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Por Horacio Bernades A mí no me agarran vivo, dice Juan Salvo, mítico protagonista de El Eternauta, en un cuadrito incluido en la última versión de la que es, sin dudas, la mejor historieta jamás inventada en la Argentina. Corre el año 1976, y el espectador se entera de que en ese preciso momento el autor de El Eternauta, Héctor Germán Oesterheld, era acorralado por los grupos de tareas de la dictadura. Así, de pronto, ese ingenuo globito adquiere un carácter de informe desde el frente que hiela la sangre. Cualquiera que conozca mínimamente la historia argentina reciente sabe o sospecha cómo terminará esa historia. Poco más tarde de publicado ese texto, Oesterheld, nacido en 1919, resultaría secuestrado por un grupo de tareas, hecho prisionero en un campo de concentración y, finalmente, desaparecido para siempre. H.G.O. son las iniciales de Oesterheld, y ese es también el título del documental que los realizadores Víctor Bailo y Daniel Stefanello dedicaron a quien es, probablemente, el máximo creador de historietas que haya dado la Argentina. El tamaño de la obra de Oesterheld y su tragedia final exigían un esfuerzo desmesurado, y Bailo y Stefanello se involucraron hasta la médula en su trabajo. De modo absolutamente inusual, los realizadores tomaron a su cargo todos los rubros técnicos del film (con la única excepción de la música), invirtiendo dos años en un abrumador trabajo de investigación. El resultado es un verdadero mausoleo fílmico en video, que se extiende a lo largo de dos horas y media y está destinado a guardar para siempre la memoria de Oesterheld. Entre los testimonios se incluyen algunos tan invalorables como los de la propia viuda del autor, Elsa Sánchez de Oesterheld, o el legendario dibujante de la primera y clásica versión de El Eternauta, Francisco Solano López. Además de ellos, tantos otros que conocieron en vida al Viejo: los dibujantes Enrique Breccia y Rep, los guionistas Ricardo Barreiro y Guillermo Saccomanno, los militantes Miguel Fernández Long y Graciela Iturraspe, el escritor Mempo Giardinelli, y muchos más. El resultado es exhaustivo y logra eludir las trampas de la adulación ciega. La mayor parte de los testimonios coinciden en destacar el carácter fundacional de Oesterheld en relación con la historia de la historieta en la Argentina, desde el momento en que mediados de los años 50 este descendiente de alemanes marcó un corte definitivo con su revista Hora Cero. A partir de allí, Oesterheld creó una sucesión de obras maestras del comic. No sólo El Eternauta, sino también Sargento Kirk, Ernie Pike, Mort Cinder, Sherlock Time ... Incapaz de comprender por dónde pasaría el compromiso político de su marido que lo llevó a una militancia activa en Montoneros, su viuda recuerda con amargura la distancia que los fue separando. La tragedia de los Oesterheld, víctimas atroces de la represión, incluyó el secuestro y desaparición no sólo del jefe de familia, sino también de sus cuatro hijas. El horror va tiñendo inevitablemente el film, en la medida que éste avanza hacia el centro de su dolor, que es también el de una época y un país. Un viaje en auto funciona como eje narrativo de H.G.O., avanzando implacablemente hacia el último refugio del escritor acorralado. En off, distintas voces reconstruyen, en un verdadero descenso al infierno, los sucesivos círculos de ese espanto, cerrándose implacablemente. Del mismo modo que, como se sabe, se cerraron sobre el país.
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