Campera
Lo señalaron con una gran sonrisa cómplice: en su gira
de ayer en San Juan, Fernando de la Rúa no perdía de vista ni por un segundo su amada
campera de gamuza, que lo acompaña en los actos desde 1973. El miedo a perderla del
candidato se explica, ya que hace un año, en La Rioja, un asesor se la escondió por un
día. De la Rúa revolvió cielo y tierra, hasta que se la devolvieron. No festejó la
broma: todavía se acuerdan de su bronca. Y desde entonces, le quedó la obsesión de
saber dónde está su cábala.
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