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YELTSIN AMENAZO CON UNA GUERRA EUROPEA O MUNDIAL SI OCUPAN YUGOSLAVIA
El Kremlin prendió la luz más roja

En su declaración más dura desde el fin de la Guerra Fría, Rusia advirtió que no tolerará un protectorado de la OTAN en Yugoslavia y amenazó con una guerra europea o mundial. Yugoslavia, por su parte, pidió entrar a un pacto militar con Rusia y Bielorrusia.

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Boris Yeltsin ayer: “No nos empujen a una acción militar”.


El País 
de Madrid

Por Luis Matías López
Desde Moscú

t.gif (862 bytes)  Boris Yeltsin devolvió ayer al mundo a un clima de Guerra Fría, con riesgo de convertirse en caliente, del que no hay precedentes desde antes de la “perestroika” de Mijail Gorbachov. “He advertido a la OTAN, a los norteamericanos y a los alemanes –aseguró el presidente ruso– que no nos empujen a una acción militar. En otro caso, habrá con seguridad una guerra europea, y puede que mundial.” Lo que da fuerza aterradora a sus palabras, destinadas en buena medida al consumo interno, es que Rusia, pese a sufrir la más grave crisis económica y social de su historia reciente, es aún la segunda superpotencia nuclear del planeta.
La declaración del líder del Kremlin puso el broche final a un día repleto de anuncios alarmantes, como el que efectuó el presidente de la Duma, el comunista Guennadi Selezniov, de que Yeltsin había dado la orden de apuntar los misiles atómicos a los países “agresores” de Yugoslavia. Posteriores desmentidos no eliminaron por completo la preocupación, sobre todo porque ésta se alimentaba ya de otras declaraciones de Yeltsin: “Lo repito una vez más, Rusia no entrará en el conflicto si los norteamericanos no nos empujan”. El presidente dejó pocas dudas de que ese empujón tiene un nombre: invasión. “Quieren llevar tropas terrestres –señaló–, se preparan para eso, quieren convertir Yugoslavia en un protectorado. En esa zona, el mar Mediterráneo, y Rusia está cerca de ella, no lo permitiremos, no entregaremos Yugoslavia.”
El ejército ruso no está en condiciones de ganar una guerra a la OTAN. Ni siquiera pudo aplastar las milicias de una república de apenas un millón de habitantes como Chechenia. Sus oficiales se pasan meses sin cobrar, sus acuartelamientos se caen a pedazos, su dotación presupuestaria es insuficiente. Sin embargo, Rusia sigue manteniendo una poderosa industria militar, es una gran potencia en el comercio mundial de armas y, sobre todo, conserva un impresionante arsenal nuclear, que los tratados de desarme aún no han logrado reducir sustancialmente. El Start 2, precisamente, tendrá que esperar a que pase este temporal para poder ser ratificado en la Duma.
La fuerza atómica es, precisamente, el principal argumento de Rusia para exigir ser tenida en cuenta en su defensa de los “hermanos eslavos del sur”. Como en plena Guerra Fría, la amenaza nuclear se convierte en arma de disuasión. Como entonces –se debe pensar en Moscú–, debería bastar sólo con evocarla.

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Bill Clinton, el destinatario del mensaje, no se dio por enterado.

Protectorado: “Quieren convertir Yugoslavia en un protectorado. En esa zona, y Rusia está cerca de ella, no lo permitiremos, no entregaremos Yugoslavia”.


