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BLINDADOS, DEPOSITOS DE PETROLEO, FABRICAS
MILITARES, PUENTES Y EDIFICIOS EN LA MIRA
Primavera a sangre y fuego en Kosovo

Después de 14 días de ataques, el buen tiempo finalmente permitió que la OTAN atacara blindados yugoslavos en Kosovo, destruyendo entre 7 y 12 vehículos. Según Belgrado, los ataques a las ciudades dejaron 12 muertos y 31 heridos.

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Ciudadanos de Pristina en medio de las ruinas de uno de los bombardeos nocturnos.
Los ataques destruyeron una parte del centro de la capital kosovar y dejaron 10 civiles muertos.

t.gif (862 bytes)  La OTAN golpeó ayer por primera vez a su villano en el conflicto en Kosovo: el ejército yugoslavo desplegado en la provincia. Una columna de sus blindados fue atacada con bombas de racimo (que esparcen explosivos sobre el área de impacto), con un saldo de entre siete y 12 vehículos destruidos. Los estrategas de la Alianza esperan mejores resultados cuando entre en acción dentro de 15 días el helicóptero Apache, diseñado para ataques a tierra. La escalada no da señales de detenerse allí: el general Wesley Clark, el comandante de la Alianza en Europa, pidió a sus líderes políticos el envío de más aviones para “cumplir mi misión”, y el ministro de Defensa canadiense Art Eggleton afirmó que la OTAN está considerando enviar tropas de tierra. Por lo pronto la Alianza aprovechó el buen tiempo primaveral reinante para realizar el bombardeo más intenso desde el comienzo de la ofensiva. Sólo ayer se registraron 439 misiones contra 28 objetivos en todo el país, incluyendo las ciudades de Belgrado, Nis, Novi Sad, y Pristina. Según las agencias yugoslavas, hubo 12 muertos y 31 heridos, ocho de gravedad. El balance fue contrapesado por el derribamiento de un avión espía no tripulado de la OTAN.
El ataque aéreo contra las fuerzas serbias tuvo ayer sabor a revancha. Inicialmente, el mal tiempo sobre Yugoslavia había reducido a la OTAN a lanzar ataques contra la infraestructura, suministros y símbolos del poder gubernamental de Serbia, lo que puso a la Alianza bajo críticas crecientes por su aparente incapacidad de castigar a los responsables de la “limpieza étnica” en Kosovo. Pero desde el domingo, el clima despejado sobre la provincia les quitó a las tropas serbias su inmunidad de facto contra el bombardeo. Los ataques de ayer se descargaron sobre tres columnas de blindados. El portavoz militar de la OTAN, David Wilby, admitió que los resultados fueron “mixtos”. Un piloto que participó de la acción explicó al diario británico The Guardian que los ataques eran difíciles de ejecutar por la táctica de los serbios de ocultar sus blindados en las aldeas. “Si están en áreas civiles, no tiramos bombas”, sostuvo.
El paso hacia el ataque directo a las tropas serbias en Kosovo está relacionado con el despliegue de los helicópteros Apache, que estarán operacionales en 15 días. “Los tanques serbios están ahora entre nuestros blancos –recalcó el secretario de Defensa norteamericano William Cohen–; pronto entrarán en acción helicópteros Apache que son muy eficaces en el rol antitanque.” El Washington Post criticó la demora en desplegarlos, citando esta efectividad antitanque, pero varios analistas advirtieron que el Apache era muy vulnerable al fuego antiaéreo.
La escalada de ayer, sin embargo, podría resultar insignificante en relación con una posibilidad cada día más planteada en la OTAN: la intervención de tropas de tierra. El canadiense Eggleton afirmó que “los estrategas militares están planteando una intervención de tropas de tierra sin el permiso del gobierno de Belgrado”. Eggleton aseguró que se querría que Yugoslavia aprobara la intervención de tropas de tierra, pero “como no da signos de hacerlo, la OTAN está examinando otras alternativas”. El Estado Mayor yugoslavo denunció que la OTAN planeaba una invasión por un ejército de los refugiados albanos-kosovares expulsados de la provincia.
Pero por el momento, la Alianza continúa concentrando la mejor parte de sus esfuerzos en su campaña contra la infraestructura de Yugoslavia, lo que ayer se tradujo en violentos ataques contra las ciudades del país. Los objetivos principales fueron depósitos de petróleo, fábricas militares, puentes y edificios gubernamentales. En Belgrado estalló la Dirección de la Industria Militar, ubicada en el centro de la ciudad. Los bombardeos llegaron a las otras grandes ciudades del país –Nis, Novi Sad, Pristina, y Podgorica– pero también sufrieron daños las localidades de Gracanica, Ajvalija y Gnjilane. Las autoridades yugoslavas no informaron hasta ayer si había instalaciones de uso militar en esos lugares.
De todos modos, todas las ciudades sufrieron “daños colaterales” (bajas civiles). En Pristina, seis misiles de crucero dirigidos contra el edificio del gobierno serbio en Kosovo lo demolieron junto con el BancoCentral y un hospital que se encontraban al lado. Las autoridades serbias contabilizaron unas 50 bajas entre muertos y heridos ayer, y afirmaron que todavía hay muchas personas enterradas bajo los escombros. El gobierno yugoslavo asevera que la OTAN utiliza bombas de racimo contra las ciudades, que al dejar muchos fragmentos sin estallar dificulta el rescate de las víctimas. “Este nazismo es peor que el de 1941”, declaró el alcalde de Pristina, Zoran Andjelkovic.
La experiencia de dos semanas de bombardeos está teniendo un duro impacto sobre la población civil. “Paso la mayor parte del tiempo escondido –relató un habitante de Pristina–, nunca hay electricidad durante el día.” Pero también hay gestos de desafío. Un grupo de ciudadanos en Belgrado mantiene las 24 horas una cadena humana para proteger uno de los puentes de la ciudad.

