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REPORTAJE A HERMINIO IGLESIAS
“Lo terrible hubiera sido que incendiara una cuna”

Se fastidia cuando se le recuerda su momento de fama en la campaña de 1983. Volvió a la política, es candidato en Avellaneda, amigo de Seineldín y “no tiene problema” con los Montoneros.

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Por Nora Veiras

t.gif (862 bytes) Parece el colmo de Herminio Iglesias pero es así: atiende en el Sindicato de la Industria del Fósforo. Detesta que le recuerden la quema del cajón con el escudo radical que lo estigmatizó como uno de “los mariscales de la derrota” del peronismo en el ‘83. Se queja porque “siguen pelotudeando con eso mientras hay miles de chicos muertos de hambre y corrupción por todos lados” y provoca: “Yo no lo quemé, pero después de todo, los cajones de muerto se queman, lo terrible hubiera sido que incendiaran una cuna”. Vuelve como precandidato a intendente de Avellaneda y respalda a Eduardo Duhalde. Señala orgulloso una foto suya con Perón en Puerta de Hierro y dice: “Hay pocos que puedan mostrar eso”. A su lado uno de sus muchachos cuenta: “En esa época (el ‘68) le decíamos George Maharis, por el de ‘Ruta 66’”, el galán que se ganaba a las chicas. Critica la mayoría de las políticas de Menem pero no a Menem, él quiere la unidad con todos “menos con la ultra”.
–Usted dice que es injusto el recuerdo de la quema del cajón pero era otro contexto, se venía de la dictadura y ésa fue la imagen de la violencia.
–Lo que tienen que comprender ustedes es que yo no soy un político, ningún peronista es un político, estamos en política. Pero yo soy un revolucionario, entonces cometo errores porque yo pongo mi pasión en una causa que creo que es justa, lo principal de todo es que nadie puede decir que yo cometí un acto de corrupción. Y yo puedo hablar de muchos.
–¿Qué significa ser un revolucionario?
–Por eso yo admiro al Che Guevara, luchar como sea, primero por las buenas, pero si tengo que pelear en defensa del pueblo lo voy a hacer. Yo luché siempre, después del ‘55 quiénes salimos, nosotros los peronistas. Después del ‘62, cuando nos prohibieron, que ganamos la gobernación, salimos nosotros; después del ‘76 quiénes salimos, nosotros. Dónde estaban los que hablan hoy. No estaban en ningún lado. Deben tener los elásticos de la cama marcados, ahora son ellos los reyes de la democracia.
–¿Cómo analiza la violencia?
–La violencia existe porque hay injusticia. No puede haber un pueblo donde un sector esté lleno de abundancia y otro sector no tenga qué comer. Hay que lograr la igualdad, o por lo menos nivelar un poco. La delincuencia no se combate sólo con los patrulleros, con la policía o matando a los chicos, se combate dándole trabajo. Si acá hay trabajo, el noventa por ciento de la delincuencia desaparece automáticamente.
–¿A veces no se siente un peronista anacrónico?
–No, para nada. Yo soy peronista de Perón y Eva Perón y ahí voy a morir. Yo no me siento ni postergado, ni anacrónico, ni nostálgico, ni nada por el estilo. No se pueden olvidar. Perón fueron los diez o doce años más felices del pueblo argentino. En abundancia, con trabajo, con honestidad. Inclusive Isabel Perón, estuvo cinco años presa ¿por qué? Por un cheque que ni siquiera había firmado. Hoy entonces dónde deberían estar todos los que están.
–¿Quiénes?
–Todos, los que están y los que no están también, porque los que no están estuvieron. Acá tenemos que detener la corrupción todos juntos.
–¿Está de acuerdo con la decisión del gobierno de darle asilo al general Oviedo?
–Yo desconozco los tratados internacionales, pero si lo dieron debe ser porque está, me parece bien.
–¿Lo conoce a Oviedo?
–No. Yo estuve seis o siete veces en Paraguay. Estuve con Stroessner pero yo a Oviedo no lo conocía. Stroessner era un amigo.
–¿No lo ve como un dictador?
–Un dictador... escuchame. Es el pueblo paraguayo el que lo votaba. Acá dicen dictadores, entonces Khadafi es un dictador. Hussein es dictador¿son todos dictadores? El pueblo decide. Si un pueblo quiere a Stroessner, lo votaba el pueblo.
–Digamos que mucha libertad no les daba para elegir.
