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Por Esteban Pintos Como en tantos otros casos y después de una buena cantidad de años, éxitos, fracasos, canciones y lágrimas, el nombre ya no parece importar a los efectos de definir una banda. Piénsese en Soda Stereo o Los Fabulosos Cadillacs, por ejemplo. Otro caso, el que ocupa esta nota: Attaque 77 fue, desde fines de los ochenta, una declaración de principios punk que aludía en la palabra y el número elegidos por un grupo de chicos de barrio que idealizaban la época en que el rock cambió las flores por los alfileres de gancho. Hoy, veintidós años después del 77 que no se refería precisamente a ese año en la Argentina, ni mucho menos, el grupo de chicos entusiastas por Los Ramones se ha convertido en una banda de rock de hombres que ya están pisando los treinta años, que ha superado los vaivenes que suelen aquejar al artista que de marginal pasa a ser carne de hit y que, cerrando el círculo, editó un disco con canciones que no pertenecen en ningún caso a su autoría. Un disco de versiones, titulado justamente Otras canciones, que sí es una declaración del estado de las cosas: de Leo Masliah a León Gieco, pasando por Gilda, Alberto Cortez, el grupo Abba, Los Auténticos Decadentes y el dúo tecno Erasure, pero en clave de rock. Los que crean que es un disco en broma, están equivocados. Bueno, viendo la repercusión que tuvimos, no creo que ya nadie piense eso, dice el cantante Ciro Pertusi a Página/12. El ejemplo más adecuado parece la canción No me arrepiento de este amor, un superéxito bailantero de la fallecida Gilda que se ha metido en el inconsciente colectivo argentino y que, en Attaque 77, encontró una versión veloz y emotiva, plena de guitarras distorsionadas pero sin perder la ternura de una canción de amor. Ciro Pertusi: No le tenía fe al impacto de la canción, creí que nos iban a criticar mucho... y me equivoqué. La composición tiene un atractivo especial, eso está claro, tiene una carga nostálgica que también es trágica. La canción habla sobre el comienzo de un romance y la situación de duda que se crea en quién se mete en una nueva historia de amor. ¿Este disco de versiones marcará un antes y un después en su carrera? CP: Creo que sí. Me di cuenta que es más comprometido hablar de los sentimientos que le pasan a uno que de la situación económica del país, no es que esté mal eso ni que no crea en eso. Sólo que tratamos de volcar en las canciones lo que nos pasa en un contexto determinado, que no es otro que el de este país, eso está claro. ¿Cómo ven este momento del rock argentino, proletarizado y futbolero? CP: Me acuerdo cuando yo iba a ver a Los Violadores y ellos cantaban eso de fútbol, asado y vino, son los gustos del pueblo argentino. Y lo decían como una crítica a una manera de ser casi conservadora de la gente. Eso cambió, hoy pasa todo junto y en el mismo lugar. Entonces, no más rock ramone, sólo rock y de mente abierta, síntoma de madurez y apertura para un público que, y esto no ha cambiado, siempre es su gran mayoría adolescente. Una situación rara: los de arriba del escenario han pasado a ser mucho más grandes que los de abajo. El público joven está pleno de energía. Quieren divertirse, saltar, reírse. Cuando bebía alcohol me perdía de disfrutar de eso, pero ahora sí lo puedo ver. Muchas veces me he emocionado viendo esa imagen de diversión sana de chicos y chicas, razona Pertusi. Que el público sea tan joven y tan predispuesto a hacerles caso en todo ¿implica una responsabilidad superior? CP: Tenés que tener cuidado en tirar una del tipo vamos todos contra.... Pero los chicos también tiene su responsabilidad, que es la de darse cuenta que uno es apenas un ser humano arriba del escenario, que dice las cosas que siente con las que se puede o no estar de acuerdo. No tienen que tomarlas al pie de la letra, tienen que saber que detrás detanto brillo está la misma cantidad de oscuridad. Más que nunca, un grupo de rock es súper tester de todo. Leonardo De Cecco: Es así, cuando yo empecé a tocar la batería en la banda yo era más chico que el público que nos venía a ver. Ahora es al revés, soy más grande que todos los pibes. Y me pasa que pienso en tener más cuidado, los chicos están en una búsqueda plena de algo. Creo que hay que ser responsable por lo que se dice o se hace, porque en estos momentos se puede transformar en una complicación si hacés o decís algo. Puede volverse peligrosa esa situación de comunión entre el público y la banda. CP: Es preferible tocar y no decir nada. A veces me da vergÜenza o asco, inclusive sentirme el papá de los chicos. Y noto que muchas veces ellos quieren o necesitan eso, que un músico que ellos van a ver a un show de rock sea su papá o su mamá. Eso no es para nosotros.
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