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SUBRAYADO

La OTAN está en cuestión

Por Claudio Uriarte


t.gif (862 bytes)  Veinte días de bombardeos aliados contra Yugoslavia han puesto de relieve una realidad inesperada: la ineficacia militar de la OTAN –creada para confrontar nada menos que con la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia– contra una potencia regional sudeuropea de segundo orden. Es esto, y no sólo el dato de que hay gente de carne y hueso sufriendo y muriendo sobre el terreno, lo que determina que la celebración del 50º aniversario de la Alianza Atlántica tenga un perfil tan bajo y tan sombrío. La OTAN, que ganó la Guerra Fría sin disparar un solo tiro en combate, parece un tigre de papel, que incluso vacila en enviar al territorio en disputa a unos soldados terrestres que, después de todo, se reclutan en ejércitos profesionales, y que ha adoptado sin hesitar una doctrina de “cero baja” que promete resultados cero. Uno se pregunta qué hubiera pasado si el Pacto de Varsovia hubiera invadido Europa Occidental con las tropas terrestres de que disponía, numéricamente superiores a las de la OTAN. Naturalmente, lo que hubiera pasado es un ultimátum nuclear de Washington: la OTAN nunca fue pensada para librar una guerra convencional sin el paraguas nuclear norteamericano. Pero de ser impotente contra la URSS a serlo contra Serbia hay un gran trecho, y esto último es lo que la Alianza ha probado en las dos semanas y pico que lleva la operación.
Desde luego, se trata de un resultado reversible. Próximamente –más tarde o más temprano– puede llegarse a amasar una cantidad de tropas terrestres en Albania y Macedonia suficientes para arrasar con las fuerzas de Slobodan Milosevic. Por un lado –sin embargo– es notable que esas fuerzas no estuvieran allí en primer lugar, como brazo ejecutor de un plan de contingencia. Por otro lado, cabe preguntarse cuál sería la misión de las tropas de tierra, si se trataría de conquistar Kosovo o la totalidad de Serbia. En cualquier caso –pero especialmente en el segundo–, la Alianza debería tomar la precaución de desplegar fuerzas también en la frontera de Hungría con el norte serbio, sólo para el caso de que Milosevic se encargue de crear un segundo frente étnico en Voivodina.
Nada es seguro, y la vía negociadora, vía Rusia, todavía está abierta hasta la reunión Albright-Ivanov de mañana en Oslo. Pero en el caso militar, mientras una acción contra toda Serbia parece descartada por la tremenda reacción que generaría en Rusia, la secesión de Kosovo bastaría para articular un eje Serbia-Rusia-Bielorrusia que sería un mini-Pacto de Varsovia, una mini-Guerra fría. Y el equilibrio de Ucrania quedaría en peligro.

 

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