Una imagen algo inflada Por Julio Nudler |
En un análisis sin desperdicio, The Economist se atreve a cuestionar el imbatible éxito del modelo estadounidense, al que el conservador semanario inglés dista de tenerle antipatía. En su edición del 10 de abril, la revista compara la performance de Estados Unidos con la de Japón y Alemania en los últimos diez años en base a tres variables: crecimiento en el PBI per capita, productividad y creación de empleos. Las conclusiones son éstas: * El PBI norteamericano por habitante aumentó en el decenio a un ritmo promedio anual de 1,6 por ciento, pero el japonés se incrementó otro tanto y el alemán en 1,9 por ciento. (Gran Bretaña, que se esmeró en copiar el modelo estadounidense, creció menos que Alemania o Francia.) * La productividad sigue siendo más alta en Estados Unidos, y su ritmo de expansión se aceleró en los últimos años. Pero entre 1989 y 1998 creció un 0,8 por ciento al año, contra casi 1,3 por ciento en Japón y 2,6 en Alemania. * La creación de empleos fue sí mucho mayor en Estados Unidos, que así puede exhibir una desocupación del 4,2 por ciento, frente al 10,5 de Alemania y el 4,6 de Japón. Si esto es mérito de la flexibilidad laboral, también hay que computar que el reparto del ingreso es mucho más desigual en Estados Unidos. Los norteamericanos que están en el quintil (20 por ciento) superior de la escala social ganan en promedio nueve veces lo que obtienen los del quintil más bajo. En Japón esa relación es de 4 a 1, y en Alemania, de 6 a 1. A estos resultados, tan contradictorios con la imagen arrolladora del modelo estadounidense, se llega por extender el análisis a todo un decenio. Si en cambio se tomara un período más corto, con base en 1992, las conclusiones serían diferentes puesto que Estados Unidos no sufrió ninguna recesión desde entonces. Pero, según se pregunta The Economist, ¿quién puede excluir que esté por sufrirla y que su actual auge no sea una burbuja pronta a estallar? En todo caso, lo que la publicación inglesa subraya es que los modelos, así como de pronto se ponen de moda, caen luego en desgracia porque su eficacia cambia con las circunstancias. Y advierte contra el error de diagnosticar falsamente la supuesta superior performance norteamericana, que lleva a algunos a poner demasiada atención en la política microeconómica (el culto del mercado) y a olvidarse de la macro (política monetaria y fiscal). "Vale la pena recordar --aconseja-- que en los años '20 la economía estadounidense parecía la mejor del mundo..."
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