Por Irina Hauser y Laura Vales
En los últimos 18 meses,
4500 dominicanas desembarcaron en Ezeiza con un bolsito de viaje y dos mil pesos en
efectivo. Ingresaron con visa de turista y permiso para permanecer en el país por 90
días pero, en su mayoría, terminaron como prostitutas entrampadas en un sistema mafioso.
Después de un año y medio de investigación, la Justicia reunió elementos suficientes
para sospechar que la Argentina se convirtió en un eslabón clave de una gigantesca red
internacional que trafica mujeres a Alemania, España, Italia, Holanda, Suiza y Bélgica.
Un sistema que, para hacer pie en estas tierras, necesitó de complicidades políticas y
policiales. Por eso están en la mira varios funcionarios de Migraciones y una decena de
policías de distintas jerarquías de la Federal.
Buscamos mujeres dominicanas de cualquier edad interesadas en contraer matrimonio
con hombres sinceros y de buena posición, dice el clasificado publicado en febrero
pasado en los diarios de Santo Domingo, que promete conducir a las postulantes a un
futuro seguro en algún próspero país europeo. La carnada, a pesar de tener un
siglo de existencia, sigue siendo efectiva. Para atraer dominicanas a la Argentina se
apela a una receta similar: una oferta de trabajo doméstico o para cuidar chicos en casas
de familia por 500 pesos mensuales. La propuesta es más que tentadora para gente de un
país donde el sueldo promedio está entre los 50 y 100 dólares.
Agitando sus trenzas jamaiquinas, mulatas jóvenes y curvilíneas, algunas con documentos
truchos para ocultar que son menores de edad, llegan al Aeropuerto Internacional donde son
recibidas por un rufián de su misma nacionalidad. Se alojan en departamentos céntricos y
pensiones de mala muerte, y durante dos o tres semanas esperan el prometido trabajo que
nunca llega. Finalmente todas escuchan la misma frase: Está dura la cosa ...
Para ese entonces, no les queda un centavo ni cuentan con su pasaporte, que ha sido
resguardado por el hombre. El trabajo de ablande lo hace un grupo de mujeres
avezadas. Así, muchas chicas terminan en las esquinas de Recoleta, Flores y
Constitución.
El sueño de la tierra prometida se les empieza a caer a pedazos. Trabajan a destajo, les
llegan a pagar la impúdica suma de un peso por cliente (ver aparte). Eso es lo que
denunciaron tres dominicanas en octubre de 1997 ante el juez de instrucción Pablo Bruno,
quien desde entonces fue escarbando en una posible red de complicidades hasta toparse con
lo que parecer ser una organización de insospechada magnitud.
El elenco de la conexión local es numeroso y heterogéneo. En diciembre fueron detenidos
siete empresarios y dos inspectores municipales. Están acusados de
facilitación y promoción de la prostitución, delitos que tienen penas de 3 a 6 años de
cárcel, que se elevan a ocho si, como en este caso, hay menores de edad en juego.
Uno de los hombres más buscados en esta causa es Carlos Percivalle, dueño de dos de los
prostíbulos donde trabajaban las caribeñas, que está prófugo desde fin de año. No es
la primera vez que el nombre de Percivalle aparece en un expediente sobre prostitución,
ya que está involucrado en el mismo escándalo que envolvió al juez Norberto Oyarbide en
una presunta red de protección a prostíbulos investigada por la justicia federal. Entre
quienes están presos y procesados figura el dominicano Manuel Tomás Carrera Lugo, quien
solía oficiar de anfitrión de las recién llegadas a la Argentina, y una mujer conocida
como Trinidad que albergaba a 30 dominicanas en un piso de Libertad y Bartolomé Mitre. A
los inspectores los pescaron in fraganti a través de escuchas telefónicas: habían
llamado a los clubes nocturnos para avisar que los estaban por allanar.
En la línea de las complicidades políticas, los investigadores guardan serias sospechas
sobre el rol de funcionarios de Migraciones que tienen cargos de responsabilidad operativa
en Ezeiza, Aeroparque, Córdoba y Mendoza. También analizan el papel de una decena de
policías de varias jerarquías, muchos de ellos vinculados con la División Seguridad
Personal,justamente el área que comandaba el ahora desplazado comisario Roberto Rosa. El
policía fue removido de su cargo luego de que este diario revelara que actuó como
torturador durante la dictadura y por sus lazos con el proxeneta Luciano Garbellano, amigo
del juez Oyarbide. Los investigadores tampoco descuidan un dato que apunta alto: el
formulario de solicitud de pasaporte de una prostituta que trabajaba en uno de los clubes
allanados lleva la firma de un legislador nacional.
