|
Por Diego Schurman Nicolás Becerra convalidó ayer al congreso justicialista que dio plafond a Carlos Menem para aspirar a una nueva reelección y le extendió el mandato como jefe del partido hasta el 2003. La resolución del procurador general de la Nación es tardía para los intereses del menemismo: la utopía de un tercer mandato consecutivo está prácticamente extinguida y la posibilidad de que Menem controle los hilos del PJ no es algo que inquiete a Eduardo Duhalde. El gobernador ahora cree que la evolución de la interna va a hacer recaer el poder del partido en sus manos, más allá de los títulos y las jerarquías. El congreso de Parque Norte, hegemonizado por el oficialismo, fue clave en la estrategia para lograr la perpetuación de Menem en el poder. Por eso Duhalde lo impugnó alegando que los representantes bonaerenses fueron deliberadamente excluidos de esa cumbre. Hasta ayer, la última voz de la Justicia que se había expresado era la de la Cámara Nacional Electoral. Ese tribunal, atendiendo a la demanda del gobernador, invalidó el congreso y obligó al menemismo a recurrir a la Corte con un recurso de queja. El pronunciamiento de Becerra conocido ayer no altera el panorama judicial. Apenas suma una sugerencia a la Corte si es que ésta se decide a fallar. Pero tampoco el político, porque cuando se inició la disputa Menem tenía el control de la mayoría del partido y el respaldo de prácticamente todos los gobernadores del PJ. Pero ahora su expectativa de concentrar todo el poder partidario se desmorona. Por eso Duhalde, si bien evita reflotar aquello del candidato natural, no ve manera de que el Presidente le dificulte el camino hacia la competencia con la Alianza. Se entiende así su preocupación por minimizar cualquier pronunciamento, inclusive el de Becerra, que haga mención sobre el controvertido congreso de Parque Norte. A esta altura el gobernador sabe que la posibilidad de una nueva reelección sólo descansa en el sueño de algunos obsecuentes. Y asegura, como el resto de la plana duhaldista, que no tiene ningún problema que Menem se quede con la jefatura del partido hasta el 2003. Cree que es una mera cuestión de forma. El menemismo, contrariamente, se ilusiona con un Menem controlando al partido e incidiendo sobre la conformación de la fórmula que se presentará en 24 de octubre. De hecho, el Presidente dejó que los sindicalistas de la CGT, que lo visitaron la semana pasada, pidieran la cabeza de Ramón Ortega, seguro precandidato a vicepresidente, y de Carlos Ruckauf, precandidato a gobernador bonaerense. Por más intentos que quieran hacer ya no hay nada que inventar, dijo ayer Duhalde para ridiculizar cualquier otra intentona de ese tipo. En el duhaldismo aseguran que Menem está sumamente debilitado y que los gestos que realizará de ahora en más tendrán más bien la figura de manotazo de ahogado. Ese debilitamiento comenzó luego de una sucesión de hechos adversos, entre los que se encontraron la falta de apoyo de los gobernadores a la reelección, la derrota de Ramón Saadi en Catamarca, y la decisión de Carlos Reutemann de no dar pelea en la interna justicialista en representación del menemismo.
|