 

Claves

*   Por primera vez la OTAN pudo bombardear ayer blindados yugoslavos, en una ofensiva en ascenso. Pero cuanto más se acerca la Alianza a sus blancos, más posibilidad tiene de sufrir pérdidas por el fuego antiaéreo. Ayer Yugoslavia derribó un avión espía no tripulado. Además, la máquina militar yugoslava está intacta (pág. 24) y aún no usó sus mejores ases.
*  En el plano diplomático, la ofensiva de Pascua ortodoxa de Milosevic parece avanzar con la posibilidad de liberación de los pilotos norteamericanos capturados la semana pasada. Pero Bill Clinton sigue inflexible en sus términos, y la opinión pública norteamericana lo sostiene cada vez más en esa tesitura.

 


 

LA CALLE CREE QUE MILOSEVIC TERMINARA CEDIENDO
Clima de derrota en Belgrado

The Guardian de Gran Bretaña
Por Maggie O’Kane desde Belgrado

t.gif (862 bytes) Es el principio del fin. Se habla de eso en todos lados: en la librería Los Pilares de la Sabiduría en la Plaza de la República de la capital; en un sórdido café de obreros en una de las ciudades más bombardeadas de Serbia, Pancevo. El presidente Milosevic está preparando a su pueblo para las tropas terrestres de la OTAN en Kosovo. Pero ni la gente de las librerías, ni los obreros ni los estudiantes creen que habrá una guerra terrestre con la OTAN. El maestro del maquiavelismo de Estado, Slobodan Milosevic, está saliendo de abajo de las bombas y proyectándose a la diplomacia, y lo hace con la destreza que se espera de un hombre que causó cuatro guerras y miles de muertes y sin embargo logró mantenerse en el poder durante casi 10 años.
“Cuando lo vimos por televisión ofreciendo un cese de fuego, era obvio que estaba empezando el proceso y que pronto sería visto como un héroe. Perdimos Croacia a las ‘hordas católicas’; perdimos Bosnia a los ‘locos musulmanes’ y ahora vamos a perder Kosovo a los ‘nazis de la OTAN’. Pero saldrá como un salvador,” dijo Zena Franic, de 33 años, que pasó un tercio de su vida viendo cómo desapareció la Yugoslavia federal en la que había crecido. “Siempre está salvando a Serbia para alguien. Ojalá parara de una vez.” En Pancevo, una vieja ciudad industrial al noreste de Belgrado, los muchos desempleados que se sientan alrededor del sauce en la calle Obradovic leen las mismas señales que los intelectuales de Belgrado. Entre ellos está Slavisha Petrovic, de 24 años, y sus amigos Sasha de 25 y Dragan de 23, sólo tres de los 200.000 reservistas del ejército reclutados por el régimen entre los hombres que irían a pelear por la sagrada tierra de Kosovo. Ayer, los tres hombres no tenían planeado pelear por nadie. “Kosovo va a ser entregado. No creo que Milosevic pague el precio. Me gustaría que terminara como Ceausescu –el presidente rumano derrocado en 1989 y luego ejecutado–, pero no sucederá,” dijo Slavisha.
En el periódico Politika, el lenguaje del gobierno también viró de la guerra a la paz. “Nuestro presidente proclamó que frenaremos la guerra contra los terroristas de la liberación de Kosovo durante los días de Pascua. La mayoría de nuestros ciudadanos comprenden el gesto de buena voluntad de nuestro presidente.” El hecho de que estos movimientos de paz del martes fueran rápidamente rechazados por el mundo exterior es algo de lo que apenas se informó aquí. La televisión y la radio repiten el mantra una y otra vez: “El presidente Milosevic dio este excelente paso con un espíritu de cristiandad.”
“Si mandan tropas del mantenimiento de la paz con los refugiados albaneses, yo estaría de acuerdo. Pero no las tropas de la OTAN, no aquellas que nos han estado bombardeando,” dijo Slavisha Petrovic en el café Palma de Pancevo. “¿Si quiero pelear por Kosovo? Kosovo no está mas.” De regreso a Belgrado, en el centro de arte frente a la Plaza de la República, la directora de 35 años se tapó la cara con las manos cuando escuchó que comenzaba el diario concierto anti-OTAN. “Me está enfermando escuchar esto. Fue bueno el primer día, el espíritu de Belgrado y todo eso. Ahora es sólo parálisis.” Parálisis y menos gente. Zlato Manoylovic, uno de los guitarristas más populares del país, tocó para un público dos tercios menos numeroso que el de ayer, a pesar del bombardeo de la OTAN de la noche anterior. Era el mensaje de siempre: “Los serbios son víctimas de un nuevo orden mundial.” El concierto terminó temprano y la melancólica multitud se dispersó.
Yohan Dragocivic, de 26 años, estudiante de geografía, dijo que él venía a la plaza sólo por la música, para ver a sus amigos y porque no hay mucho más que hacer: “Poco a poco él aceptará esas tropas de la OTAN y dirá que lo hizo por el pueblo serbio, para detener los bombardeos. Pero es unjuego sucio y lo sabemos. El problema es que los serbios del campo, de los pequeños pueblos, lo seguirán viendo como un héroe.” En la calle Knez Mihalova, John Lennon canta “Imagine”. Una mujer en un overol púrpura que vende objetos de cobre dice de su presidente: “Me imagino que algún día me despertaré y escucharé que se lo llevaron a La Haya. Sólo con verlo parado ahí en el muelle sería suficiente. Pero jugará su juego con nosotros como lo hizo en Bosnia y estará con nosotros hasta que se muera.”

Traducción: Celita Doyhambéhère.

 


 

Los norteamericanos en un pie de movilización

Esta vez, los norteamericanos comunes quieren la guerra. El motivo son las imágenes de desplazados y limpiezas étnicas, que creían terminadas desde la Segunda Guerra.

Bill Clinton, menos intervencionista que sus ciudadanos.
Son más los que quieren la guerra que quienes aprueban su gestión.

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Página/12 en EE.UU.
Por Mónica Flores Correa desde Nueva York

