Por Adriana Meyer
Un día después de
haberse comunicado con el escritor Juan Gelman para hacerle saber que le haría llegar una
respuesta, el jefe del Ejército, general Martín Balza, fue citado nuevamente como
testigo por el juez Adolfo Bagnasco, en la causa que investiga la sustracción
sistemática de los hijos de los desaparecidos durante la dictadura. El militar había
sido señalado en forma indirecta por su antecesor, el general retirado Cristino
Nicolaides, quien había dicho en su declaración indagatoria que en el Ejército podrían
existir pruebas acerca de los casos de menores secuestrados. Pero además Bagnasco le
preguntará a Balza acerca del allanamiento del Edificio Libertador sede del
Ejército, realizado a partir de un dato aportado al juzgado por el periodista
Horacio Verbitsky.
El último viernes de enero Bagnasco dio la orden y el fiscal Miguel Angel Osorio
que estaba reemplazando a Eduardo Freiler allanó la cintoteca del
Ejército, ubicada en el séptimo piso del Estado Mayor General de esa fuerza. En el lugar
preciso que había indicado Verbitsky la delegación judicial-policial encontró más de
trescientas cintas de computación, pero ninguna de ellas estaba en sistema
Bull un formato muy antiguo como había especificado el
periodista. Durante estos meses los peritos analizaron lo encontrado, pero no hallaron
ningún indicio deque se hubiera pasado a otro sistema información sobre los
desaparecidos y la represión ilegal, tal como indicaba la denuncia. Una autoridad
judicial aseguró a Página/12 que por ahora el resultado fue negativo, pero
el juez buscaría junto a Balza la posibilidad de decodificar cuanto antes la información
que está backapeada, es decir, reducida a una síntesis incomprensible sin
una traducción, y así poder determinar si los uniformados mantienen
archivados algunos datos de utilidad para la causa. Desde el juzgado los investigadores
explicaron a este diario que en esta etapa del proceso están recogiendo
pruebas sobre el rol del Ejército en el plan sistemático de apropiación de niños, y
negaron que esta citación esté relacionada con el pedido de Gelman. Pero en
definitiva el escritor también le pide información al general.
Ya es hora de que hable Balza al respecto, había gritado desde Córdoba el
abogado de Nicolaides, Alejandro Zeverín, cuando su defendido fue citado por el robo de
bebés. En su declaración indagatoria el último jefe del Ejército de la dictadura fue
un poco más sutil, pero aseguró que las actas de incineración de documentos
debieron ser guardadas o archivadas en la sede de cada comando que implementó la orden,
en los lugares físicos destinados a almacenar documentación reservada o secreta.
En el Edificio Libertador acusaron el golpe y contraatacaron haciéndole llegar a Bagnasco
el radiograma original que emitió Nicolaides en 1983 para ordenar la destrucción de toda
la documentación referida a la represión ilegal.
Bagnasco ya recibió el testimonio de Balza, cuando el abogado de las seis Abuelas de
Plaza de Mayo querellantes solicitó que el juzgado lo interrogara. En su segundo discurso
de autocrítica parcial el general había calificado la apropiación de
menores como una aberración y entonces el letrado Alberto Pedroncini quiso
saber cómo le constaba al militar esta situación. En aquella oportunidad Balza
respondió por escrito que no le constaba en absoluto esa situación, sino que
había tomado conocimiento a través de los medios.
El jefe del Ejército tiene la posibilidad de declarar por escrito, pero debe hacerlo
antes del 23 de abril, fecha fijada por Bagnasco para recibir su eventual visita.
Audiencia de represores
Por A.M.
La sala I de la Cámara Federal porteña fijó para el 20 de abril la audiencia para que
sean presentados los informes de las partes en relación a las apelaciones de los
procesamientos con prisión preventiva de Jorge Videla, Emilio Massera, Reynaldo Bignone,
Cristino Nicolaides, Rubén Franco, Jorge Acosta, Antonio Vañek y Héctor Febres,
dictados el 30 de diciembre por el juez Adolfo Bagnasco. Pero además los camaristas Luisa
Riva Aramayo y Horacio Vigliani establecieron que ese día también serán recibidos los
argumentos a favor y en contra de los incidentes referidos a la prescripción de los
delitos imputados a estos represores, así como la cosa juzgada y la
competencia de la justicia federal. El abogado de seis Abuelas de Plaza de Mayo, Alberto
Pedroncini, pidió que se postergue una semana la audiencia porque considera que tratar
todos estos temas al mismo tiempo suprime la posibilidad de realizar informes orales por
parte de la querella. |
Una comitiva a Asunción
Mientras
el oficialismo paraguayo reclama el regreso del ex golpista Lino Oviedo, refugiado ahora
en Buenos Aires, un grupo de diputados argentinos viajará hoy a Asunción para reunirse
con dirigentes políticos y dialogar sobre diferentes aspectos de la crisis política que
atraviesa Paraguay. Sobre el mismo tema, ayer la candidata a gobernadora bonaerense por la
Alianza, Graciela Fernández Meijide, reclamó que se cancele el asilo político a Oviedo.
Su presencia en la Argentina es muy poco grata y poco conveniente para
Paraguay, opinó.
La delegación, que pasará 24 horas en el país vecino, está integrada por el
justicialista Fernando Maurette, el radical Marcelo Stubrin y el socialista Guillermo
Estévez Boero, todos miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores. También irán
los diputados Vicente Joga y Liliana Irrazábal (PJ) y Arnoldo Carabajal (UCR). El
objetivo es juntarnos con diputados y líderes de los distintos partidos del Paraguay por
separado, para tener una visión más certera, explicó ayer Maurette. En Paraguay
reclaman a Oviedo para que cumpla una condena de diez años de prisión que le impuso la
Corte Suprema local por el intento de golpe de Estado que comandó en 1996 contra el
gobierno de Juan Carlos Wasmosy. Desde el 29 de marzo, Oviedo y su familia están viviendo
en la estancia del empresario amigo de Carlos Menem, Arnaldo Martinenghi, ubicada a 120
kilómetros de la Capital.
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