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The Guardian de Gran Bretaña Por John Hooper y Chris Morris desde Skopje y Ankara Sus zapatos y sus pantalones todavía estaban embebidos en el barro y en el excremento humano en el que estuvieron viviendo desde hace más de una semana. Ahora, la pusieron a ella y a sus tres hijos en un avión hacia un país a cientos de kilómetros de distancia de su patria. Ella no sabía a dónde estaba yendo. Y tampoco sabía dónde estaba su marido. La mujer rubia contó su historia gritando, respondiendo a preguntas también gritadas, mientras la policía macedonia la apuraba desde el ómnibus hacia una puerta lateral que conducía directamente a la superficie asfaltada del aeropuerto de Skopje. Los policías llevaban barbijos contra el hedor y el riesgo de infección. Expulsados de sus casas por los encargados de llevar a cabo las limpiezas étnicas de Slobodan Milosevic, mantenidos sin protección y sin sanitarios en un empapado paso de montaña, los refugiados que entraron a Macedonia desde Kosovo estaban enfrentando ayer otro tormento: la separación de sus seres queridos. Mientras cerca de 30.000 albaneses étnicos se esperanzaban en los campos erigidos por las tropas de la OTAN en un llano cerca de la frontera, otros eran conducidos directamente a la capital macedonia de Skopje y cargados en aviones hacia Turquía. Ni siquiera se esperó el tiempo necesario para reunir a los refugiados con los familiares. Tampoco les tomaron los nombres. Los funcionarios del aeropuerto dijeron que para la noche anterior se esperaba que cerca de 3000 refugiados abandonaran Macedonia, a pesar de una amenaza realizada por el Alto Comisionado de la ONU para Refugiados (ACNUR) de cortar el suministro de fondos para Macedonia. Una fuente de la Cruz Roja dijo que un representante del ACNUR entregó esta advertencia en una reunión con el premier macedonio en la noche del lunes. El ACNUR no va a confirmar esta amenaza, pero su vocera dijo que estamos preocupados porque a esta gente no se les dice a dónde van y por qué las familias se están dividiendo. Estos vuelos están organizados por el gobierno macedonio y no los apoyamos. De cualquier modo, el primer ministro de Macedonia, Ljupco Georgievski, disparó hacia Occidente declarando que la gente en Bruselas (sede de la OTAN) comenzó la guerra y la dejó durante los feriados de las Pascuas. Hemos estado todo este tiempo tratando de que el ACNUR se haga cargo de los refugiados. El problema es que ellos no están haciendo nada. A pesar de la OTAN, que quiere tener a los refugiados a mano, listos para volver a sus hogares en Kosovo, las autoridades macedonias quieren aclarar los tantos lo más pronto posible. Creen que lo que está en juego es la identidad y la estabilidad futura de su pequeño Estado, que lleva ocho años de existencia independiente. Los funcionarios de la policía y de la línea aérea que oficia de charter en el aeropuerto de Skopje recalcaron que los refugiados embarcados ayer fueron apropiadamente registrados en el camino hacia la capital. Pero un control efectuado por las tropas británicas cerca de la localidad de Brazda estableció que no había ni un refugiado anotado. Aquellos que no fueron puestos en los aviones fueron transferidos en filas tambaleantes a dos campos cercanos de la OTAN, uno dirigido por el ejército francés y el otro levantado por tropas italianas y británicas, que todavía ayer estaba creciendo. Estimamos que aquí hay más de 20.000 personas. Pero realmente no tenemos idea de cuántos son, porque no cesan de llegar, manifestó un vocero del ejército británico. Calculó que había al menos 10.000 refugiados en el campo del ejército francés. Muchas familias permanecían sentadas o tiradas, exhaustas en el llano, esperando a los soldados británicos para armar las tiendas. Siguen preguntando por más tiendas. Pero no sabemos cuándo van a llegar, dijo David Webb, especialista del Séptimo Batallón de Comunicaciones, en medio de pilas de palos y una masa de lienzos. Cerca de allí, un equipo de doctores del ejército noruego estaba tratando a una fila de refugiados deshidratados y exhaustos después de las duras condiciones que atravesaron en los campos alrededor del puesto fronterizo de Blace. Aquellos que pudieron seguir varias decenas de miles todavía no disponen de sanitarios y apenas tienen frazadas y coberturas plásticas para protegerse de la lluvia, el viento y las bajas temperaturas nocturnas. Para muchos habitantes de los campos de la OTAN, el tema de la reunión con sus familias es crucial. Ibrahim Sinani, un albañil de Kosovo, dijo que lo habían separado de su esposa y sus hijos en la frontera. Cruzaron a Macedonia el sábado pasado, en un momento en el que la policía sólo dejaba pasar mujeres, niños y ancianos. Yo no pude entrar hasta las cuatro de la mañana de hoy (por ayer), explicó. Estaba haciendo fila en un puesto organizado por UNICEF, la organización Salven a los Niños y la Cruz Roja para ayudar a rastrear a los familiares de los niños que no cruzaron acompañados. Periodistas y funcionarios de ayuda internacional en Blace informaron que hay un gran número de niños vagando por la zona sin nadie que los reconozca. No sabemos cuántos son. Pero pensamos que constituyen un buen número, dijo Christine Gale, de la rama británica de Salven a los Niños. En Turquía, los primeros contingentes procedentes de Macedonia, aferrándose a bolsas de plástico, recibieron trozos de comida cuando llegaron a un pequeño aeropuerto en el oeste de Estambul. Fueron colocados en un flete de buses para ser registrados y para recibir atención médica. Turquía se manifiesta entusiasta para ayudar a esta gente desesperada, pero al menos para una anciana fue demasiado tarde. Murió en un hospital poco después de llegar. Muchas otras personas están seriamente enfermas. Aquellos que están suficientemente en forma son llevados a un centro de refugiados donde se construyó, alrededor de algunos edificios céntricos, una enorme ciudad de tiendas. Es un espacio suficiente para que 1500 personas vivan bajo un techo limpio, pero se espera que más de 20.000 personas más llegarán en los próximos días.
LA POSICION DEL SECRETARIO GENERAL DE LA ONU El
crimen de genocidio de las autoridades sebias debe ser una materia
urgente para las Naciones Unidas. Así declaró ayer en Ginebra el secretario general de
la ONU, Kofi Annan. Detrás de las declaraciones de la única entidad supranacional,
concurrieron muchas otras sobre lo que Annan llamó con optimismo el último
genocidio del siglo. Entre ellas, el viceministro de Relaciones Exteriores
socialista sueco Pierre Schori proclamó: Nadie quiere contribuir a la limpieza
étnica del presidente Milosevic. En La Haya, Holanda, el Tribunal Penal
Internacional (TPI) pidió auxilio a la comunidad internacional para poder juzgar a
Milosevic como criminal de guerra. El australiano Graham Blewitt, auxiliar de la
procuración del TPI, comparó la situación de Kosovo con las masacres que siguieron a la
toma del enclave musulmán de Srebrenica por los serbios de Bosnia durante la presidencia
de Milosevic.
PESE AL BOMBARDEO, EL EJERCITO SIGUE INTACTO Por Maggie OKane y Chris Bird
desde Belgrado
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