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Los Grammy se vuelven latinos

El productor Phil Ramone explicó ayer aquí el modo en que otorgará premios la Academia  Latina de Artes y Ciencias de la Grabación.

Gustavo Cerati, Fito Páez y Phil Ramone, tres ilustres invitados.
El famoso productor oficia de nexo entre los EE.UU. y el mercado latino

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Por Fernando D’Addario

t.gif (862 bytes) La música latina, antes resignada a un papel de celebración autóctona y disgregada, encontró el modo de insertarse como un bloque influyente en el show business. Ayer, en un restaurant porteño, la comunidad musical argentina (es decir, empresarios, productores, músicos y periodistas) se sentó a una mesa frente al hombre que aglutinaba todas las sonrisas: Phil Ramone, productor del próximo disco de Fito Páez y, ante todo, el chairman de LARAS (Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación).
Esta sigla remite a la entidad subsidiaria de NARAS (la misma Academia, pero centrada en el mercado norteamericano) que, a imagen y semejanza de ésta, comenzará a entregar a partir del año que viene los muy influyentes premios Grammy. Ramone, que produjo hasta discos de Frank Sinatra, es el nexo entre la Academia Latina y el ambiente musical argentino. La creciente influencia de los productos latinos en los mercados discográficos ya se había cristalizado en la creación de nuevas categorías dentro los Grammy norteamericanos. Estos nuevos premios serían algo así como la institucionalización de una tendencia imposible de obviar, que en los Estados Unidos ya se conoce como el boom latino.
Allí estaba, entonces, Gustavo Cerati, próximo a editar su nuevo CD solista, rodeado de ejecutivos de BMG. Hasta allí llegó Páez, una suerte de anfitrión de Ramone, a quien llevó de mesa en mesa para presentarle a músicos, productores y periodistas. Saludó indiscriminadamente a representantes de MTV, gerentes de Rock & Pop, a Fats Fernández, Javier Calamaro, Mono Fontana, Cachorro López e Iván Noble. Faltó Charly García, y más de uno respiró aliviado. Tampoco estuvo Norberto Baccón, el Grinbank del folklore y representante de Soledad. Pero su ausencia se vio disimulada por un César Isella locuaz y amigable, que se veía allí como una representación perfecta de su “Canción con todos” versión fin de siglo.
Todas las miradas estaban enfocadas hacia el chairman Ramone, que no habla castellano pero entiende todo. Los level-managers de las distintas compañías discográficas no perdieron oportunidad para reafirmar las bondades musicales de sus artistas, porque hay que votar para el año que viene, y una nominación oportuna puede disparar las ventas de más de un producto. En su discurso dijo dos cosas importantes: “Los premios no serán por el puesto que ocupen los artistas en los rankings, sino por su excelencia” y “La música es el futuro, ¡Viva la música latina!”. Los comensales aplaudieron y continuaron. Tienen todo un año para pensar en la excelencia. O en los rankings.

 

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