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SEIS MESES PRESO

Por Martín Granovsky

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t.gif (862 bytes) Hoy puede producirse un milagro y mañana otro. Hoy el secretario del Interior británico, Jack Straw, puede decidir que Augusto Pinochet es extraditable a España. El milagro de mañana, que por licencia poética ya se puede dar por hecho, es que se cumplirían exactamente seis meses desde la madrugada en que dos agentes de Scotland Yard llegaron a una clínica de Londres y anunciaron que el paciente Pinochet debía soportar bajo arresto el posoperatorio de su hernia de disco.
También puede ocurrir que Pinochet vuelva hoy mismo a Santiago. O que otra serie de apelaciones cruzadas lo mantenga en el Reino Unido, y muera preso, de viejo. O que muera preso, de viejo, en España, bajo proceso o condenado.
Fuera de Chile, los antipinochetistas tienen el corazón en paz. El mejor mensaje para los dictadores de antes y los que sueñan con la impunidad del futuro sería la foto de Pinochet pudriéndose en la cárcel de Carabanchel. En Chile la situación es mucho más compleja y, si los pinochetistas no dudan, porque sólo quieren a su generalísimo paseando por la Alameda, los antipinochetistas discuten qué sería lo mejor. La semana pasada, el tema ocupó buena parte de las conversaciones que acompañaron el seminario sobre medios de comunicación y sociedad democrática que organizaron en Bolivia el Instituto Interamericano de Derechos Humanos y la Agencia Española de Cooperación Internacional. La delegación chilena era de primer nivel: Sebastian Brett de Human Rights Watch, los profesores universitarios Leonardo Cáceres y Rafael Otano y las periodistas Mónica González y Patricia Politzer. Los cinco no siempre coincidieron entre sí pero aportaron datos y barajaron posibilidades.
¿Qué pasaría procesalmente con Pinochet si vuelve a Chile? Una chance es que la Justicia lo cite como testigo. En ese caso, su condición de senador vitalicio le permitiría declarar de oficio, por escrito, y dilatar el trámite. En cambio si la Justicia quisiera citarlo como imputado, primero debería tramitar el desafuero ante la Corte Suprema. También sería un trámite largo e incierto. Una condena no parece segura.
Pero, ¿es bueno para la democracia chilena que Pinochet vuelva? Respuesta número uno: sí porque, aunque no quede bajo proceso ni merezca condena, vuelve fracasado y desgastado. Este razonamiento se completa con otro. Por el apoyo que Pinochet tiene en Chile, que llega al 40 por ciento del electorado, puede funcionar su sueño de quedar como el segundo O’Higgins. El primero, el verdadero, murió en el destierro. El segundo, el falso, Pinochet, diría el mismo Pinochet que también está muriendo en el destierro.
Respuesta número dos: sí porque los jueces al menos deberán esforzarse por conseguir el desafuero para que declare por los crímenes de la dictadura.
Respuesta número tres: no es bueno que vuelva porque en Chile no será condenado; es mejor que lo juzguen en Londres o Madrid, o que muera preso. En Europa, pero preso. Que se acabe.
Mientras analizaban escenarios, los cinco chilenos pintaron un panorama gris de la libertad de expresión en Chile durante los primeros diez años de transición democrática.
“En estos diez años desaparecieron todos los medios independientes que se habían creado durante la dictadura”, dijo Patricia Politzer, y relató que en Chile el 90 por ciento de los medios son de El Mercurio o Copesa, en un duopolio con identidad ideológica. Es liberal en lo económico, conservador en los valores y autoritario en lo político.
Contó un caso. A raíz del conflicto de las empresas forestales con las comunidades mapuches del sur, la prensa se concentró en atacar la “infiltración subversiva”, informó que los mapuches tenían comandantes yse trataban de compañero. “Unos días más tarde, una periodista descubrió que Comandante y Compañero eran los nombres de dos perros fieles”, dijo Patricia. También dijo que según los jueces La última tentación de Cristo es una película que “vulnera la honra de Jesús”.
En uno de los debates del seminario, Mónica González dejó una clave, casi una esperanza, por la que en algún momento Chile saldrá de su chatura: “Eso pasará cuando una nueva identidad democrática rompa el círculo vicioso y se restablezca el contacto entre el presente y el pasado”.
Rodolfo Walsh recomendaba te-ner fe en los hechos, que siempre superan las expectativas. Pinochet preso seis meses es un hecho tan espectacular, tan impactante, tan inesperado, que difícilmente Chile pueda seguir siendo el mismo.

 

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