El País
de Madrid
Por Luis Matías López
Desde Moscú
Boris
Yeltsin devolvió ayer al mundo a un clima de Guerra Fría, con riesgo de convertirse en
caliente, del que no hay precedentes desde antes de la perestroika de Mijail
Gorbachov. He advertido a la OTAN, a los norteamericanos y a los alemanes
aseguró el presidente ruso que no nos empujen a una acción militar. En otro
caso, habrá con seguridad una guerra europea, y puede que mundial. Lo que da fuerza
aterradora a sus palabras, destinadas en buena medida al consumo interno, es que Rusia,
pese a sufrir la más grave crisis económica y social de su historia reciente, es aún la
segunda superpotencia nuclear del planeta.
La declaración del líder del Kremlin puso el broche final a un día repleto de anuncios
alarmantes, como el que efectuó el presidente de la Duma, el comunista Guennadi
Selezniov, de que Yeltsin había dado la orden de apuntar los misiles atómicos a los
países agresores de Yugoslavia. Posteriores desmentidos no eliminaron por
completo la preocupación, sobre todo porque ésta se alimentaba ya de otras declaraciones
de Yeltsin: Lo repito una vez más, Rusia no entrará en el conflicto si los
norteamericanos no nos empujan. El presidente dejó pocas dudas de que ese empujón
tiene un nombre: invasión. Quieren llevar tropas terrestres señaló,
se preparan para eso, quieren convertir Yugoslavia en un protectorado. En esa zona, el mar
Mediterráneo, y Rusia está cerca de ella, no lo permitiremos, no entregaremos
Yugoslavia.
El ejército ruso no está en condiciones de ganar una guerra a la OTAN. Ni siquiera pudo
aplastar las milicias de una república de apenas un millón de habitantes como Chechenia.
Sus oficiales se pasan meses sin cobrar, sus acuartelamientos se caen a pedazos, su
dotación presupuestaria es insuficiente. Sin embargo, Rusia sigue manteniendo una
poderosa industria militar, es una gran potencia en el comercio mundial de armas y, sobre
todo, conserva un impresionante arsenal nuclear, que los tratados de desarme aún no han
logrado reducir sustancialmente. El Start 2, precisamente, tendrá que esperar a que pase
este temporal para poder ser ratificado en la Duma.
La fuerza atómica es, precisamente, el principal argumento de Rusia para exigir ser
tenida en cuenta en su defensa de los hermanos eslavos del sur. Como en plena
Guerra Fría, la amenaza nuclear se convierte en arma de disuasión. Como entonces
se debe pensar en Moscú, debería bastar sólo con evocarla.
Bill Clinton, el destinatario del mensaje, no se
dio por enterado.
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Protectorado:
Quieren convertir Yugoslavia en un protectorado. En esa zona, y Rusia está cerca de
ella, no lo permitiremos, no entregaremos Yugoslavia. |
A pesar de que la Duma ha pedido la ruptura unilateral del embargo contra Yugoslavia,
tanto Yeltsin como su gobierno, presidido por Yevgueni Primakov, descartan de momento esa
medida y limitan el apoyo a su aliado estratégico en los Balcanes al envío de ayuda
humanitaria, gestos como el envío de un barco espía al Adriático e iniciativas
diplomáticas como el viaje del primer ministro a Belgrado y las peticiones de que los
ministros de Exteriores del G-8 y el Grupo de Contacto (en los que está Rusia) se reúnan
para buscar una salida política.
Dentro de la confusión ayer se destacó otra iniciativa: la de sumar a Yugoslavia a la
frágil unión política que ya existe entre Rusia y su vecina Bielorrusia. Slobodan
Milosevic ha pedido entrar en ese club y, según Selezniov, que transmitió la solicitud a
Yeltsin, éste la acogió con tal entusiasmo que, inmediatamente, llamó por teléfono al
presidente bielorruso Alexandr Lukashenko, que dio su conformidad. Yugoslavia ni siquiera
tiene frontera con Rusia, pero eso, según el presidente de la Duma, no es un obstáculo
insalvable, como lo demuestra señaló Selezniov, el caso de Alaska.