A pesar de que la Duma ha pedido la ruptura unilateral del embargo contra Yugoslavia, tanto Yeltsin como su gobierno, presidido por Yevgueni Primakov, descartan de momento esa medida y limitan el apoyo a su aliado estratégico en los Balcanes al envío de ayuda humanitaria, gestos como el envío de un barco espía al Adriático e iniciativas diplomáticas como el viaje del primer ministro a Belgrado y las peticiones de que los ministros de Exteriores del G-8 y el Grupo de Contacto (en los que está Rusia) se reúnan para buscar una salida política.
Dentro de la confusión ayer se destacó otra iniciativa: la de sumar a Yugoslavia a la frágil unión política que ya existe entre Rusia y su vecina Bielorrusia. Slobodan Milosevic ha pedido entrar en ese club y, según Selezniov, que transmitió la solicitud a Yeltsin, éste la acogió con tal entusiasmo que, inmediatamente, llamó por teléfono al presidente bielorruso Alexandr Lukashenko, que dio su conformidad. Yugoslavia ni siquiera tiene frontera con Rusia, pero eso, según el presidente de la Duma, no es un obstáculo insalvable, como lo demuestra –señaló Selezniov–, el caso de Alaska.
El dirigente comunista cree que, si esa unión se produce, se debería traducir en algo más que ayuda militar. “Nuestro ejército debería estar también allí”, aseguró. La perspectiva es inquietante, pero las posibilidades de que se concreten parecen escasas. El portavozpresidencial, Dimitri Yakushkin, aclaró luego que el tema se suscitó, y que se analizaron los pros y los contras, pero que no se adoptó ninguna decisión.
Yeltsin, relegado por su mala salud y el acoso de sus enemigos, ha cobrado nuevas fuerzas. Su salto a la palestra de ayer se produjo mientras Primakov, hacia quien se ha trasladado poco a poco el poder real, guardaba cama con un fuerte dolor de espalda. El martes, la Duma, dominada por comunistas y nacionalistas, decidirá si mantiene la convocatoria para el jueves del juicio político al presidente por delitos de alta traición, como llevar a Rusia al desastre de Chechenia o destruir la URSS.
En los últimos días han circulado los rumores más alarmantes: desde imposición del estado de emergencia, a ilegalización del Partido Comunista y destitución del gobierno en pleno. Yeltsin los desmintió ayer todos aunque, en una reunión con líderes regionales, señaló que siente una presión con visos de ultimátum para que dé vía libre al conflicto con la OTAN si no quiere que prospere el “impeachment” en la Duma. Aunque así fuera, quedaría aún un largo camino hacia su destitución, más que improbable


PASARIA INFORMACION A SERBIA
Francia bajo sospecha


t.gif (862 bytes) Por estar sospechada de espionaje, Francia quedó marginada de las acciones de la OTAN contra Yugoslavia, afirmó ayer el diario británico The Daily Telegraph. Estados Unidos habría tomado esa decisión preocupado por la existencia de un “eje militar” entre París y Belgrado, a través del cual se filtraría información útil a los serbios. Tanto el portavoz de la OTAN, Jamie Shea, como el gobierno francés salieron presurosos a desmentir el rumor: “Francia ha reaccionado con total transparencia”, defendió el ministro francés de Defensa, Alain Richard.
Las fuentes citadas por el periódico sostienen que “Washington ha comenzado a apartar a París de algunas de las acciones militares por temor a que cierta información llegue a manos de los serbios, directamente o por medio de los rusos”. Según el diario, la Casa Blanca teme un acercamiento entre Francia y Rusia, que podría jaquear la legitimidad del ataque militar de la OTAN si desembocara en un acuerdo diplomático con Milosevic. “Dentro de la OTAN hay círculos y círculos –finaliza–. Si se produce un quiebre en el interior de la Alianza, va a provenir de ciertos puntos.” Pero el vocero del Departamento de Estado, James Rubin, aclaró que “toda la información es compartida sin excepción entre todos los aliados”, porque lo último que necesitan ahora Washington y Londres es una iniciativa francesa que pueda aliviar la presión sobre Belgrado.

Claves
* Rusia es un aliado tradicional y un hermano étnico y religioso de Yugoslavia, que significa “eslavos del sur”.
* El ejército ruso está maltrecho, pero Rusia sigue siendo la segunda superpotencia nuclear.
* Lo que dijo Yeltsin ayer significa, como mínimo, que el mundo entraría en una nueva Guerra Fría en caso de que la OTAN decida ocupar Yugoslavia.
* Precisamente ésa es la dirección en que está moviéndose la Alianza, aunque todavía no se haya tomado la decisión política.
* El próximo martes, la secretaria de Estado Madeleine Albright se entrevistará con el canciller ruso Igor Ivanov. Todos los intentos anteriores de una salida pacífica fracasaron.


