volverán a jugar “hasta que sus familias salgan de los sótanos donde se refugian”.

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Por Martin Thorpe desde Londres

t.gif (862 bytes) Cuando Sasa Curcic, del equipo de fútbol inglés Christal Palace, volvió el jueves por la noche a Downing Street, residencia del primer ministro laborista Tony Blair, para protestar contra los ataques aéreos de la OTAN, se cumplió una semana de irritadas reacciones de los jugadores yugoslavos que juegan en Europa. El miércoles por la noche un serbio que juega en la liga surcoreana, Sasa Drakulic, mostró una remera que decía “Paren a la OTAN” después de hacer un gol. Lo mismo hace el yugoslavo internacional Dragan Stojkovic cada vez que sus compañeros en el equipo japonés de Nagoya hacen un gol.
En Inglaterra, el mediocampista nacido en Belgrado Curcic salió en todos los titulares al exhibirse con un mensaje similar a lo largo de Selhurst Park antes del partido de Christal Palace con Bradford City, el domingo pasado. Y aunque la Uefa criticó a estos jugadores por mezclar el fútbol y la política, evitó amenazar con sanciones. A Curcic y a su compañero serbio en el Palace, Gordan Petric, los dejaron en el banco de suplentes en el partido contra Bradford y Palace también prometió no jugar hasta que no termine la guerra. Sin embargo, Curcic ya habló el viernes con el manager Steve Coppel “para decirle que estoy listo para jugar contra Norwich”.
El arquero de Charlton, Sasa Ilic, dice que jugará; Dejan Stefanovic de Sheffield boicoteará el partido contra Coventry. Ayer la Asociación de Fútbol yugoslava negó los informes que sostenían que la Uefa la estaba investigando por incitar a sus jugadores europeos a boicotear los partidos. Sin embargo, esto entra en contradicción con lo que dijo Dragoje Lekovic, un jugador de la segunda división del club Málaga. Lekovic explicó su ausencia de la cancha “no estoy jugando porque mi federación no me lo permite”.
En España, cinco jugadores yugoslavos no jugarán este fin de semana. Pedrag Mijatovic del Real Madrid, Albert Nadj de Oviedo, el ex goleador del Aston Villa –ahora del Zaragoza– Savo Milosevic, Goran Djorovic de Celta Vigo y Slavisa Jokanovic de Tenerife manifestaron delante de la embajada de Estados Unidos en Madrid la semana pasada. Mijatovic, envuelto en una bandera yugoslava, anunció que él y sus compañeros no jugarán “hasta que sus familias salgan de los sótanos donde se refugian”.
Los otros 12 jugadores yugoslavos en clubes españoles de primera división podrían unirse al boicot. Entre ellos están Dejan Stankovic y Velko Paunovic de Real Mallorca.
El director técnico del Atlético de Madrid, el yugoslavo Raddy Antic, que lució un brazalete blanco en un amistoso en Middlesbrough la semana pasada, dijo que “es mejor mostrar jugando lo que uno siente”. En los equipos españoles de segunda división, la mitad de los 23 jugadores yugoslavos no jugó, mientras que la mayoría del resto llevó brazaletes negros. En Italia, la federación permitió a los jugadores yugoslavos llevar brazaletes negros.
En Alemania, los jugadores del Stuttgart Sreto Ristic y Kristjian Djordjevic pidieron no jugar el fin de semana, diciendo que “estaban demasiado preocupados por sus familias como para poder dar lo mejor de ellos”. Los otros 10 jugadores de la Bundesliga pretendían usar brazaletes negros durante los partidos del fin de semana, pero la Asociación de Fútbol alemán se los prohibió el viernes. Sin embargo, dijo que no habría sanciones contra los jugadores que decidieran no jugar.
Miroslav Stetic del Borusia Dortmund, que va a jugar, pidió a sus compatriotas que donen los premios por gol a fondos humanitarios en Yugoslavia. Los yugoslavos que juegan en Portugal escribieron alpresidente portugués Jorge Sampaio pidiendo que ponga fin a la participación de la OTAN en los ataques aéreos.
La acción más drástica fue en Francia, donde el goleador del Metz Vladan Lukic pidió a su club licencia por tiempo indefinido para volver a Yugoslavia. “Voy a ponerme al servicio de mi gobierno y hacer lo que me pidan”, dijo.

 

Suker golea a Milosevic

Ante las protestas de los serbios, otros jugadores de la ex Yugoslavia no se quedaron atrás y también se pronunciaron sobre un conflicto que los europeos, dicen, malinterpretan o directamente desconocen. El goleador del mundial ‘98, el croata Davor Suker, es compañero del líder de las protestas futbolísticas serbias en España, el goleador Pedrag Mijatovic. Cuando su equipo salió campeón, bailaron juntos de la mano en la plaza de la Cibeles en Madrid. Por no lo apoya en su defensa del régimen de Slobodan Milosevic. “Los serbios atacaron Eslovenia, después Croacia, y luego Bosnia. Ahora hacen guerra en Kosovo. Para mí, que soy croata, todo esto es difícil de justificar”, dijo Suker.