El dirigente comunista cree que, si esa unión se produce, se debería traducir en algo
más que ayuda militar. Nuestro ejército debería estar también allí,
aseguró. La perspectiva es inquietante, pero las posibilidades de que se concreten
parecen escasas. El portavozpresidencial, Dimitri Yakushkin, aclaró luego que el tema se
suscitó, y que se analizaron los pros y los contras, pero que no se adoptó ninguna
decisión.
Yeltsin, relegado por su mala salud y el acoso de sus enemigos, ha cobrado nuevas fuerzas.
Su salto a la palestra de ayer se produjo mientras Primakov, hacia quien se ha trasladado
poco a poco el poder real, guardaba cama con un fuerte dolor de espalda. El martes, la
Duma, dominada por comunistas y nacionalistas, decidirá si mantiene la convocatoria para
el jueves del juicio político al presidente por delitos de alta traición, como llevar a
Rusia al desastre de Chechenia o destruir la URSS.
En los últimos días han circulado los rumores más alarmantes: desde imposición del
estado de emergencia, a ilegalización del Partido Comunista y destitución del gobierno
en pleno. Yeltsin los desmintió ayer todos aunque, en una reunión con líderes
regionales, señaló que siente una presión con visos de ultimátum para que dé vía
libre al conflicto con la OTAN si no quiere que prospere el impeachment en la
Duma. Aunque así fuera, quedaría aún un largo camino hacia su destitución, más que
improbable
PASARIA INFORMACION A SERBIA
Francia bajo sospecha
Por estar sospechada de
espionaje, Francia quedó marginada de las acciones de la OTAN contra Yugoslavia, afirmó
ayer el diario británico The Daily Telegraph. Estados Unidos habría tomado esa decisión
preocupado por la existencia de un eje militar entre París y Belgrado, a
través del cual se filtraría información útil a los serbios. Tanto el portavoz de la
OTAN, Jamie Shea, como el gobierno francés salieron presurosos a desmentir el rumor:
Francia ha reaccionado con total transparencia, defendió el ministro francés
de Defensa, Alain Richard.
Las fuentes citadas por el periódico sostienen que Washington ha comenzado a
apartar a París de algunas de las acciones militares por temor a que cierta información
llegue a manos de los serbios, directamente o por medio de los rusos. Según el
diario, la Casa Blanca teme un acercamiento entre Francia y Rusia, que podría jaquear la
legitimidad del ataque militar de la OTAN si desembocara en un acuerdo diplomático con
Milosevic. Dentro de la OTAN hay círculos y círculos finaliza. Si se
produce un quiebre en el interior de la Alianza, va a provenir de ciertos puntos.
Pero el vocero del Departamento de Estado, James Rubin, aclaró que toda la
información es compartida sin excepción entre todos los aliados, porque lo último
que necesitan ahora Washington y Londres es una iniciativa francesa que pueda aliviar la
presión sobre Belgrado.
Claves
* Rusia es un aliado tradicional y un hermano étnico y religioso de Yugoslavia, que
significa eslavos del sur.
* El ejército ruso está maltrecho, pero Rusia sigue siendo la segunda superpotencia
nuclear.
* Lo que dijo Yeltsin ayer significa, como mínimo, que el mundo entraría en una nueva
Guerra Fría en caso de que la OTAN decida ocupar Yugoslavia.
* Precisamente ésa es la dirección en que está moviéndose la Alianza, aunque todavía
no se haya tomado la decisión política.
* El próximo martes, la secretaria de Estado Madeleine Albright se entrevistará con el
canciller ruso Igor Ivanov. Todos los intentos anteriores de una salida pacífica
fracasaron. |
ALBRIGHT E IVANOV NEGOCIARAN EL MARTES
Con sabor a última oportunidad
Por Claudio Uriarte
Rusia finalmente trazó
ayer la raya de lo que no está dispuesta a tolerar: una invasión occidental de Serbia.
