The Guardian
de Gran Bretaña
Por Chris Bird
Desde Belgrado
Después de
un pequeño debate con amigos y de que el sonido de dos misiles de crucero zumbando sobre
nuestro hotel nos despertara una noche, decidimos que una bomba perdida podría caer tanto
sobre el deshabitado edificio del hotel como sobre nuestras casas, así que decidimos
llevar nuestras valijas a casa. Es verdad que una de las casas vecinas pertenece al mismo
Milosevic. Al llegar a casa, tuve miedo de que hubiera una svástica pintada en la puerta.
Las embajadas de los países de la OTAN a lo largo de la calle Kneza Mihaila ya tenían
pintados símbolos nazis en los frentes de los edificios y los centros culturales como el
British Council en el centro de la ciudad fueron atacados. He tratado de decirle a
la gente que los edificios no tienen la culpa, me dijo la semana pasada Vojislav
Mihailovic, alcalde de Belgrado.
La casa, como los cercanas residencias diplomáticas occidentales, estaba intacta. S., que
hace la limpieza, había aparecido a trabajar el día que regresé. Usted tiene que
trabajar y yo tengo que trabajar, haya o no guerra, me dijo austeramente,
aunque yo no puedo prometerle venir si vuelan los puentes. S. es especialmente
diferente de sus hermanos ortodoxos, que celebraban la Pascua el domingo en las oscuras
iglesias iluminadas con velas y llenas de cánticos. Ella es adventista del Séptimo Día.
Esto estaba escrito, habrá problemas, dijo, y yo oré por usted.
Sus cálculos en los riñones todavía le provocaban dolor, pero ella decía que ni
soñaba en quitarles una cama de hospital a los heridos mientras siguiera la guerra.
Mantenemos un perfil bajo. Entre nosotros, hablamos ruso en la calle: una delegación de
cosacos con pintorescos bigotes y uniformes zaristas había pasado por la ciudad jurando
hermandad y unidad eslava. Esto nos permitía caminar bastante normalmente a pesar de las
pintadas que decían Fuck you a la OTAN. Un colega es más valiente que yo
para confrontar a los habitantes de Belgrado con los motivos occidentales de los
bombardeos. Poca gente sabía o quería saber qué sucedía realmente en Kosovo antes de
los ataques aéreos y resulta difícil conformar la bondad de los amigos y el enojo
genuino ante los bombardeos con los miles de albaneses étnicos expulsados por las fuerzas
serbias en las últimas dos semanas.
Milosevic le dijo a la población durante el fin de semana que tendrán que trabajar más
duro para derrotar la campaña de bombardeos de la OTAN. Un traductor con el que trabajé
decidió que no puede trabajar ahora con un periodista británico. Lo conozco lo bastante
bien como para saber que no es nada personal. Y creo que lo conozco lo suficientemente
bien para saber que él mismo está profundamente confundido sobre lo que los bombardeos
significan para su país.
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