Por Adrián H. Mouján
El domingo,
tempranito, el ministro del Interior Carlos Corach anunció que la lista que comparte con
el ministro de Justicia Raúl Granillo Ocampo había ganado la interna porteña del PJ.
Añadió que había sido una victoria del menemismo que había sumado (entre esa lista y
la liderada por Mario Pacho ODonnell) el 70 por ciento de los votos.
Pero ayer a medianoche el menemismo metropolitano no transmitía ni éxito ni unidad:
intercambiaba insultos y peleaba voto a voto en la Junta Electoral. El granillismo
insistía en adjudicarse la victoria. Pero sus oponentes impugnaban por fraudulentos los
resultados de tres circunscripciones, que representan alrededor del 20 por ciento de los
votantes del domingo. Las huestes de ODonnell piden que se repita la elección en
esos distritos mientras dejan constancia que, sin contar esos votos truchos, son ellos los
que llevan la delantera. Mientras tanto, la Junta Electoral del PJ, catatónica, no
cumplía con su sencilla función esencial: emitir datos oficiales de una elección de
aproximadamente ochenta mil votantes realizada más de 24 horas antes.
El desorden comenzó el propio domingo cuando la Junta Electoral, presidida por el
veterano dirigente justicialista Reinaldo Parra no podía dar a conocer datos
significativos de la interna. Corach, que ya estaba festejando en Olivos junto al
presidente Carlos Menem, lo llamó desde su celular y, según un testigo, lo
insultó de arriba a abajo porque a las 20.30 no le había entregado a los medios los
datos de las primeras mesas. Entonces Parrita salió y dio unos datos que
estaban muy mal contados y cuando los fiscales de Pacho se le fueron encima le bajó la
presión y lo tuvimos que llevar a la casa, lo que determinó la suspensión del
escrutinio hasta ayer a las 17 horas.
Cuando eso ocurrió en el local justicialista de Alsina al 700 el aire se podía cortar
con un cuchillo. Ya todos los candidatos habían intercambiado reproches a través de los
medios. La Junta Electoral tiene 30 miembros: quince responden a Granillo, trece a Pacho y
sólo dos al duhaldista Jorge Argüello. El conteo se hizo penoso por las acusaciones,
insultos y discusiones que intercambiaron los menemistas. La lista de ODonnell
impugnó el escrutinio en tres circunscripciones y reclamó la realización de nuevos
comicios en los barrios de Parque Patricios, Retiro, Villa Lugano y Recoleta. Argüello, a
su vez, impugnó las mesas de la circunscripción segunda y la 22 (Lugano). En lo único
en que se pusieron de acuerdo las tres listas fue en la cantidad de votantes, que habría
rondado los 80 mil.
Los argumentos de la impugnación de Pacho son: a) votó gente indocumentada;
b) los votos se depositaron en cajas de galletitas en vez de las urnas debidamente
habilitadas; c) se votó hasta dos horas después del horario
establecido y d) en muchos casos se cerraron mesas para impedir el voto de los
independientes.
La respuesta por el lado de Granillo no se hizo esperar. Cada mesa estaba presidida
por un representante de una de las tres listas. Si se resolvió extender el horario de
votación se hizo con el aval de los delegados de todas las listas y si se votó en cajas
de galletitas es porque faltaban urnas. Las cajas fueron lacradas y firmadas por los tres
delegados. Pretenden impugnar algo que sus fiscales avalaron, fue la explicación de
un operador del granillismo. Un dirigente del PJ (conocedor del distrito y afín al
duhaldismo) explicó a Página/12 que las peleas entre las dos listas menemistas es
porque una mejicaneó a la otra.
Mientras los menemistas discutían a los gritos y a puerta cerrada, los duhaldistas
decidieron retirarse de la Junta Electoral, de modo tal de dejar que sus adversarios
pagaran todo el costo político del papelón. Coincidentemente, el gobernador Eduardo
Duhalde hacía llegar su felicitación a Granillo Ocampo. Al cierre de esta edición, la
Junta no había emitido el escrutinio final ni tan siquiera uno provisorio. Las dos listas
menemistas manejaban sus propios números emanados de sus respectivos fiscales. Obviamente
diferían. Una muestra del desconcierto la dieron dos voceros del granillismo que al
intentar brindarle a Página/12, cifras propias no coincidieron en los números. Cuando
finalmente se pusieron de acuerdo, explicaron que Granillo había obtenido 29.256 votos,
el 37,1 por ciento; Pacho 25.999, el 32, y Argüello 23.793, el 30,10. Mientras que Corach
fue votado por 28.318 personas, el 37,1, seguido de muy cerca por Bello, con 26.259, el
34,7 y el duhaldista Julio Bárbaro 21.429 votos, el 28 por ciento. ODonnell
proponía otro cálculo: no computar las circunscripciones impugnadas que tuvieron un
importante porcentaje de votantes, casi el 20 por ciento del total. Sin esos votos y
según sus propias mediciones, ODonnell se imponía con el 35 por ciento de los
votos contra el 32 por ciento de Granillo y el 30 de Argüello.
