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OPINION

Combatiendo en Capital

Por Mario Wainfeld


t.gif (862 bytes)  En 1995 la fórmula Carlos Menem-Carlos Ruckauf perdió por apenas 52.000 votos en la Capital Federal contra la archifavorita José “Pilo” Bordón-Carlos “Chacho” Alvarez y Menem ganó holgadamente la elección nacional. En las legislativas de 1997 la Alianza, encabezada por Carlos “Chacho” Alvarez superó por más de 730.000 votos sobre la lista de Daniel Scioli y esa abismal diferencia determinó que en el total nacional la oposición doblegara al oficialismo. Si la Alianza repite en la elección presidencial de este año su desempeño del ‘97, la Reina del Plata puede ser la clave de su victoria.
La Alianza, que adelantará la elección para jefe de Gobierno para unificarla con la presidencial, quiere (y hasta debe) arrasar de local, misión no imposible pero sí espinosa. El peronismo porteño parece dispuesto a facilitarle las cosas. Al menos eso sugiere la interna que realizará el domingo próximo. El menemismo –el propio gabinete nacional– se presenta dividido en dos listas. Una postula al ministro Raúl Granillo Ocampo para jefe de Gobierno, al ministro del Interior, Carlos Corach, para la senaduría y Miguel Angel Toma encabeza la lista de diputados. En otra el senador Mario “Pacho” O’Donnell compite con Granillo, la secretaria de la Función Pública, Claudia Bello, enfrenta a Corach y el ministro de Trabajo, Antonio Erman González, puntea la lista de diputados. La atomización de los –de por sí no muy convocantes– candidatos del Gobierno ha favorecido las chances de la lista duhaldista que postula a Jorge Argüello para jefe de Gobierno, Julio Bárbaro para senador y Roberto Digón para primer diputado. El fraccionamiento del menemismo es hijo de la desesperación de sus cuadros por garantizarse bancas parlamentarias para hacer más llevadera su retirada de la Rosada.
Las encuestas para las internas abiertas son poco fiables porque, en general, hay mucha gente que asegura su asistencia y que en definitiva no participa lo que impide proyectar bien el voto independiente. Pero, hasta ahora, los números sugieren paridad con una mínima ventaja de Granillo. Algunas (como las que se publican hoy en este diario) anuncian un brutal corte de boletas contra Corach, lo que puede pulsar la mala onda ciudadana con el ministro, pero difícilmente resulte una profecía ajustada en una primaria partidaria donde, a la larga, suele votarse lista completa.
Los peronistas aseguran que en su última interna votaron 38.000 personas y es sabido que en esas instancias suelen abultarse los datos. Y fueron casi todos afiliados. Si el domingo no consiguen atraer independientes, difícilmente superen los 40.000 votantes de verdad y el comicio sería una “guerra de aparatos” en la que la lista de Granillo tendría cierta ventaja. Por eso, todos los sectores están haciendo mailings, campañas telefónicas, grandes gastos en publicidad gráfica y televisiva y preparan una logística espectacular para mover independientes. No es fácil, pero quien consiguiera atraer el voto, digamos de 5 o 6000 personas, podría dar vuelta el comicio a su favor. El gasto per cápita que afrontarán las tres listas por esos sufragios será digno de ingresar en el libro Guinness de los records.
Parece improbable que tamaño esfuerzo derive en una lista competitiva con la de la Alianza. Para lograr algo similar, el duhaldismo tiene una jugada alternativa potente aunque algo compleja: la candidatura a jefe de gobierno de Domingo Cavallo. La sintonía política entre Cavallo y Duhalde (y también las de sus cónyuges) es proverbial y el ex ministro parece tener capacidad para atraer al electorado porteño de centro derecha y para complacer-contener a quienes valoran al peronismo más por sus políticas económicas y su “capacidad de hacer” que por el estilo menemista. Pero la candidatura de Cavallo debe salvar algunos escollos: sería muy complejo para el duhaldismo imponerla si pierde la interna y sería excesivo romper el PJ porteño para avalarlo. Y aun ganando, deberían vencerse resistencias internas dentro del PJ y Cavallo tendría que torcer el brazo a su compañero Gustavo Beliz a quien desde hace rato le reconoce esa candidatura. Pero, en la política argentina, las encuestas y la avidez porganar suelen prevalecer sobre los pactos preexistentes y las reglamentaciones internas. Si en julio o agosto el Mingo da bien en los sondeos, algún acuerdo previo, algunas enemistades históricas o alguna carta orgánica sangrarán y es casi seguro que competirá con el aliancista Aníbal Ibarra.

 

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