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Por primera vez desde el inicio de los bombardeos sobre Yugoslavia, los cancilleres de los 19 países integrantes de la OTAN se reunieron ayer para presentar un frente común ante el acercamiento de Rusia a las potencias occidentales para encontrar una salida diplomática al conflicto. El puntapié inicial de este acercamiento lo darán hoy la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, y el canciller ruso, Igor Ivanov, quienes se reunirán en el aeropuerto de Oslo. Las exigencias que presentará Albright a Ivanov, para que él se las comunique al gobierno yugoslavo, son las mismas que desataron los bombardeos. Según el secretario general de la OTAN, Javier Solana, ahora Milosevic está más débil y podría aceptar las condiciones que rechazó en los acuerdos de paz de Rambouillet. El acercamiento entre Rusia, gran aliado del gobierno serbio de Yugoslavia, y las potencias occidentales se había iniciado la semana pasada con una reunión del Grupo de Contacto para la ex Yugoslavia (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania y Rusia) a nivel de directores políticos. Pero el presidente ruso Boris Yeltsin advirtió el viernes pasado sobre los riesgos de una acción militar rusa y el inicio de una guerra europea y quizá mundial en caso de una intervención de tropas terrestres de la OTAN en Yugoslavia. El encuentro entre Ivanov y Albright servirá, entre otras cosas, para aplacar el clima de tensión creado por Yeltsin. Pero en la reunión se jugarán además varias cartas fundamentales. Como dijo Yeltsin, Rusia no está dispuesto a negociar sobre la base de una hipotética invasión terrestre de la OTAN sobre Yugoslavia. Cualquier signo en ese sentido echaría por tierra todas las conversaciones. Pero la OTAN tampoco está dispuesta a aceptar la demanda rusa de un cese de los ataques para comenzar a negociar una solución pacífica. Para los países aliados, existe una lista de exigencias que el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic debe cumplir ya como condición previa para establecer un estatuto final para Kosovo: retirada de todas las fuerzas militares, paramilitares y policiales de Kosovo, presencia militar internacional, regreso sin condiciones de los refugiados y garantías creíbles de un acuerdo político. Las dos posturas parecen difícilmente reconciliables. Los países aliados coinciden en que Milosevic está debilitado respecto al principio de los bombardeos y en que los más de 700.000 refugiados expulsados por los serbios son un hecho inaceptable. Y esto hace que se mantengan aparentemente firmes precisamente sobre el punto que rechazó el gobierno yugoslavo en las conversaciones de paz de Rambouillet, dando inicio a los bombardeos: la entrada de tropas de la OTAN, tropas extranjeras según Milosevic, para garantizar el cumplimiento de la autonomía para Kosovo prevista en los papeles. Frente a esta situación, los países de la OTAN van a ofrecer a Ivanov la conformación de un protectorado internacional sobre Kosovo ya que la autonomía de la región en Yugoslavia parece en estos momentos inalcanzable en el cual Rusia participaría de las fuerzas encargadas de verificar este status especial, algo que podría llevar a los serbios a considerar menos extranjeras a estas tropas. Pero esto es algo que los países aliados, más allá de la arenga de Solana sobre exhibir nuestra unidad y determinación, todavía discuten. El ministro de Defensa francés, Alain Richard, admitió ayer que el despliegue de la fuerza internacional no debe hacerse bajo autoridad de la OTAN, pero tanto Albright como Solana señalaron que es la Alianza Atlántica la que debe dirigir las futuras tropas de paz. Tanto Alemania como Francia parecen inclinadas a que sea la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) la que organice el despliegue militar. Son precisamente estos dos países los que están impulsando, más allá de las negociaciones con Rusia, soluciones económicas concretas para la región. El ministro de Economía francés, Dominique Strauss-Kahn, envió unacarta al director del FMI, Michel Camdessus, para que se realice una sesión especial del organismo internacional a fines de abril. Francia está a favor de que el Club de París declare una moratoria de las deudas externas de Albania y Macedonia para los años 1999 y 2000, ante la ola de refugiados que afecta a ambos países. Y el canciller alemán Gerhard Schroeder directamente habló de la necesidad de un tipo de Plan Marshall para la región de los Balcanes, dijo Schroeder. Quizás Alemania y Francia estén buscando seducir con estas propuestas a Milosevic. Pero en todo caso está claro que para discutir estas cuestiones habrá que esperar a lo que ocurra con las gestiones diplomáticas que comienzan hoy. HAY CONSENSO EN EL CONGRESO NORTEAMERICANO The Guardian Por Martin Kettle
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