Hoy puede producirse un milagro y mañana otro. Hoy el secretario
del Interior británico, Jack Straw, puede decidir que Augusto Pinochet es extraditable a
España. El milagro de mañana, que por licencia poética ya se puede dar por hecho, es
que se cumplirían exactamente seis meses desde la madrugada en que dos agentes de
Scotland Yard llegaron a una clínica de Londres y anunciaron que el paciente Pinochet
debía soportar bajo arresto el posoperatorio de su hernia de disco.
También puede ocurrir que Pinochet vuelva hoy mismo a Santiago. O que otra serie de
apelaciones cruzadas lo mantenga en el Reino Unido, y muera preso, de viejo. O que muera
preso, de viejo, en España, bajo proceso o condenado.
Fuera de Chile, los antipinochetistas tienen el corazón en paz. El mejor mensaje para los
dictadores de antes y los que sueñan con la impunidad del futuro sería la foto de
Pinochet pudriéndose en la cárcel de Carabanchel. En Chile la situación es mucho más
compleja y, si los pinochetistas no dudan, porque sólo quieren a su generalísimo
paseando por la Alameda, los antipinochetistas discuten qué sería lo mejor. La semana
pasada, el tema ocupó buena parte de las conversaciones que acompañaron el seminario
sobre medios de comunicación y sociedad democrática que organizaron en Bolivia el
Instituto Interamericano de Derechos Humanos y la Agencia Española de Cooperación
Internacional. La delegación chilena era de primer nivel: Sebastian Brett de Human Rights
Watch, los profesores universitarios Leonardo Cáceres y Rafael Otano y las periodistas
Mónica González y Patricia Politzer. Los cinco no siempre coincidieron entre sí pero
aportaron datos y barajaron posibilidades.
¿Qué pasaría procesalmente con Pinochet si vuelve a Chile? Una chance es que la
Justicia lo cite como testigo. En ese caso, su condición de senador vitalicio le
permitiría declarar de oficio, por escrito, y dilatar el trámite. En cambio si la
Justicia quisiera citarlo como imputado, primero debería tramitar el desafuero ante la
Corte Suprema. También sería un trámite largo e incierto. Una condena no parece segura.
Pero, ¿es bueno para la democracia chilena que Pinochet vuelva? Respuesta número uno:
sí porque, aunque no quede bajo proceso ni merezca condena, vuelve fracasado y
desgastado. Este razonamiento se completa con otro. Por el apoyo que Pinochet tiene en
Chile, que llega al 40 por ciento del electorado, puede funcionar su sueño de quedar como
el segundo OHiggins. El primero, el verdadero, murió en el destierro. El segundo,
el falso, Pinochet, diría el mismo Pinochet que también está muriendo en el destierro.
Respuesta número dos: sí porque los jueces al menos deberán esforzarse por conseguir el
desafuero para que declare por los crímenes de la dictadura.
Respuesta número tres: no es bueno que vuelva porque en Chile no será condenado; es
mejor que lo juzguen en Londres o Madrid, o que muera preso. En Europa, pero preso. Que se
acabe.
Mientras analizaban escenarios, los cinco chilenos pintaron un panorama gris de la
libertad de expresión en Chile durante los primeros diez años de transición
democrática.
En estos diez años desaparecieron todos los medios independientes que se habían
creado durante la dictadura, dijo Patricia Politzer, y relató que en Chile el 90
por ciento de los medios son de El Mercurio o Copesa, en un duopolio con identidad
ideológica. Es liberal en lo económico, conservador en los valores y autoritario en lo
político.
Contó un caso. A raíz del conflicto de las empresas forestales con las comunidades
mapuches del sur, la prensa se concentró en atacar la infiltración
subversiva, informó que los mapuches tenían comandantes yse trataban de
compañero. Unos días más tarde, una periodista descubrió que Comandante y
Compañero eran los nombres de dos perros fieles, dijo Patricia. También dijo que
según los jueces La última tentación de Cristo es una película que vulnera la
honra de Jesús.
En uno de los debates del seminario, Mónica González dejó una clave, casi una
esperanza, por la que en algún momento Chile saldrá de su chatura: Eso pasará
cuando una nueva identidad democrática rompa el círculo vicioso y se restablezca el
contacto entre el presente y el pasado.
Rodolfo Walsh recomendaba te-ner fe en los hechos, que siempre superan las expectativas.
Pinochet preso seis meses es un hecho tan espectacular, tan impactante, tan inesperado,
que difícilmente Chile pueda seguir siendo el mismo.
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