t.gif (862 bytes) Helene quiere saber el código telefónico de un país del Caribe, para llamar a sus hijos que se han ido a pasar las vacaciones de invierno junto al mar. Divorciada, con dos chicos adolescentes y un buen trabajo en una compañía discográfica, Helene es la encarnación de una neoyorquina típica: ansiosa y siempre lista a ofrecer opiniones categóricas. Inexorablemente, la charla se desvía al tema casi único que, desde los medios de comunicación, domina estos días la vida de los norteamericanos. Kosovo, los refugiados, la guerra. Helene, que es judía, dice que hace tiempo decidió no ver películas sobre el Holocausto, no asomarse a ninguna imagen que le traiga el recuerdo heredado del espanto. “Pero este fin de semana no pude despegarme de la televisión. Me dije ‘tengo que mirar esto, no puedo ignorarlo’. Esa gente en las fronteras, despojada de todo ... pareciera que la historia se repite, ¡es tremendo!”, comenta angustiada y agrega con tono sublevado: “¿Por qué no actuamos antes? ¡Deberíamos haberlo parado (a Milosevic) desde el primer día! ¿Por qué toleramos sus campos de concentración? Con la historia del siglo veinte, es imperdonable que no hayamos reaccionado más rápido. ¿Qué hizo Estados Unidos todo este tiempo?”.
–¿Aprobaría que Estados Unidos envíe fuerzas terrestres?
–Si es necesario, sí. Claro que sí –responde con extrema seriedad.
La voz de Helene es apenas una en la multitud de norteamericanos abrumados, profundamente conmovidos por las escenas desoladoras de albanos-kosovares saqueados, expulsados, hundidos en el barro de una tierra ajena y humillados. Sin necesidad de que la administración Clinton los “prepare” o los “persuada”, las imágenes los han ido convenciendo de que semejante sufrimiento merece riesgos y sacrificios, inclusive el de enviar a los soldados de las tropas terrestres, y aun el de enviar mucho dinero, porque hay en marcha una fiebre de donaciones.
“Nunca he visto tantas caras de gente llorando. Las mujeres, los chicos, los viejos. Son esas lágrimas silenciosas, que no esperan consuelo, de pura resignación”, dice Carla, una escritora que muchas mañanas compone sus historias en un café de la calle Court, en Brooklyn. Como todos, tiene interrogantes y casi ninguna respuesta. “¿Escalará el conflicto? ¿Será otro Vietnam?”, dice resucitando un viejo fantasma familiar, pero ella misma se apacigua: “Claro, es distinto, no existe la Unión Soviética”, razona. Y luego están los interminables porqué de la intervención de este conflicto, en esta situación precisa, y no en otros. “Es muy desequilibrado –observa Carla–, en Africa ha habido matanzas horribles, vimos lo de Ruanda no hace mucho, y no movimos un dedo. ¿Y ahora por qué? ¿Por qué son europeos y blancos? No digo que no tenemos que intervenir en esta ocasión. Pienso que sí, inclusive mandar las tropas terrestres. Pero ¿cuál es el criterio de selección que usamos en estos casos?”. Con una sonrisa sarcástica, parafrasea a Rhett Butler, el personaje de Lo que el viento se llevó: “Por Africa, ‘frankly, my dear, we don’t give a damn’ (francamente, querida, nos importa un bledo)”.