 

 

DERROCARIAN AL GOBIERNO Y PUEDE HABER GUERRA CIVIL
Montenegro en vías de golpe

Por Chris Bird y Richard Norton-Taylor desde Podgorica y Londres

t.gif (862 bytes) El gobierno de Montenegro, que se opone al presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, llamó a la calma ayer en medio de rumores de que unidades del ejército federal yugoslavo está preparando un golpe de Estado en la república. La tensión ha sido alta desde que la OTAN lanzó sus ataques contra Yugoslavia la semana pasada. Policías fuertemente armados leales al gobierno montenegrino, en uniforme de combate, cascos y chalecos antibalas, custodian edificios gubernamentales y centros de comunicaciones clave en Podgorica, la capital regional.
Uno de los principales hoteles de la ciudad está repleto de policías montenegrinos armados en espera un una potencial confrontación armada entre los montenegrinos leales a Milo Djukanovic, el líder prooccidental del territorio, y el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic. “Existe peligro serio de que incluso nuestro Estado desaparezca y se vea incendiado por la violencia”, dijo esta semana Djukanovic a la prensa. En un signo de que Milosevic está preparando el derrocamiento de Djukanovic, el líder yugoslavo destituyó el miércoles al comandante del ejército yugoslavo en Montenegro, general Radosav Martinovic, y lo reemplazó con un militar de línea dura, el general Milorad Obradovic. Los diarios favorables a Djukanovic sólo se atrevieron a mencionar el hecho ayer.
El gobierno británico dijo ayer que el reemplazo de Martinovic prueba que Milosevic está planeando un golpe. Edgar Buckley, un alto funcionario del Ministerio de Defensa, dijo que Milosevic podía confiar en que el general Obradovic –subjefe del Estado Mayor del ejército federal yugoslavo– cumpliera sus órdenes. “Estas movidas deben ser reconocidas como lo que son: una conspiración para desbancar al gobierno democráticamente elegido”.
El mariscal del aire sir John Day, subjefe del equipo de defensa responsable de operaciones, afirmó que los únicos blancos militares atacados por la OTAN en Montenegro formaban parte del sistema de defensa antiaéreo yugoslavo. “Lamentamos tener que hacer esto”, afirmó.
Los serbios oficialmente constituyen un 9 por ciento de la población, pero las identidades étnicas están confundidas, y muchos montenegrinos, especialmente en el norte, se consideran serbios. Montenegro, con 650.000 habitantes, ha vivido con tranquilidad las guerras que incendiaron la vieja Yugoslavia de Tito. Pero los ataques aéreos de la OTAN han dejado a esta república del sur y sus estratégicos puertos en el Mar Adriático en manos de Djukanovic, que fue partidario de Milosevic pero que ahora –y a partir de los débiles intentos de evitar que asumiera el poder después de las elecciones del año pasado– se ha convertido en un crítico duro, especialmente sobre Kosovo.
Pese al flujo de refugiados de la etnia albanesa desde Kosovo, Djukanovic, de 37 años, se ha negado a poner a la república en pie de guerra como lo hizo la vecina Serbia. Mientras suenan las sirenas de alarma aérea las calles de Podgorica siguen llenas de automóviles. Se puede comprar combustible sin problemas, en contraste con lo que ocurre en la capital serbia, donde han cesado las ventas.
Si bien las dramáticas montañas y los abruptos desfiladeros de Montenegro pueden ofrecer una fuerte defensa natural contra Serbia, el II Cuerpo de Ejército de Belgrado, leal a Serbia, tiene 10.000 soldados bien equipados en la república, que el gobierno de Montenegro teme que sean usados para tomar el poder. “Tenemos la absoluta certeza de que la OTAN no está golpeando blancos civiles, ni tampoco blancos militares montenegrinos”, dijo un funcionario montenegrino. Pero Djukanovic, de acuerdo con sus partidarios, se debilita con cada nuevo ataque aéreo contra Montenegro. “La sociedad montenegrina está profundamente dividida, es muy sensible”, dice uno de esos partidarios. Un soldado del ejército yugoslavo fue muerto y tres fueron heridos en ataques de la OTAN esta semana. Una vez más se está pensando en la posibilidad de un regreso a la independencia, perdida en 1918. “Acá nos sentamos a tomar café y mirar al mundo que pasa a nuestro lado –dijo un experimentado observador montenegrino en un bar–. Pero el peligro de guerra civil es real.”

 

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