OPINION
Mortandad de cortesanos
Por Julio Nudler |
Yabrán,
Yoma, Bunge & Born, Martinenghi, Vigil, Moneta, ahora Soldati. Las fichas del dominó
menemista fueron cayendo una tras otra. Pocas quedan en pie, pero nadie sabe por cuánto
tiempo. La mortandad de los cortesanos se acelera a medida que se acerca el fin del
reinado. Pero cada defunción tiene además explicaciones propias. Tal vez la más útil
en el caso de Soldati es que algún capital propio hay que poner: hacer negocios sólo con
plata ajena expone a estos sinsabores.
La deuda tiene el inconveniente de su costo, que oscila con las crisis que pueden
estallar, hoy en Rusia, mañana en Brasil, y con el humor de los mercados. Cuando el
grueso de los recursos son ajenos, para pagar los intereses hay que lograr una
rentabilidad del nivel de la que sólo obtienen los monopolios o deparan algunos nichos de
mercado muy específicos. Además, cuando los negocios los manejan equipos gerenciales, es
muy raro que los accionistas lleguen a ver superganancias. Los gerentes saben cómo hacer
para evitarles gratas sorpresas a los dueños.
La paradoja más cruel de este final de fiesta privatista con recesión en el
mercado interno y falta de competitividad para exportar es que se ve como mucho más
riesgoso prestarles plata a las empresas privadas (ni los bancos quieren hacerlo) que al
Estado. El riesgo soberano, medido por la sobretasa que se le exige al fisco para
financiarlo, vino cayendo, pero la Bolsa subió muy tímidamente porque el riesgo
empresario no se redujo. Es la lógica de una política económica que sólo se ocupa de
la solvencia fiscal, y que no atenúa el impacto interno de los shocks externos.
Los empresarios cortesanos quizás obraron pensando que, en cualquier caso, el poder
político iba a rescatarlos, llegado el momento. Verdaderamente, mientras pudo lo hizo
(créditos, decretos, favores), pero ese tiempo ya pasó. También pasó el del discurso
del boom de los mercados emergentes, de los cócteles en Puerto Madero, de los shoppings
como hangares de la prosperidad. |
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