Por razones que no son muy claras, Carla opina que las permanentes imágenes de Yugoslavia contrastan en forma “surrealista” con la casi alegre cotidianidad de Nueva York. “En esta guerra hay caras; tiene caras de gente. No es únicamente luces, juegos de computadora, como la guerra con Irak. Supongo que debemos considerar esto un progreso”, sostiene con un dejo de irritación.
Pese a los cuestionamientos morales y el sentimiento de incomodidad ética que provocan los bombardeos de la OTAN, los norteamericanos parecen estar más decididos que su propio gobierno a la intervención terrestre. El convencimiento ha sido progresivo, bastante súbito y acicateado por la caravana de desposeídos y la buena cobertura de la crisis que llevan a cabo la prensa y los medios. La semana pasada, un sondeo de la cadena CBSindicó que el 41 por ciento de los encuestados apoyaba el envío de tropas terrestres. Este martes, otra encuesta del Wall Street Journal y de la cadena NBC estableció que un 73 por ciento de los interrogados aprueba que las fuerzas terrestres intervengan. En esa misma encuesta, un 65 por ciento dijo que Estados Unidos tenía una responsabilidad moral de impedir que continúe la violencia serbia en Kosovo. Respecto de la actuación de Bill Clinton, mostraron una mayor ambivalencia en las opiniones. Un 46 por ciento manifestó que el presidente había explicado claramente los objetivos de EE.UU. en Yugoslavia, pero un 44 por ciento opinó que no.
Algunos congresistas prominentes, como el senador republicano John Mc Caine, y expertos en política exterior también han ido armando “el caso” que justificaría un eventual envío de los batallones terrestres. “La gente se ha dado cuenta de que nos hemos comprometido en una guerra y que lo que está en juego es más importante y más grande que lo que ha dicho la administración”, dijo al Washington Post Ivo Daalder, especialista en política exterior del Brookings Institution. Algunos analistas, sin embargo, han apuntado que la opinión pública todavía tiene reservas acerca de que se manden tropas a situaciones muy conflictivas o complicadas”, comentó en la nota Andrew Kohnut del Pew Researcher Institute.
Por complicada que sea esta situación, los norteamericanos parecen, pese a todo, resueltos. El desasosiego que causa la ordalía de los refugiados se vuelca en llamados agitados a los “talk shows” con una sola palabra por dominador común: Kosovo. Se escuchan reflexiones insólitas que reflejan la particular visión del mundo que tienen algunos estadounidenses. “En este caso, es una pena que tengamos esa ley que nos prohíbe asesinar a dictadores u otra clase de psicópatas”, dice un hombre de voz muy cascada en un talk show matutino. Otras llamadas expresan sentimientos de fraternidad y compasión, como la de una mujer que llamó a un programa de la radio pública y dijo: “Todos estos días me he estado repitiendo ese poema (del inglés John Donne) que pone Hemingway al comienzo de Por quién doblan las campanas: ‘Ningún hombre es una isla ...’. No sé, me parece que en esta historia de los refugiados, las campanas están llamándome a mí, a todos nosotros”.

