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AYER SE RECORDO EL HOLOCAUSTO
Una carpa inolvidable

Al lado del Obelisco y surcada por 129 fotos testimoniales, la comunidad judía levantó una carpa donde se revive la heroica resistencia del ghetto de Varsovia como parte del Holocausto.

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Por Raúl Kollmann

t.gif (862 bytes)  La foto es, tal vez, la más famosa del Holocausto: el niño, de ocho o diez años, con el uniforme del campo de concentración que le sobra por todos lados, los brazos levantados y el soldado detrás apuntándole con su fusil. Más allá, en otra foto, un grupo de adultos, también con el uniforme del campo y con la mirada perdida: seguramente ninguno pesaba más de 35 kilos. Ayer, en el día en el que se recordaba el Holocausto, el homenaje más significativo fue la inauguración de esa carpa –similar a lade los docentes– ubicada al lado del Obelisco y en la que se exhiben 129 fotografías del ghetto de Varsovia. Por allí pasarán chicos de unos cien colegios no judíos y, por su brutalidad, esas imágenes provocarán un fuerte impacto en niños que probablemente saben poco o nada del genocidio nazi.
Las fotos de 1941, Un día en el ghetto de Varsovia fueron tomadas por un hotelero de la ciudad de Langelensheim que servía al ejército alemán en el Campo 31, cerca de Varsovia. El hombre, llamado Heinz Jöst, recibió como regalo una cámara de fotos y un oficial superior le dijo que pasara el día de su cumpleaños en el ghetto de Varsovia. Así, Jöst tomó las 129 fotografías de niños amenazados, adultos desnudos, moribundos, apilados en carretas. El hotelero salió del ghetto sin decir palabra y guardó las fotos durante décadas. Recién en 1980, casi 40 años después de haberlas tomado, y poco antes de su muerte, Jöst se las envió a la revista alemana Stern, para que sirvieran como testimonio del genocidio.
Ayer, los homenajes a las víctimas del Holocausto fueron dos. Por la mañana se inauguró la carpa con la presencia del ministro del Interior, Carlos Corach, la fórmula presidencial de la Alianza, Fernando de la Rúa y Chacho Alvarez, el embajador de Israel, Itzhak Avirán, el titular de la DAIA, Rogelio Cichowolsky, y el presidente del Instituto contra la Discriminación, Víctor Ramos. “Cuando nuestros jóvenes y nuestros chicos vean estas fotografías, cuando lleguen a las escuelas, estarán comprendiendo por qué luchamos contra el odio racial y religioso, por qué luchamos contra la discriminación”, sintetizó De la Rúa. La carpa permanecerá abierta hasta el jueves de 12 a 20.
A la noche, en un teatro Opera abarrotado, con gente que llegaba casi hasta la calle, la comunidad judía de Buenos Aires recordó la muerte de seis millones de niños, mujeres y hombres. En una pantalla gigante se vieron las opiniones de varios especialistas, pero indudablemente la aparición más llamativa fue la de la hermana Bauschwitz, quien habló en nombre del Episcopado y se refirió al Holocausto utilizando dos veces su equivalente en hebreo, Shoá. Bauschwitz dijo, entre otras cosas, “nos tenemos que preguntar en qué falló la educación religiosa para que seres humanos hayan perpetrado semejante masacre”.
Uno de los momentos más emocionantes fue el encendido de las seis velas, que representan a los seis millones de judíos muertos durante el Tercer Reich. Varios sobrevivientes de los campos de concentración subieron al escenario con sus familias a encender las velas, lo propio hizo una maestra del ghetto de Varsovia y dos escritores lo hicieron para honrar a los artistas asesinados. Inmediatamente después, el sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz, Pablo Alter, juntó todas las fuerzas que tienen sus ochenta y pico de años y con vos quebrada le dejó un dramático mensaje a la gente: “Lo que se vio en la película La Vida es Bella es como un hotel cinco estrellas comparado con los campos en los que yo estuve. Cuando el tren llegaba al campo, nadie nos ponía una escalera para que bajáramos: había que saltar, los perros nos mordían, los nazis nos pegaban y los niños, llorando, eran llevados a las cámaras de gas. Yo aquí les digo, la vida era bella ¡para los asesinos!”.

 

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