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"Es muy triste que haya chicos que no sepan quién es Videla"

Generaciones distintas para una historia en común: Gastón Moreira, de Los Pericos, hijo de desaparecidos, y Alba Lanzillotto, Abuela de Plaza de Mayo.

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Por Pablo Plotkin

t.gif (862 bytes)  El tiene 30 años, el pelo teñido de rubio, tres hijos y toca el bajo en Los Pericos. "A los siete años, algunos estaban enganchados con el Capitán Escarlata, y yo con saber si mi viejo estaba vivo", cuenta Gastón Moreira, desde el primer día de la última dictadura militar, hijo de desaparecido. "Cada vez que acá aparece un nieto nos trae una alegría enorme, como si fuera el nuestro", susurra Alba Lanzillotto, secretaria de Abuelas de Plaza de Mayo. El comentario se refiere a la aparición de Claudio, el hermano de Gastón que nació en cautiverio y que fue encontrado en 1995 viviendo en Guernica, en el sur del Gran Buenos Aires, con una familia que lo había adoptado legítimamente. Después de una búsqueda a contramano, donde una pista refutaba a la otra y un testimonio contradecía al anterior, los hermanos del padre finalmente pudieron verse las caras. En realidad, Claudio ya conocía a Gastón: lo había visto sobre el escenario, en algún show de Los Pericos.

La historia trágica con final (de algún modo) feliz de Gastón Moreira y su hermano deriva en un show que la banda de reggae más popular de la Argentina hará mañana a las 21 en el Teatro de la Ribera. Será en el lanzamiento de la Campaña por el Derecho a la Identidad 1999/2000, una cruzada que lleva adelante la agrupación Abuelas de Plaza de Mayo con el propósito de rastrear a los chicos que nacieron en cautiverio durante los peores años de la historia argentina. Allí se grabará en vivo "Sin cadenas", un tema del último álbum de Los Pericos, Mystic Love, que servirá de cierre para la película Botín de Guerra, de David Blaustein. También participarán el ex Soda Stereo Gustavo Cerati, Ciro Pertusi --voz y guitarra de Attaque 77-- y Vicentico, el cantante de los Fabulosos Cadillacs. "Nosotros sabemos que los chicos están más cerca de la música rock que de otra música. Es la que más les llama, la que más los copa, como dicen ustedes", contesta la abuela cuando se le pregunta acerca de la elección del rock como transmisor del mensaje. "Además, son grupos que en las canciones recuerdan parte de nuestra historia, que despiertan las conciencias de los chicos."

G.M.: --Me parece que lo que se está usando, más que nada, es la posibilidad de acceder a más público. Pasa también por una cuestión de educación: en las escuelas no enseñan el genocidio que ocurrió acá, entonces tal vez un chico le presta más atención al grupo del cual es fan que a las propias Abuelas, aunque sea triste. Todos dicen: "Yo en política no me meto".

A.L.: --Sí, a nosotras algunos nos dicen que hacemos política. Y sí, como todo el que habla. Lo que no hacemos es política partidaria, pero como la palabra política está tan desprestigiada... Si no hiciéramos política estaríamos muertas. Pero en relación con los chicos, para los que tienen más de 18, la abuela por ahí es una vieja hincha. Por eso es importante que nos relacionemos con el rock, que sí llega bien a esta generación. Aunque a mí me gustaría que, además de rock, los chicos escucharan tango y folklore, por ejemplo, músicas más nuestras.

G.M.: --Permitime disentir. Yo creo que la imposibilidad de que los chicos se hayan enganchado con el tango y el folklore es culpa también de los viejos tangueros y folkloristas, que han marginado a las nuevas generaciones.

A.L.: --Puede ser. Eso es lo que pasa en este país: las personas se agarran de cierto lugar --el sillón presidencial, por ejemplo-- y creen que de ahí no tienen que moverse más. Hay una canción que dice que "siempre hay lugar para un amigo más". Recuerdo que la cantábamos cuando estábamos exiliados en España.

G.M.: --Yo de esos años recuerdo una tonelada de tristeza. Teníamos que mudarnos todo el tiempo: tuve que hacer el primario en once colegios, porque por ahí estábamos en un departamento que cuando volvíamos lo habían devastado. Recuerdo la ironía de cuando tenía siete años, todos estaban enloquecidos por el mundial de fútbol y para mí era lo más triste del mundo. Yo iba a segundo grado y no podía decir que mi papá había desaparecido: nos iba la vida en eso. Y era terrible encontrarte con gente que no tenía idea de lo que pasaba. Nosotros, con mucha ayuda familiar, pudimos ir a Brasil, pero se nos deportó por no tener permiso de trabajo. Al final tuvimos que ir a vivir a Villa Gesell.

A.L.: --Los gobernantes de los países poderosos que ahora bombardean Yugoslavia porque dicen que el presidente es un dictador deberían recordar que otras veces ellos mismos han sostenido dictaduras en el mundo. Nosotras hemos hecho un comunicado, pero sin hacer un análisis político, sino refiriéndonos a la hipocresía de que digan que el de la OTAN es un bombardeo humanitario. Es una desvergüenza. Los países ricos saben que hay otras formas de ser solidarios con los países pobres: condonando la deuda, por ejemplo. Otra manera de ayudar es haciendo que la educación en estos pueblos sea accesible a todos. Así tal vez no saldrían electos dictadores. Como decía el maestro de Simón Bolívar: "Hay que saber para que no te engañen, y hay que tener para que no te compren".

G.M.: --Estoy completamente de acuerdo con la necesidad de la educación. De eso se trata este show: la mayoría de los chicos dicen no querer meterse en política. Entonces cualquier herramienta que ayude a mostrar esta historia, sirve. En este caso es el rock. El tema es que debería estar en las escuelas, porque es medio triste que un chico no sepa quién es Videla. Tampoco sucedió hace tanto.

 

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