–Puede ser que haya habido algo de eso, pero después se ve. Paraguay con Stroessner era un país, ahora qué es. Yo te aseguro que no defiendo a Pinochet, pero levantó la economía del país. Si lo tienen que fusilar que sean los chilenos. ¿Quiénes son los ingleses para meterse?
–¿De Videla qué piensa?
–Pienso que hicieron las cosas muy mal y tienen lo que se merecen.
–¿Tienen que estar presos?
–Todos los que cometieron homicidios tienen que estar presos.
–Usted dijo que muchos hacen política porque lo que quieren es acercarse a la caja fuerte...
–Por supuesto, no es el peronismo de antes. Antes era sacrificio, trabajo, amor, lealtad. Ahora creo que no, faltan esos códigos. Y si es Duhalde, mejor que sea Duhalde quien encarrile al peronismo de una vez por todas y le dé las satisfacciones al pueblo argentino que merece.
–Menem hace diez años que está en el gobierno, es decir que ha sido durante su presidencia que no se respetaron esos códigos.
–No, pero acá hay una cosa que tenemos que reconocer. Menem concretó la estabilidad en los primeros cuatro años, después la transformación del país, ahora ha llegado la hora de la justicia social, de que se le dé al pueblo lo que se merece.
–¿Con este modelo económico se puede lograr la justicia social?
–Creo que sí, si somos capaces de generar trabajo. La máxima obra de un gobierno peronista es generar puestos de trabajo. Si hay poder adquisitivo la gente va y consume y si consume se multiplica la industria, el comercio, se moviliza el pueblo.
–¿Cómo se generan esos puestos de trabajo?
–Por ejemplo, en Avellaneda, no le vamos a cobrar impuestos a la pequeña y mediana empresa hasta que estén produciendo a pleno, vamos a dar las facilidades que sean necesarias. Lo que pasa –y yo no estoy acusando a nadie con esto– pero en muchos lugares quieren radicarse y los coimean, ponen un ladrillo y les empiezan con los impuestos.
–Usted siempre cuestionó a la izquierda dentro del peronismo. ¿Cómo se relaciona ahora con sectores que en su momento fueron montoneros?
–Hay una gran equivocación. El peronismo tiene un margen así (separa ambas manos conteniendo un espacio sobre el escritorio). Todos los que estén de la derecha para adentro pueden venir y todos los que estén de la izquierda para adentro pueden ser peronistas. Nosotros estamos en contra de los ultraderechos y los ultraizquierdos (sic). Los montoneros no son ultras, son montoneros, son peronistas de izquierda, tienen todo el derecho de convivir con nosotros.
–¿Cómo se relacionó con Lalín?
–Lalín está colaborando en Avellaneda y yo no soy Perón para decirle que sí o que no. Está colaborando como corresponde lealmente, honestamente, no tengo ningún problema.
–¿Cómo se contiene a todos?
–Por ejemplo, Bramuglia, que fue canciller de Perón, era socialista. Todo el socialismo no es zurdo, hay socialismos nacionales y, bueno, adentro. De la derecha hay muchos, inclusive de la UCeDé, que no son ultraderechistas y están adentro. Los ultras no pueden venir porque nosotros somos revolucionarios pero queremos concretar la revolución en paz que quería el general Perón. Las cruentas no duran.
–¿No siente que se volcaron a la derecha?
–Que haya hombres de derecha no quiere decir que el peronismo se haya volcado a la derecha. El peronismo es peronismo, es nacional y cristiano.
–¿A Seineldín lo ve?
–Hace bastante que no lo veo pero soy amigo de Seineldín. Tenemos que comprender que es un hombre que ha luchado también. Está preso y adentro no se está como afuera... y bueno, hace sus críticas pero yo no me meto. Yo estoy ahora trabajando en el peronismo, si algún día le puedo dar una mano se la daré.
–¿Qué recuerdo tiene de Perón?
–Yo viajaba con Rucci, con Lorenzo Miguel, con Vandor y tengo el mejor de los recuerdos. Era el conductor más grande del mundo, no solamente de la Argentina. Yo tuve la suerte de conocer a De Gaulle, a Khadafi, a Franco, al chileno Allende, a muchos presidentes, pero a Perón no había con qué darle. Era extraordinaria su humildad, nos atendía con humildad. Era un hombre de pueblo.
–¿Eso no lo vio en ningún otro sucesor?
–No, Perón hubo uno solo. No nacen más, en miles de años. Todos quieren imitar a Perón, pero nadie lo logra.
–Ahora qué haría Perón.
–Si resucitara, otros se morirían.
–¿Quiénes?
–No te lo voy a decir porque no tengo derecho a criticar a nadie.

 

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