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THE GUARDIAN Por John Hooper
Pero también sugería que muchos de los cientos de miles de albaneses étnicos que se afirmaba que estaban ocultos en los bosques y las montañas de Kosovo no son, en el sentido normal, refugiados o gente desplazada. De acuerdo con su propio relato, los tres hombres, hablando a través de un intérprete poco después de su llegada a Macedonia, no huyeron de la limpieza étnica de los serbios: fueron sacados de sus hogares y llevados como rebaño para un propósito bien diferente aunque igualmente siniestro. "Nos dijeron que nos iban a proteger de la agresión de la OTAN", dijo Rrahim, proveniente de la ciudad de Komoglava. "Pero de los únicos que teníamos miedo era de los serbios." Parado al lado del ómnibus, vestido con una chaqueta de ski verde y sosteniendo a su hijo de tres años en los brazos, Rrahim volvió a relatar la historia de cómo habían sido llevados por los serbios a través del escarpado campo al sur de Kosovo. Para cuando llegaron a Begrazhde, el número de escudos humanos que rodeaban a las fuerzas serbias era unas 5.000 personas, dijeron los hombres de los ómnibus. Había hombres, mujeres y niños de Varos y Sojevo, que, según ellos, eran pueblos de 2.000 habitantes cada uno, así como también Komoglava, que dijeron que tenía 5.000 habitantes. ¿Alguno trató de escapar?. "Por supuesto," dijo el tercer hombre, que no quiso dar su nombre. "Pero, pero si lo descubrían, los serbios lo mataban." ¿Le dispararon a alguien en la masa de gente que reunieron en Begrazhde? "Sí mataron a ocho e hirieron a dos". El tercer hombre estaba aterrorizado de que la policía macedonia lo hiciera seguir adelante y que la historia de sus tres vecinos asesinados se perdiera para siempre en la marisma de horribles recuerdos que surgían de Kosovo. El quería que nosotros supiéramos sus nombres. Eran Hamid Halimi, de 25 años y Gerim Ajvazi de 55 años. Y luego estaba Nazmi Nebio cuya mujer murió con él. Los tres vivían en Sojevo y se les dijo que fueran a las montañas. Pero no podían, porque eran paralíticos. Así que los asesinaron, dijo el hombre. El miércoles por la noche, Rrahim, Ejup y los otros refugiados que llegaban a través de la frontera con Macedonia, contando sus historias de escudos humanos, estaban siendo registrados en el campo para refugiados de Stankovic, cerca de la ruta a la capital, Skopje. Se enfrentan ahora a un futuro incierto, ya sea en uno de los campos instalados por las tropas de la OTAN o en uno de los países que aceptó recibirlos. Pero seguramente, es un futuro menos temible que el que enfrentaban como renuentes compañeros de las fuerzas armadas serbias en las montañas cerca de Kosovo.
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