 


 

EE.UU. RECHAZA GESTOS YUGOSLAVOS
La paz, sin oportunidad

t.gif (862 bytes) La diplomacia sigue su curso pero todavía está verde. En el marco de las negociaciones para obtener aunque sea gestos de buena voluntad que conduzcan a un alto el fuego, el presidente interino de Chipre, Spiros Kyprianou, dijo ayer en Atenas que hoy llegará a Belgrado para llevarse a los tres soldados norteamericanos capturados por tropas serbias hace una semana. Según la agencia rusa Itar-Tass, el gobierno yugoslavo, luego de la tregua unilateral ofrecida y rechazada por la OTAN anteayer, dijo que está dispuesto a retirar sus tropas de Kosovo si la Alianza Atlántica hace lo mismo en Albania y Macedonia. La respuesta del presidente norteamericano Bill Clinton fue tajante: “Ya no es suficiente que el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic diga que sus fuerzas cesarán el fuego en un Kosovo al que se le niega su libertad y se lo priva de su gente”.
“Milosevic debe retirar sus fuerzas, permitir el retorno de los refugiados y el despliegue de una fuerza internacional de paz en Kosovo. Y eso es lo mínimo necesario para dar paz y seguridad al pueblo de Kosovo”, dijo Clinton. “No necesitamos tropas extranjeras. No aceptaremos tropas extranjeras en nuestro suelo. Ni de la OTAN, ni de la ONU, ni de nadie”, respondió Nebojsa Vujovic, portavoz de la Cancillería yugoslava. Pero el gobierno yugoslavo sigue enviando señales, esta vez vía Chipre, uno de los países aliados de los serbios en la región. “Voy a viajar a Belgrado para reunirme con el presidente de Yugoslavia, quien me ha comunicado su deseo de discutir el tema de la liberación de los tres soldados estadounidenses cautivos, para entregárselos a Chipre”, dijo Kiprianou en Atenas.
Más allá de la retórica, la OTAN también pretende enviar señales. Ayer se reunió el Grupo de Contacto (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Rusia y Alemania) en Bruselas, con la participación de Rusia. El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, había insistido el martes en que Rusia debía adoptar “un papel más activo” en las negociaciones de paz. Según el New York Times de ayer, el vicepresidente norteamericano Al Gore llamó por teléfono al premier ruso, Yevgueni Primakov, para que convenza a Milosevic de aceptar las condiciones de la OTAN.
Rusia respondió a estas exigencias con otras. Mientras el canciller Igor Ivanov desmentía los rumores sobre la visita del líder albano-kosovar moderado Ibrahim Rugova a Moscú, el portavoz del presidente Boris Yeltsin, Dimitri Yakuchkin, planteaba un cese del fuego mutuo entre la OTAN y Yugoslavia: “Los dos tienen que parar al mismo tiempo porque de otra forma es un círculo vicioso: cada bando dice que primero debe empezar el otro”.

 

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