ALBRIGHT E IVANOV NEGOCIARAN EL MARTES
Con sabor a última oportunidad

Por Claudio Uriarte

t.gif (862 bytes) Rusia finalmente trazó ayer la raya de lo que no está dispuesta a tolerar: una invasión occidental de Serbia. Bien leído, esto no es una declaración de guerra sino la demarcación de lo que puede hacerse y lo que no. De alguna manera, el mensaje de Moscú contiene encriptada una oferta a Occidente: mediar con el hombre fuerte yugoslavo Slobodan Milosevic en pos de una salida que permita que ambos lados salven la cara antes de pasar a mayores. La reunión del martes próximo entre la secretaria de Estado Madeleine Albright y el canciller Igor Ivanov seguramente tendrá este argumento. Lo que se ha venido barajando hasta ahora apunta a un arreglo que deje gran parte de Kosovo dentro de Yugoslavia y conceda a la Alianza Atlántica una tajada de territorio donde reubicar a los albaneses étnicos que deseen volver. Esto, desde luego, sería una derrota apenas disfrazada para una OTAN que empezó hablando de plena autonomía para los albanokosovares y ya se inclina por la pendiente retórica que lleva a un “protectorado” sobre Kosovo e incluso Serbia, pero el costo y los peligros de una guerra en pleno –la otra posibilidad– son terroríficamente elevados.
La OTAN empezó su operación con una premisa catastróficamente falsa: que unos pocos días de bombardeos, sin acción de tropas terrestres, bastarían para que Milosevic accediera a un plan de paz –el de Rambouillet– que efectivamente establecía un protectorado atlántico por tres años sobre una provincia que se encuentra en el mito fundacional de los serbios, y que hubiera pavimentado el camino para su independencia o anexión a Albania. Milosevic respondió a los bombardeos expulsando alrededor de un tercio de los albaneses étnicos hacia Albania y Macedonia, lo que estranguló los recursos de la primera, desestabilizó el precario equilibrio étnico de la segunda y convirtió en un hazmerreír la afirmación de la OTAN de que la operación Fuerza Aliada tenía el propósito de frenar las limpiezas étnicas de los serbios en la provincia rebelde. Simultáneamente, las imágenes televisadas de un éxodo en masa, que parecían salidas de la película de Steven Spielberg La lista de Schindler, desataron en Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia un enorme consenso popular a favor de una intervención de tropas terrestres y , al mismo tiempo, el espectro de un fracaso de la OTAN en la tarea de disciplinar a una oscura república sudeuropea –con todo lo que implicaría en términos de pérdida de autoridad global– movía a los estrategas militares y políticos precisamente en esa dirección.
Pero la intervención terrestre es tan peligrosa como costosa. Una acción relativamente rápida contra los 90.000 hombres del ejército de Yugoslavia requeriría triplicar o cuadruplicar ese número, y aun así las bajas serían importantes, ya que las tropas aliadas deberían actuar en un terreno montañoso y boscoso que conocen poco contra unos enemigos que lo conocen mucho y que además están firmemente encolumnados detrás del motivo de defensa de la patria. Al mismo tiempo, los costos serían elevadísimos, y al cabo de unos 10 o 15 días de campaña terrestre exitosa los aliados se encontrarían en el mejor de los casos en posesión de un territorio sin ningún valor estratégico ni económico, al que además habría que empezar a reconstruir desde cero. Si este territorio fuera sólo el de Kosovo, habría que agregar el costo de una gran presencia militar permanente, y el hecho de que muchos de los desplazados kosovares que fueron trasladados a Europa probablemente no querrán volver. Si el “protectorado” se extendiera sobre toda Serbia, habría que sumar al costo la necesidad de lidiar con una población hostil, y a los dividendos nuevamente un cero.
En este contexto, Rusia ha establecido que la ocupación de Serbia está fuera de los límites, a no ser que Occidente quiera una nueva Guerra Fría en pleno. La declaración de Yeltsin ayer estuvo cuidadosamente fraseada: “No empujen a Rusia a una acción militar porque seguramente habrá una guerra europea y quizá mundial”. En otras palabras, no nos obliguen a hacer lo que no queremos hacer, pero que haremos si todo el resto falla. Es inseguro si Estados Unidos logrará entender la terrible seriedad deeste planteo, o seguirá adelante en el peligroso camino en que se ha embarcado. Antes de Ivanov ya fracasaron Yevgueni Primakov en su misión a Yugoslavia, y el papa Juan Pablo II en su llamado a un cese del fuego. Lo del martes con Albright empieza a tener el sabor de la última oportunidad.

 

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