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EE. UU. SIN PLAN DE CONTINGENCIA
La CIA engañó a Bill

 


The Guardian
de Gran Bretaña

Por Julian Berger
Desde Washington

t.gif (862 bytes)  De acuerdo con informes publicados ayer en el Washington Post y el New York Times basados en filtraciones de documentos, el presidente Bill Clinton estuvo continuamente engañado en la cuestión de Kosovo por apreciaciones superoptimistas de la CIA, que lo llevaron a creer que el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic cedería a la amenaza de fuerza o a los primeros ataques aéreos. Washington estaba tan confiado de que el hombre fuerte serbio podía ser contenido, que sólo se hicieron planes muy hipotéticos sobre la posibilidad de una masiva limpieza étnica de la mayoría albanesa de Kosovo.

En marzo de 1998, la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, declaró: "No nos vamos a parar a ver cómo las autoridades serbias hacen en Kosovo lo que ya no pueden hacer más en Bosnia". En Washington, los funcionarios de Defensa, como el asesor nacional de Seguridad Sandy Berger, estaban preocupados de que Albright estuviera prometiendo más de lo que los Estados Unidos estaba preparado a dar. Pero Estados Unidos había amenazado con acción militar en Kosovo desde diciembre de 1992. Durante los últimos días del presidente George Bush en funciones, su secretario de Estado, Larry Eagleburger, envió un cable a la embajada norteamericana en Belgrado con instrucciones que debían ser leídas literalmente al presidente Milosevic. El cable, tal como fue citado ayer por el Washington Post, decía: "En caso de conflicto en Kosovo causado por acción serbia, los Estados Unidos estarán preparados para emplear fuerza militar contra los serbios en Kosovo y en Serbia misma".

La amenaza fue repetida dos veces en 1993, en los primeros meses de Bill Clinton en funciones, pero luego se dejó caer. Cuando el Ejército de Liberación de Kosovo surgió como una importante fuerza guerrillera el año pasado, hubo preocupación en los círculos militares de Estados Unidos de que esas amenazas sirvieran como aliciente para el ELK para provocar atrocidades serbias. Mientras se sucedían estos debates, el presidente Clinton brillaba por su ausencia. Bob Dole, el ex competidor presidencial republicano que visitó repetidamente los Balcanes, trató de llamar la atención de Clinton en la crisis en septiembre pasado, pero fracasó. Dole le dijo el domingo al New York Times que el tema del Sexgate era desvastador.

En febrero, Clinton volcó su pensamiento a la crisis de Kosovo y se convenció de la necesidad de utilizar una fuerza considerable contra el gobierno de Belgrado. Pero los informes filtrados sugieren que hasta el momento del lanzamiento de la Operación Fuerza Aliada, la CIA estaba tranquilizándolo en cuanto a que Milosevic se doblegaría ante la primera oleada de ataques aéreos. El informe de la interagencia de inteligencia coordinada de la CIA de enero de 1999 daba consejos que ahora parecen optimistas, por no decir imprudentes. "Milosevic no quiere una guerra que no puede ganar... Después de una defensa para sostener su honor y calmar a sus partidarios, rápidamente querrá la paz". Aparentemente, el presidente Clinton parece haber obrado con confianza de acuerdo a los lineamientos de su agencia de Inteligencia. Cuando el premier italiano Massimo D'Alema le preguntó a Clinton qué iba a hacer en caso de emergencia humanitaria, como de una masacre de los albaneses étnicos en Kosovo, Clinton habría mirado a su asesor Sandy Berger. Y Berger, que no tenía a quién mirar, respondió: "Seguir bombardeando".

 

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