Cuando quince días atrás el juez Bruno, acompañado por agentes de la Policía Federal
llegó a Santo Domingo, encontró nuevas piezas del rompecabezas. Con idéntico
procedimiento, pero desde hace más de una década, una organización mafiosa exporta
jóvenes a por lo menos seis países europeos. Sobre el tema ya hay causas abiertas en
República Dominicana; poblaciones como Puerto Plata, Samaná y Boca Chica son los lugares
elegidos para reclutar a las muchachas. Según reseñó la revista dominicana Cañabrava,
en el negocio hay funcionarios y personalidades del gobierno (dominicano)
involucrados.
Uno de los investigadores que actúa en la causa de Bruno resumió a este diario las
características de la trama internacional de trata de blancas: La organización
estaría integrada por grupos de dominicanos y europeos a los que ahora se sumaron los
argentinos, con fuertes conexiones en Migraciones de cada país de destino. El tema puede
ser mucho más peligroso de lo que parece, porque la prostitución suele ser una fachada
de negocios más grandes como el narcotráfico. ¿Por qué eligieron la Argentina?,
preguntó Página/12. La respuesta fue doble: por las deportaciones cada vez más
frecuentes y numerosas desde el Viejo Continente, pero sobre todo por una cuestión
puramente económica, ya que la paridad cambiaria les permite multiplicar las ganancias.
La justicia dominicana se acaba de desayunar con que la Argentina es, en este fin de
siglo, el principal destino para sus chicas. De hecho, los datos oficiales indican que
durante el año pasado salieron a Europa 215 jóvenes, una cifra que es ínfima en
comparación con nuestras 4500 llegadas en malón en menos de dos años. En base a la
documentación aportada por la delegación judicial argentina, dos fiscales comenzaron en
territorio caribeño su propia pesquisa.
En la Argentina, el tema de las trabajadoras del sexo dominicanas excede los confines de
la causa que lleva el juez Bruno. También aparecen en el expediente en el que el fiscal
Pablo Lanusse investiga corrupción policial, otra decena de casos están siendo
analizados por la justicia contravencional, y la jueza María Fontbona de Pombo tiene a su
cargo otra demanda iniciada por representantes del Consulado dominicano. En la mayoría de
los casos, los sospechosos se concentran en los mismos rincones de poder: la Policía
Federal y Migraciones.
Competencia Un peso por hombre. Eso es lo que le pagaron a María, una joven prostituta
dominicana, en su primera noche de trabajo en Buenos Aires. Había atendido a 17 clientes
por los que recibió exactos 17 dólares, monto que no modificaron ni sus iniciales quejas
ni las posteriores amenazas de denunciar al cafishio que le había prometido hacer
mucha guita en poco tiempo. La historia que la mulata contó a los investigadores
resume el destino de cientos de sus compañeras: con suerte, reciben por mes unos 200
pesos, mientras el rufián a su cargo se lleva unos 2000 por muchacha. Las meretrices
locales están furiosas con el desembarco masivo de caribeñas, que saturaron el mercado y
tienen precios fuera de toda competencia, tienen sexo oral por tres pesos
refunfuñan amargamente. Las dominicanas no sólo están en Buenos Aires. Los
investigadores aseguran que hay cientos de ellas repartidas en las principales ciudades
del interior del país. El sueño del marido argentino fue alcanzado por unas pocas
afortunadas: en diciembre, seis caribeñas instaladas en General Madariaga pasaron por el
Registro Civil para firmar la libreta de casamiento.
