|
Por Hilda Cabrera Ante la visita del grupo teatral La Cuadra de Sevilla cabe esperar otra Carmen, diferente de las innumerables versiones que tuvo la leyenda a partir de la ópera de Georges Bizet con texto de Prosper Merimée. "Nuestra obra está lejos de frivolidades y cuentos de bandoleros. No es una crónica reducida a un duelo de amor y traición, sino una historia que abarca pasiones y dignidades. Concebimos una Carmen desde dentro de Andalucía, y en esta medida será para vosotros una sorpresa", adelanta el director Salvador Távora desde Sevilla, en una entrevista telefónica con Página/12, a propósito de la ópera andaluza de tambores y cornetas, y de actores-bailarines y cantaores, que se estrena hoy en el Luna Park. De origen humilde, Távora fue obrero y toreador de novillos antes de dedicarse al teatro. Llegó a éste a través de sus intentos por recuperar lo genuino del cante andaluz. Cuando entró en el mundo del espectáculo, tuvo en su contra la censura y las empresas discográficas, pero no se amilanó y creó espectáculos corales, como Campesinos tristes, Segaores y Andalucía, la que divierte. Tiempo después participó de festivales internacionales y creó puestas, como Quejío, Andalucía amarga, Nanas de espinas (inspirado en Bodas de sangre, de García Lorca), Crónica de una muerte anunciada, Piel de toro (que trajo a Buenos Aires, lo mismo que su versión sobre Las Bacantes, con la bailarina Manuela Vargas). En cuanto a Carmen, rechaza la figura de pacotilla, el mito de la cigarrera de los claveles toreros, veleidosa y poco confiable, que se desata en peleas de mujeres a las puertas de la Real Fábrica de Tabaco de Sevilla: "La cigarrera de la que me hablaban cuando niño era una mujer de pensamiento, representativa de un colectivo (grupo) de trabajadoras andaluzas. Ellas tuvieron mucha significación social en el siglo pasado. --¿Cómo llegó al teatro, partiendo del toreo? --Casi todos los jóvenes andaluces aspiran al toreo. De manera que es normal que yo me metiera en eso. El toreo es un mundo fascinante, del cual he sacado mucha experiencia para el teatro. Existe una comunión muy fuerte con el riesgo. En este sentido, Carmen está más allá del intelecto, y si alguien quiere hallarle una estética, que piense en el toreo, en las emociones. --¿En el miedo a la muerte, por ejemplo? --La muerte es un elemento central y muy potente. En esto hay algún parecido con el antiguo drama griego. La diferencia es que, mientras entre los griegos la tragedia se presenta como premonición, en el toreo no se inventa, porque la muerte es real. --¿A qué aspira con esta Carmen? --A reconsiderar un mito que ha sido tratado con mucha frivolidad, modificando con estereotipos la imagen de nuestro pueblo. Exactamente igual, creo, pasa con los mitos del tango, con su estética y su dignidad. Esto suele ocurrir con las expresiones populares que se "universalizan", manipuladas por quienes no conocen sus valores. --Los títulos de sus espectáculos sugieren un compromiso con la realidad. Por ejemplo, Andalucía amarga, de 1979, donde la problemática era la emigración andaluza de la época. ¿Mantiene ese compromiso? --Creo que el arte ha de prestar un servicio a la sociedad en la cual nace. Naturalmente yo siempre he cuidado que todos mis espectáculos cumplan con lo artístico y lo social. Busco deleitar los sentidos, pero mostrando a la par un contenido que ayude al logro de una sociedad mejor. --¿Está preparando otra obra? --Estamos tan inmersos en esto que no nos queda un laguito en el cerebro para ocuparnos de otra cosa. Hay naturalmente propósitos para el futuro, pero no muy concretos. --¿Siempre proyectos referidos a Andalucía? --Siempre, porque es lo que me rodea y lo que conozco. Cada pueblo tiene una forma de entender el arte y una particular manera de expresarlo, y yo quiero trabajar de acuerdo a eso. Estoy convencido de que a lo universal se llega a través de lo particular y lo concreto. Aquellos que parten de una supuesta universalidad terminan por producir obras impersonales. --¿A qué aspira para los andaluces? --Que ocupen un lugar semejante al de las otras comunidades españolas, que haya menos trabajadores en paro y el pueblo tenga una mayor ayuda social. Y en el arte, que tengan una representación más genuina, que lo artístico no vaya por un lado y la frustración por el otro.
|