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Por Juan Carlos Tizziani desde Santa Fe Estoy buscando un niño, quiero saber si nació vivo y si es así, quién lo tiene ¿qué sabe usted?. La pregunta de la fiscal federal Griselda Tessio desacomodó a Leopoldo Fortunato Galtieri y agudizó su ataque de amnesia cuando ayer tuvo que dar explicaciones ante la Justicia sobre el caso de María Carolina Guallane, la beba que un grupo de tareas secuestró en 1977 junto a su madre embarazada a término y 22 años después en noviembre último, supo su verdadero nombre: Paula Cortassa. Desde entonces busca a su hermano o hermana. No recuerdo absolutamente nada, era un cúmulo de hechos (sic) que se sucedían en el país y en la zona del II Cuerpo de Ejército, con el transcurrir de los años, no recuerdo. Realmente no recuerdo, respondió Galtieri, arrastrando las palabras. A pesar de la desmemoria, el ex dictador tuvo que rendirse ante una evidencia: reconoció el parte oficial que distribuyó el II Cuerpo para informar sobre un operativo realizado el 11 de febrero de 1977, en una finca de calle Castelli al 4500, donde según el Ejército cayeron dos mujeres que respondían a los alias de Leda y Cuca. Tarde o temprano, ese documento comprometerá a Galtieri y a sus subordinados: testigos que ya declararon en la causa aseguran que tres personas fueron secuestradas con vida de esa casa: una mujer embarazada, un hombre, y Paula, quien por entonces tenía 14 meses. Contra algunos pronósticos, Galtieri apareció ayer en el Juzgado Federal de Santa Fe, a sabiendas de que no corría riesgos de quedar preso. Lo citaron sólo como testigo para escucharlo, bajo palabra jurada. Así que llegó muy temprano, una hora y media antes de la audiencia, con lo cual se evitó preguntas molestas de los periodistas. Esperó hasta las 10 en una antesala y después, cuando estuvo cara a cara ante el juez federal Víctor Brusa, se escudó en la desmemoria y el olvido. No aportó nada a la causa, dijo más tarde la fiscal Tessio. Lo de ayer fue una típica postal santafesina. El juez se preocupó más por una causa en la que él mismo está imputado que por interrogar a fondo a Galtieri. La secuencia fue así: Brusa salió de los tribunales provinciales, donde varios testigos lo señalan como el piloto canoso de una lancha que arrolló al nadador Miguel Pedernera, el 8 de noviembre de 1997. Caminó dos cuadras hasta su juzgado, interrogó al ex dictador en menos de una hora. Y después volvió al Palacio de Justicia para seguir participando en la otra audiencia, pero ya no como juez, sino como principal sospechoso del accidente en la laguna Setúbal. Se sabe que Galtieri y Brusa comparten también un cartel en España, donde el juez Baltasar Garzón los imputó en la causa por genocidio, terrorismo y torturas. Ninguno de los dos puede salir del país. Cuando Tessio llegó a la testimonial, Galtieri ya estaba ubicado. Se puso de pie como un resorte, a pesar de sus 72 años, y taconeó los zapatos. La fiscal devolvió la gentileza con una sonrisa: por favor, quédese sentado, general..., le dijo. No puedo estar de pie si hay una mujer parada, respondió el hombre. En ese clima transcurrió todo. Después de jurar por la verdad, Galtieri dijo que desde octubre de 1976 hasta enero de 1979 actuó como comandante del II Cuerpo de Ejército con sede en Rosario. Mis funciones eran las que fijan las leyes, reglamentos, directivas y órdenes superiores, respondió. ¿El comando a su cargo recibía partes, oficios o comunicaciones sobre los procedimientos? ¿Dónde están esos documentos? le preguntó Brusa. Sí señor, correcto. De las zonas que abarcaba el II Cuerpo, desde las cataratas, Misiones (hasta San Nicolás) se recibían partes y oficios. En enero de 1979 entregué el comando y toda la documentación al general Jáuregui. Yo pasé a ocupar el cargo de comandante del Primer Cuerpo y luego fui comandante en Jefe dijo Galtieri, sin mencionar su último escalón en la dictadura. ¿Cómo comandante en jefe sabía usted dónde se reservaba la documentación de cada área y de cada cuerpo? quiso saber la fiscal. Naturalmente se mantenían archivadas en el escalón de mando correspondiente, es decir el Comando de Zona, el Comando de Cuerpo. Cada área conservaba su documentación. ¿Las áreas y los cuerpos enviaron los documentos a algún lugar en especial? insistió Tessio. La documentación quedó en cada escalón de mandos replicó Galtieri. Hasta junio de 1982 (fecha del retiro del ex dictador), ¿hubo alguna orden de destruir esos archivos? Que yo sepa no, yo no recuerdo haber dado ninguna orden de destrucción. A esa altura, Galtieri negó que hubiera librado órdenes expresas y precisas sobre procedimientos puntuales de la guerra sucia, como el de calle Castelli, donde secuestraron a Paula Cortassa y desaparecieron su madre embarazada, Blanca Zapata y su padre, Enrique Cortassa. Se impartían órdenes escritas generales que recibían los comandos de subzona. Para hechos puntuales, las órdenes las daban los escalones inferiores, en base a la situación de cada área y subzona, dijo Galtieri al endilgar responsabilidades hacia abajo. Antes, los ex subordinados, entre ellos el ex jefe del Area 212, coronel Juan Orlando Rolón, tiraron de la cadena de mandos. Ayer, Galtieri devolvió gentilezas. ¿Después del operativo en calle Castelli al 4500, el II Cuerpo recibió información? -preguntó Tessio. Sí. ¿Qué recuerda del caso concreto? No lo recuerdo. La fiscal intentó entonces un ejercicio de memoria. Preguntó si Galtieri conocía la identidad de las personas que cayeron en la casa de Castelli, entre ellas la beba (Paula Cortassa) y si sabía que Blanca Zapata estaba próxima a dar a luz. Estoy buscando un niño, quiero saber si nació vivo y si es así quién lo tiene, insistió la mujer. La sombra de la apropiación ni siquiera nubló los ojos de Galtieri. No recuerdo absolutamente nada, era un cúmulo de hechos que se sucedían en el país y en la zona del II Cuerpo. No recuerdo, realmente no recuerdo, contestó.
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