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OPINION
Los aldeanos
Por Eduardo Aliverti

En política, cuando hay razonamientos muy estrechos, cuando el análisis y los gestos no quieren ir más allá del territorio que se habita, cuando se vive como si el mundo entrara en un puño, suele decirse que hay una visión aldeana, o provinciana, de la realidad.
Ambos términos connotan una carga fuertemente peyorativa, desde el momento en que remiten al modo en que la cultura del puerto juzgaba el tipo de costumbres y nivel de instrucción de las poblaciones del interior. Pero no puede negarse que son definiciones efectivas, siempre que se trate de rotular a esos intérpretes pigmeos de las cosas.
En estos tiempos son también de Buenos Aires, o viven y se proyectan desde aquí, los dirigentes grandes –ser grandes dirigentes es otra historia– que exhiben aldeanismo conceptual. O peor: ni siquiera llegan a ese estadio, porque puede presumirse que lo que en verdad los caracteriza es la indiferencia.
Una de las geografías más calientes del planeta está en guerra. Estados Unidos y la OTAN avasallaron a sangre y fuego las normas más elementales del derecho internacional. Las Naciones Unidas, por si quedaba alguna duda, demuestran no existir. El gobierno argentino avala los ataques. Ahora bien: excepción hecha de algunos dirigentes y grupos de izquierda –tampoco tantos como cabría suponer– es imposible encontrar figuras de la política local que expresen posición alguna sobre la catástrofe. Ni aun para condenarla, simplemente. En el caso del oficialismo, puede deducirse que el apoyo oficial a los bombardeos opera como opinión intrínseca de todos sus integrantes. ¿Y qué en la esquina opositora, donde por razones convencionales podría incluirse al duhaldismo? Nada. Ni declaraciones, ni documentos, ni una mera solicitada. Nada de nada. ¿También frente a este aquelarre rige la necesidad de ser candidatos “políticamente correctos”? ¿También ahora el punto es no generar desconfianza en los poderosos del mundo? ¿Les parecerá un hecho menor?
De la misma manera, y como lo resaltara Mario Wainfeld en una columna de este diario, la concesión de asilo al delincuente Lino Oviedo despertó críticas, encendidas, de casi todo el arco opositor. Pero unos y otros se cuidaron muy bien de anunciar revocación de la medida si llegan al gobierno. ¿Les molesta la figura de Oviedo pero no las componendas internacionales del menemismo? ¿Se les pasó por alto y entonces es más grave, porque significaría que habitan el limbo?

 

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