Zona de riesgo del sida
Por unos mangos más las dominicanas aceptan tener
relaciones sexuales sin preservativo, así lo han dicho en sus declaraciones,
comentan quienes conocen de cerca el expediente que lleva adelante el juez Pablo Bruno. El
riesgo sanitario es, a los ojos de la Justicia, un tema preocupante. Las dominicanas
han llegado en forma masiva y trabajan sin controles médicos, dice alarmado un
allegado a la pesquisa. En República Dominicana escasean los registros de personas
infectadas por HIV, pero los epidemiólogos aseguran que es uno de los países más
afectados por el sida en Latinoamérica y el Caribe. Uno de los factores que lo convierten
en una zona de riesgo es que comparte la isla donde está situado con Haití, que sí se
sabe que tiene la principal tasa de HIV de la región. Es muy común en la zona oír
hablar de que la frontera entre ambas naciones es muy móvil y el intercambio
de población, muy frecuente. Algunas trabajadoras del sexo a las que se les preguntó si
en los prostíbulos argentinos les dispensaban atención médica aseguraron que nunca
nadie las revisó, ni las llevó a un hospital, ni les hizo ningún tipo de análisis. De
este modo, se crea un círculo vicioso, alertan los investigadores, en el que el contagio
del virus que deriva en sida tiene altas probabilidades de ocurrir en uno u otro sentido
(del varón a la mujer, o viceversa).
Tatita, la gestora
Una mujer apodada Tatita fue señalada como la
encargada de seleccionar en República Dominicana a las candidatas a la prostitución; su
trabajo, al parecer, consiste además en acompañarlas al consulado argentino en Santo
Domingo para tramitar un certificado de buena conducta con el que salen del país.
Después, las caribeñas inician un largo recorrido que pasa por Curaçao, Caracas, Río
de Janeiro y San Pablo para recalar finalmente en Buenos Aires. Los datos son parte de la
investigación a cargo de la jueza de instrucción María Fontbona de Pombo, en una causa
abierta por una denuncia de las autoridades dominicanas en Argentina.
La banda retiene los documentos de las mujeres y las amenaza con denunciar su permanencia
irregular en el país ante el menor signo de rebeldía. El circuito investigado por Pombo
involucra a una docena de mujeres maduras, de entre 30 y 40 años. Los proxenetas tienen
métodos de engaño y extorsión para manejar a sus víctimas similares a los detectados
en la causa que está a cargo del juez Pablo Bruno, quien pidió la unificación de ambos
procesos. Pero por ahora, como no hay elementos concretos que vinculen los dos
expedientes, las investigaciones avanzan por carriles
separados. |
Del Caribbean
Dreams a la realidad más dura
Los avisos seducen: europeos ricos y muy
serios buscan casarse. Es una trampa para llevar mujeres a Europa y prostituirlas.
Engaños: Hay casos de hombres que vienen y se
casan, se las llevan y mantienen relaciones sexuales por un tiempo y después las
introducen en el negocio. |
|
Por I.H. y L.V.
Caribbean
Dreams (sueños caribeños), decía el título de un aviso clasificado que apareció
en los diarios nacionales de República Dominicana. El texto convocaba a lugareñas
interesadas en casarse con un buen partido oriundo del Viejo Continente y dejaba un
número de teléfono celular. La propuesta consistía en que la mujer debía pagar el
pasaje en avión y la empresa le ofrecía incluirla en tres archivos fotográficos
europeos. Ahora una modalidad similar, pero con propuestas laborales, se cultiva desde
Argentina y complejiza una cadena mundial a la que no son ajenos el poder político ni las
fuerzas de seguridad. Los anuncios de que convidan a conocer la Reina del Plata o alguna
provincia floreciente se empiezan a mezclar con los de impronta europea.
Según describe la revista dominicana Cañabrava del 19 de marzo, quien atendía el
llamado del aviso de los sueños caribeños era un tal Rafael.
¿Y cuán bien luces?, preguntaba el tipo. Con tono amable invitaba a las
chicas a llevar a otras amigas y reunirse en el restaurante Sporting Club, a la orilla del
mar y debajo de las palmeras en la comunidad de Boca Chica, donde les tomarían fotos. Una
vez que llegaban, en lugar de Rafael, las estaba esperando un suizo que decía llamarse
Gauner, que no hablaba ni una pizca de español y cuyas palabras eran traducidas por un
mozo del local. El suizo aseguró que una legión de 1300 hombres de entre 30 y 50 años,
buena posición económica y ávidos de contraer matrimonio con dominicanas, aguardaba en
Austria, Suiza y Alemania los flechazos de Cupido. Después de estudiar los retratos de
las caribeñas el varón extranjero elegiría a su presa y la iría a buscar a Dominicana
para llevársela. Pero la mujer no estaba obligada a razonar que peor-es-nada y aceptar
las nupcias con el primero que se le cruzaba: tenía derecho a ir descartando y esperar la
llegada de un próximo galán. Ante la mirada cautivada de ellas, Gauner extendía una
única ficha a llenar con nombre, fecha de nacimiento, teléfono y país.
