Por Claudio Uriarte |
Desde el punto de vista mediático, tanto la OTAN como Yugoslavia están librando una guerra de primera. Esto era de esperarse en el caso de la Alianza Atlántica y de Estados Unidos, sociedades multimediáticas si las hay, pero no en el segundo, una sociedad cerrada que sin embargo ha encontrado un punto de afirmación vital en la unidad contra la agresión. Comencemos por Yugoslavia. Desde el comienzo, el manejo de las escenas ha sido brillante. Primero vino el espectacular concierto de rock en el centro de Belgrado, con manifestantes portando blancos y desafiando tanto los bombardeos como las alarmas antiaéreas. Después, Slobodan Milosevic apareció en TV charlando amigablemente con Ibrahim Rugova, el presidente de los albano-kosovares, que un día antes había pedido el cese de los ataques de la OTAN. La Alianza dice que las tomas de la conversación pueden datar de algunos años atrás, pero el llamado de Rugova el día anterior fue inconfundible. El broche de oro se tuvo con la formación de cadenas humanas para defender el puente que une Belgrado a los suburbios, en que centenares de jóvenes con blancos en los pechos desafiaron a los mismos misiles que esa misma noche habían destruido los ministerios del Interior de Yugoslavia y Serbia. El concierto de rock se repitió todos los días, mientras funcionarios de Milosevic concedían reportajes de tono muy razonable a la prensa occidental. Para rematar, ayer dijeron que los tres soldados norteamericanos capturados el jueves no serían juzgados, sino liberados cuando terminaran los ataques. Esto no era Syldavia, el oscuro y siniestro país totalitario de las historietas de Tintín, sino un pueblo heroico en lucha de David contra Goliat. Diez puntos en comunicaciones al matón de los Balcanes. La OTAN tampoco estuvo mal, también con datos de la realidad. El argumento visual más fuerte fue la contemplación de las decenas de miles de refugiados albano-kosovares en la frontera de Kosovo con Macedonia, a lo que anteayer se sumó un video de la BBC documentando atrocidades serbias en la provincia rebelde. Yugoslavia denunció esto último como una fabricación, pero el peso de la escena de los refugiados, que no se veía en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, está inclinando a la opinión pública norteamericana, británica y francesa en favor de la entrada en acción de las tropas terrestres. Así como el pueblo serbio limpió de totalitarismo a Milosevic, el albano-kosovar restó a la causa de la OTAN su frialdad de videojuego. Permanezca sintonizado.
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