El domingo
por la noche se extinguió la anteúltima vida del escritor Simja Sneh. Tenía 84
años y fue sobreviviente de los campos de exterminio nazis en Polonia. Recuerdo las
fiestas en mi familia cuando era chico. Eramos, seguro, más de cien. Y sólo yo
sobreviví, le contó a Página/12 el día de su cumpleaños número 82. Después,
Simja sobrevivió a la guerra como soldado voluntario en el frente ruso y en el sur de
Italia como integrante de la Brigada Judía que luchó contra la maquinaria militar de
Hitler. Teníamos uniforme inglés, pero con una estrella de David y fuimos subiendo
por la península siguiendo a los nazis que huían derrotados. Yo ya estaba solo, sin
familia. Allí lo hirieron, estuvo en hospitales y al final salvó su vida de
milagro. En un tren en el que lo transportaban se encontró con un soldado holandés que
iba para una lejano país, la Argentina. Sneh escribió una carta de tres líneas, sin
dirección, dirigida a un amigo que sabía estaba en Buenos Aires. El holandés clavó la
carta en un bar de mala muerte de la calle 25 de Mayo e, increíblemente, su amigo Josef
Lenger pasó por el lugar y la vio. Lenger hizo gestiones para que Sneh viniera a Buenos
Aires, pero el cónsul argentino en Londres le negó la visa con un argumento simple:
Judíos por ahora no. Igual entró clandestinamente al país. Simja Sneh
también fue sobreviviente del atentado contra la AMIA: salió ensangrentado del edificio
aquel 18 de julio de 1994. Estaba en el primer piso escribiendo a máquina,
traduciendo mi obra y de golpe se produce un estruendo impresionante. Sólo recuerdo que
bajé entre los escombros, con mi cabeza llena de sangre. Después me desperté en el
hospital. |