Después de reiteradas denuncias, Francisca Ferreira, la directora de Educación del
Centro de Orientación e Investigación (COIN) una organización social dominicana
que ahora se dedica a prevenir la exportación de prostitutas en potencia constató,
según el semanario dominicano, que existen casos de hombres que vienen y se casan,
se las llevan y mantienen relaciones sexuales por un tiempo y después las introducen en
el negocio de la prostitución. Janet, que fue a parar engañada a Austria, se
quiebra: Yo no traje nada de nuevo de allá, lo único que traje fue mucha maldad en
el cuerpo, muchas rasquiñas, lloré mucho. Yo no quiero saber de eso ya. Pero
Janet, a diferencia de las dominicanas que llegaron a la Argentina, pudo pese a todo
volver a su tierra.
La nota del semanario Cañabrava titulada Cueros criollas invaden Argentina
desató un clima de alarma en Dominicana.
A COMIENZOS DE SIGLO, LAS VICTIMAS ERAN
EUROPEAS
El negocio en tiempos del tango
Por I.H. y L.V.
Hay cientos de
padres desesperados en toda Europa que no saben si sus hijas están vivas o muertas ya que
han desaparecido súbitamente ... pues bien, nosotros podemos decir dónde han sido
llevadas y qué ha sido de ellas. Están en Buenos Aires o en Río de Janeiro. El
texto, escrito en 1899 fue leído en un Congreso de la Asociación Británica de
Vigilancia Nacional. Desde finales de siglo, según relata la investigadora Donna Guy en
su libro La prostitución legal en Buenos Aires (Sudamericana, 1994), la ciudad ya
entonces tenía fama mundial de ser la cárcel de mujeres desaparecidas y vírgenes
europeas secuestradas que se veían obligadas a vender su cuerpo y bailar el tango.
La autora, no obstante, prefiere relativizar la trama del engaño.
Las denuncias sobre adolescentes engañadas y esclavizadas se convirtieron en moneda
corriente y se sucedieron hasta avanzado el siglo XX. Las historias más terribles
estuvieron vinculadas con la Sociedad de Varsovia que operaba no sólo en Buenos Aires
sino en las principales ciudades del interior del país e importaban jóvenes polacas y
rusas judías luego de embaucarlas con la promesa de casamiento con un próspero varón.
Cerca de la década del 20 esta organización se vio afectada por un sinfín de denuncias
y tuvo que cambiar su nombre por Zwi Migdal. Era tan poderosa y sus lazos políticos tan
fuertes que hasta tenía un cementerio propio en Avellaneda.
Los avisos en los periódicos que hoy se ven en República Dominicana reproducen casi con
textuales palabras las promesas de antaño. Son ilustrativas las conclusiones de un
investigador norteamericano que viajó a Europa en 1909: Un recurso favorito de
estos tratantes es sobornar a sus víctimas con la promesa de un buen matrimonio ... El
propietario de una casa de prostitución en Sudamérica manda un papel impreso de
compromiso en blanco a sus agentes de Galitzia, en idioma hebreo, que es una fórmula
reconocida ... En estos documentos, el nombre del hombre que figura es el del supuesto
pretendiente. Los agentes visitan a los judíos pobres con familia numerosa y les
describen, en la forma más seductora, el futuro de las muchachas que estén dispuestas a
casarse en América.
Hay que aclarar que Guy en su texto afirma que la prostitución constituía más una
típica respuesta consciente a la pobreza que el resultado de la trampa de algún
proxeneta perverso. Y afirma, además, que las familias tendían a impulsar a las
mujeres a la prostitución y que muchas de ellas ya la ejercían antes de llegar al Nuevo
Mundo. A principios de siglo, en la Argentina, el sexo por dinero era legal pero
resalta Guy no era un hecho exclusivo de este país. La autora entiende que,
la trata de blancas, más que reflejar una realidad verificable, era el resultado de
un conjunto de discursos sobre los cambios en la familia y el rol de las mujeres que
salían a trabajar y conquistar el ámbito público.
|