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![]() Además de la posibilidad de una intervención terrestre, se instaló ayer otra discusión en la OTAN: la aplicación de un bloqueo petrolero a Yugoslavia. Muchos de los bombardeos aliados estuvieron dirigidos, justamente, a plantas químicas y refinerías de petróleo yugoslavas. Y ahora Estados Unidos pretende "bloquear el acceso de Belgrado a los combustibles que contribuyen a su máquina de guerra", según el portavoz del Departamento de Estado, James Rubin. Pero varios países de la OTAN se oponen a la medida que, además, requeriría algún tipo de declaración oficial de guerra, ya que la detención de un buque cisterna, por ejemplo, puede ser considerado un acto bélico.
La guerrilla kosovar, que hace dos semanas está combatiendo contra las fuerzas serbias instaladas en la provincia yugoslava, anunció ayer que "dos soldados serbios y un voluntario ruso que vestían uniforme del Ejército yugoslavo han sido hechos prisioneros". Los tres oficiales fueron capturados la semana pasada por el UCK, junto a otro que ya fue trasladado hasta la frontera con Albania y que será entregado en los próximos días a la OTAN como prisionero de guerra. La OTAN considera actualmente al UCK como un actor importante en el conflicto, pero varios oficiales de la guerrilla pusieron en cuestión la estrategia aliada de atacar centros en toda Yugoslavia y no a las tropas serbias dentro de Kosovo. La escalada bélica y las posibilidades de más catástrofes humanitarias en esta región son cada vez mayores. El portavoz de la OTAN, Jamie Shea, dijo que 8000 efectivos de refuerzo del ejército yugoslavo llegaron a Kosovo y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) dijo ayer que las tropas serbias están impidiendo ahora la salida de refugiados. La Casa Blanca, mientras tanto, aún no logra que el Congreso debata la posición de Estados Unidos en el conflicto. La mayoría de los líderes parlamentarios republicanos pospusieron una discusión formal sobre el tema. En las próximas horas, el presidente Bill Clinton enviará al Congreso un proyecto para destinar 6000 millones de dólares a la financiación de las campañas militar y de ayuda humanitaria en los Balcanes.
Por Eduardo Febbro
Nadie, en suma, parece estar de acuerdo con nadie. Los dirigentes se contradicen entre sí, los militares aceptan lo inaceptable --hablar con la prensa-- mientras que el show público organizado por los vengadores aéreos se torna cada vez menos verosímil. En el papel central aparece el portavoz oficial de la OTAN, Jamie Shea, el hombre que orquesta desde Bruselas la "guerra psicológica" contra Milosevic. Desde el lunes, Shea no se presenta más acompañado por el general británico David Wilby. Lo secunda ahora el general italiano Giuseppe Marani, perfectamente en "onda" con Shea. A Wilby le "cortaron la cabeza" por haber admitido con pruebas "audibles" -la difusión de la grabación de la conversación entre los pilotos- el "error" que cometió el F-16 norteamericano cuando bombardeó una columna de civiles kosovares creyendo que eran vehículos militares. Las mismas imprecisiones acompañan las denuncias sobre las matanzas que cometen los serbios. Shea evoca pruebas evidentes, da cifras, 3200 masacrados, y hasta describe el color rojo del uniforme de las personas que realizan las "ejecuciones macabras", sin jamás presentar la más mínima foto. La misma cacofonía envuelve la definición de la estrategia futura: operación terrestre o diálogo con Milosevic. El discurso de la OTAN rescata el consenso entre los 19 países miembros: bombardeos aéreos "hasta el debilitamiento del ejército yugoslavo", divididos en tres fases. La Alianza sigue en la fase 2: impedir que el ejército de Milosevic reprima a los kosovares. De todos modos, Solana dijo que los "países de la OTAN estarían dispuestos a realizar una intervención terrestre si es necesaria". Pero ayer los portavoces aliancistas desmintieron esa posibilidad. Ayer, como si no hubiese un millón de refugiados a 1500 kilómetros de
Bélgica, el portavoz de la
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