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Por Carlos Rodríguez ¡No sabés lo que significa escucharte y saber que estás bien! Aliviada, la diputada bonaerense Graciela Podestá (Frepaso) mantuvo un contacto telefónico con Jorge se mantiene el apellido en reserva a pedido del interesado, asaltado el miércoles por la noche por dos hombres armados que se introdujeron en su auto. El hecho, que ocurrió en Ciudadela, fue presenciado por Podestá, presidenta de la Comisión de Seguridad de la Legislatura, quien en una actitud propia de la Mujer Maravilla salió a correr con su coche a los asaltantes, al darse cuenta de que Jorge estaba en peligro. Luego de esquivar varios disparos realizados por los ladrones, la diputada les perdió el rastro, pero ellos al creer que los seguía la policía liberaron poco después a la víctima y luego dejaron abandonado el automóvil, aunque su intención inicial era robarlo. El final fue feliz, pero pasé mucha angustia hasta que pude hablar con Jorge y saber que estaba bien, comentó Podestá a Página/12. El episodio comenzó en la noche del miércoles, cuando la legisladora venía en su auto, manejado por Gabriel Tello, uno de sus colaboradores. Ambos venían de La Plata y se dirigían a una casa en Ramos Mejía, donde los esperaba para cenar la esposa de Tello. Veníamos por Gaona y al llegar a la bajada de Ciudadela tuvimos que detenernos porque adelante paró un auto y vimos que pasaba algo extraño. Podestá, que iba en el asiento del acompañante, observó cómo dos hombres hacían bajar al conductor para que se sentara atrás. Aunque la escena no era violenta, la actitud resultaba sospechosa. No me dio el cuero dejarlo solo al pobre hombre y, sin pensarlo mucho, le pedí a Gabriel que siguiera al auto, manteniendo una distancia prudente. Ella olvidó que en el parabrisas llevaba una chapa que revela que el auto es de la Legislatura. Se ve que los delincuentes creyeron que era un auto policial y comenzaron a disparar contra nosotros. La legisladora agradece hoy que haya estado al volante un hombre joven como Tello, con gran habilidad para el manejo, porque tuvimos que andar en zig-zag, esquivando las balas, a las que escuché zumbar muy cerca porque el vidrio de mi lado estaba bajo, relató Podestá. Tras unos minutos de persecución que parecían años, perdieron de vista a los ladrones y en ese momento comenzó la angustia. Temimos por la vida de quien hoy sé que se llama Jorge y fuimos a hacer la denuncia en la seccional policial del barrio conocido como Fuerte Apache. Horas después, Podestá supo que Jorge estaba bien, pero recién ayer pudo mantener con él una breve charla telefónica. Nos agradecimos mutuamente, él por mi preocupación y yo por saber que estaba bien. Jorge le contó que los ladrones eran dos, uno muy joven, de pelo bien corto, y otro mayor de cabello largo. Cuando empezaron los tiros, Jorge se asustó mucho y los asaltantes también. Ellos vieron la chapa dorada del auto que los seguía y creyeron que era la policía, dijo Podestá que le confirmó Jorge. Tanto se asustaron que uno de los ladrones decidió: Hay que largarlo porque nos sigue la yuta. Jorge fue arrojado del auto y de inmediato se dirigió a la comisaría 2ª de Ciudadela, donde hizo la denuncia. El auto, un Fiat Palio, apareció ayer, abandonado muy cerca del lugar donde ocurrieron los hechos. A Jorge le robaron la plata y el teléfono celular. Mi actitud no fue de heroína aclara Podestá sino una reacción instintiva por tratar de ayudar a alguien que estaba en peligro.
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