Ahora las partes, embravecidas, esperan la decisión de la Junta Electoral. Si ésta (como
sugiere su conformación mayoritariamente granillista) rechaza las impugnaciones los
quejosos deberán acudir a la Justicia. Mientras tanto allegados a Claudia Bello confiaban
a Página/12 que su jefa había conversado con el presidente Carlos Menem y éste le
había reprochado agriamente el mal trago que le están haciendo pasar los propios
miembros de su gabinete.
Lo mismo que a Cabezas
A vos te va a pasar lo mismo que a (José Luis) Cabezas, gritaba, con la voz
ronca por el alcohol, un hombre que se identificaba con la lista que encabeza el ministro
de Justicia, Raúl Granillo Ocampo, mientras pateaba al cuerpo de un camarógrafo de
televisión. La escena se vivió en la puerta de la sede del justicialismo porteño
mientras la junta electoral discutía tensamente voto a voto (ver nota central). Faltaban
minutos para las diez de la noche. El incidente se desencadenó cuando la legisladora
porteña e integrante de la lista de Mario Pacho ODonnell Raquel
Kelly de Olmos dialogaba con los periodistas. Un grupo de granillistas
comenzó a rodearla y chicanearla. Compañera le gritaban, no haga como
la (Graciela Fernández) Meijide, no haga política mediática. Tienen que ganar en las
urnas y no en los medios.
Los partidarios de Mario Pacho ODonnell que compartían, mirándose de
soslayo, la vereda con los granillistas, se dividieron ante el incidente. Algunos
intentaron calmar los ánimos y separar al exaltado que golpeaba al periodista. Otros
parecían preferir que la gresca continuara, generando un costo político para
sus adversarios internos. Dejá que las cámaras filmen todo y vean lo que son
éstos, deslizaba una persona que miraba desde la vereda de enfrente. En definitiva,
fue la propia tropa de Granillo la que separó al agresor, que siguió insultando a los
periodistas un ratito más. |
DENUNCIAS CRUZADAS SOBRE COMPRAS DE VOTOS
Por treinta pesos y comida
Por A. H. M.
Se cambiaron de
lugar los centros de votación. Gente con gorritas amarillas y uniformada en las puertas
de las escuelas compraba votos por 30 pesos y un bolsón de comida. Con un enorme
disgusto, Mario Pacho ODonnell denunció la aplicación del
clientelismo, un práctica no novedosa en las internas partidarias, pero que el domingo el
PJ Capital llevó a un nivel excelso. Sus adversarios, en espejo, lo acusaron de
prácticas similares.
Claudia Bello, candidata a senadora de la lista que llevaba a ODonnell y a Scioli
como postulantes a jefe y vicejefe de Gobierno, aseguró que en la circunscripción 2
(Parque Patricios), a las 5 y media de la tarde, cuando cerraba el comicio llevaron
micros con una pequeña multitud para votar en la mesa de independientes. Los votos se
guardaron en cajas de galletitas y el comicio se prolongó hasta las 8 y media de la
noche (dos horas y media después del cierre).
Integrantes de la lista encabezada por Raúl Granillo Ocampo y Santiago replicaron que
en la circunscripción 22, los barrios de Villa Lugano y Villa Soldati
Daniel Pandolfi, hermano de Víctor Pandolfi, candidato a legislador por la lista de
Pacho, repartió cajas de comida para los votantes en la puerta de una escuela.
Precisamente la 22 fue una de las circunscripciones cuyo escrutinio impugnó la lista de
ODonnell.
En escuelas de Lugano y Soldati, grupos de militantes entregaban un ticket a los votantes
para que éstos después de emitir su sufragio pasaran a retirar por una unidad básica
entre 20 y 30 pesos y una bolsa con comida. Trabajaron a cara descubierta, fueron
entrevistados por el canal de cable Todo Noticias y en la mayoría de los casos admitieron
que trabajaban para la lista del ministro de Justicia.
En la circunscripción 20, que incluye a los barrios de Recoleta y Retiro, las denuncias
también partieron de la lista de Pacho, cuyos miembros aseguraron que se hizo votar
a indocumentados y a 50 bolivianos que viven en la Villa 31. Los traslados, claro,
los hicieron taxis y remises que se hicieron la semana: recibieron 100 pesos por unas
horas de trabajo, llevando a votar a afiliados e independientes.
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