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Por Claudio Zlotnik El Banco Mendoza, propiedad del empresario Raúl Moneta, íntimo del presidente Carlos Menem, será desguazado y su red de 82 sucursales pasará en las próximas horas a manos de un grupo de bancos privados líderes. Todos los intentos diseñados en las últimas semanas tendientes a evitar que Moneta perdiera el control de la entidad resultaron en vano. En los últimos días, una fuerte corrida de los ahorristas del Banco Mendoza dejaron tambaleante al banco. Fue entonces que Pedro Pou, titular del Banco Central, organizó consultas con los banqueros más importantes de la city para encontrar una salida elegante a la delicada situación del Mendoza. La suerte del Banco Mendoza quedó sellada el último lunes. Con el dato de la pérdida de depósitos que la entidad tuvo ese día, Pou se comunicó con los representantes de varios bancos privados, los puso al tanto de la situación, y los invitó a una reunión para el día siguiente. En el encuentro del martes en el Central estuvieron los máximos directivos de catorce entidades: Galicia, Río, BBV Banco Francés, Citi, Boston, Bansud, HSBC Banco Roberts, Credicoop, Suquía, Scotiabank Quilmes, ABN Amro, LLoyds, Lavoro y General de Negocios. Tal como ocurrió en los casos recientes del Mayo y del Almafuerte, la idea de Pou es tentar a los bancos para que se repartan los activos de la entidad caída en desgracia. En un primer momento, Pou pensó en colocar al Mendoza en manos de un solo banco, tal como sucedió con la absorción del Patricios por parte del Mayo. Pero ninguna de las entidades aceptó el convite de quedarse con un activo en llamas. Fue entonces que el presidente del Central desempolvó el Plan B: el desguace del banco de Moneta. La realidad del Mendoza se presenta difícil. En los primeros tres meses del año triplicó sus pérdidas mensuales de uno a tres millones de pesos. Y se intensificó la huida de depósitos. En un solo mes, entre noviembre y diciembre pasados, perdió el 25% de sus colocaciones: de 112,5 a 84,4 millones. Además, en el último semestre del 98 se le contrajo el 20% de sus activos, al pasar de 833,7 a 685,2 millones. Ya entonces la sangría aparecía como irrefrenable. Para evitar el desmoronamiento del grupo financiero de Moneta, hace tres semanas, Pou autorizó la fusión de sus dos bancos, el Mendoza y el República, a cambio del compromiso tomado por el empresario y sus socios de efectuar un aporte de capital de 50 millones de pesos. Según datos al 31 de diciembre del 98, de la fusión del Mendoza con el República surgió la entidad número 23 del sistema financiero por nivel de depósitos (597,1 millones) y la número 17 por cantidad de préstamos otorgados (747,9 millones). En ese momento, los inspectores del Central ya habían detectado una serie de anormalidades que alcanzaban para determinar la cancelación de la autorización del Mendoza para funcionar como entidad financiera. Entre las irregularidades figuraban el descomunal nivel de autopréstamos que beneficiaban a accionistas y empresas vinculadas, incumplimiento de requisitos de capitales mínimos, un elevado riesgo crediticio y una excesiva concentración de la cartera de préstamos. La última mano que le tendieron a Moneta vino de parte del gobierno mendocino. Fue hace una semana, justo el día anterior a que se iniciara el feriado de Semana Santa, cuando depositó 28 millones de pesos correspondientes a los salarios de la administración pública provincial en un nuevo intento por capitalizar la entidad y acallar los rumores sobre su inminente quiebra. Pero ese gesto tampoco alcanzó. Moneta perdió su banco.
DE MINIBANCO A MULTIMEDIOS Por R.D.
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