Bien leído, esto no es una declaración de guerra sino la demarcación de lo que puede
hacerse y lo que no. De alguna manera, el mensaje de Moscú contiene encriptada una oferta
a Occidente: mediar con el hombre fuerte yugoslavo Slobodan Milosevic en pos de una salida
que permita que ambos lados salven la cara antes de pasar a mayores. La reunión del
martes próximo entre la secretaria de Estado Madeleine Albright y el canciller Igor
Ivanov seguramente tendrá este argumento. Lo que se ha venido barajando hasta ahora
apunta a un arreglo que deje gran parte de Kosovo dentro de Yugoslavia y conceda a la
Alianza Atlántica una tajada de territorio donde reubicar a los albaneses étnicos que
deseen volver. Esto, desde luego, sería una derrota apenas disfrazada para una OTAN que
empezó hablando de plena autonomía para los albanokosovares y ya se inclina por la
pendiente retórica que lleva a un protectorado sobre Kosovo e incluso Serbia,
pero el costo y los peligros de una guerra en pleno la otra posibilidad son
terroríficamente elevados.
La OTAN empezó su operación con una premisa catastróficamente falsa: que unos pocos
días de bombardeos, sin acción de tropas terrestres, bastarían para que Milosevic
accediera a un plan de paz el de Rambouillet que efectivamente establecía un
protectorado atlántico por tres años sobre una provincia que se encuentra en el mito
fundacional de los serbios, y que hubiera pavimentado el camino para su independencia o
anexión a Albania. Milosevic respondió a los bombardeos expulsando alrededor de un
tercio de los albaneses étnicos hacia Albania y Macedonia, lo que estranguló los
recursos de la primera, desestabilizó el precario equilibrio étnico de la segunda y
convirtió en un hazmerreír la afirmación de la OTAN de que la operación Fuerza Aliada
tenía el propósito de frenar las limpiezas étnicas de los serbios en la provincia
rebelde. Simultáneamente, las imágenes televisadas de un éxodo en masa, que parecían
salidas de la película de Steven Spielberg La lista de Schindler, desataron en Estados
Unidos, Gran Bretaña y Francia un enorme consenso popular a favor de una intervención de
tropas terrestres y , al mismo tiempo, el espectro de un fracaso de la OTAN en la tarea de
disciplinar a una oscura república sudeuropea con todo lo que implicaría en
términos de pérdida de autoridad global movía a los estrategas militares y
políticos precisamente en esa dirección.
Pero la intervención terrestre es tan peligrosa como costosa. Una acción relativamente
rápida contra los 90.000 hombres del ejército de Yugoslavia requeriría triplicar o
cuadruplicar ese número, y aun así las bajas serían importantes, ya que las tropas
aliadas deberían actuar en un terreno montañoso y boscoso que conocen poco contra unos
enemigos que lo conocen mucho y que además están firmemente encolumnados detrás del
motivo de defensa de la patria. Al mismo tiempo, los costos serían elevadísimos, y al
cabo de unos 10 o 15 días de campaña terrestre exitosa los aliados se encontrarían en
el mejor de los casos en posesión de un territorio sin ningún valor estratégico ni
económico, al que además habría que empezar a reconstruir desde cero. Si este
territorio fuera sólo el de Kosovo, habría que agregar el costo de una gran presencia
militar permanente, y el hecho de que muchos de los desplazados kosovares que fueron
trasladados a Europa probablemente no querrán volver. Si el protectorado se
extendiera sobre toda Serbia, habría que sumar al costo la necesidad de lidiar con una
población hostil, y a los dividendos nuevamente un cero.
En este contexto, Rusia ha establecido que la ocupación de Serbia está fuera de los
límites, a no ser que Occidente quiera una nueva Guerra Fría en pleno. La declaración
de Yeltsin ayer estuvo cuidadosamente fraseada: No empujen a Rusia a una acción
militar porque seguramente habrá una guerra europea y quizá mundial. En otras
palabras, no nos obliguen a hacer lo que no queremos hacer, pero que haremos si todo el
resto falla. Es inseguro si Estados Unidos logrará entender la terrible seriedad deeste
planteo, o seguirá adelante en el peligroso camino en que se ha embarcado. Antes de
Ivanov ya fracasaron Yevgueni Primakov en su misión a Yugoslavia, y el papa Juan Pablo II
en su llamado a un cese del fuego. Lo del martes con Albright empieza a tener el sabor de
la última oportunidad.
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